La aparición, hace 2800 millones de años, de la cianobacteria fotosintética contribuyó a la aparición de oxígeno en la atmósfera. Este profundo cambio medioambiental precipitó un número importante de nuevos fenómenos, como la herrumbre, el estrés oxidativo y el ciclo de Krebs, para extraer la máxima energía posible de la glucolísis.

Esta mejora en la eficiencia bioenergética proporcionó una expansión cuántica de la complejidad biológica. En el periodo comprendido entre hace 2100 y 1800 millones de años, ocurrió un hecho insólito y trascendente que transformó la vida en el planeta. Mediante un denominado “accidente simbiótico” surgieron los eukariotes o seres multicelulares.

La teoría más aceptada es la de que un día, una célula fagocitada, ya en el interior del depredador debió pensar…”pues aquí yo estoy agustito y desde dentro me puedo organizar”… Surgió así la primera mitocondria o fábrica interna al servicio del nuevo ser. La presencia de múltiples mitocondrias que se replican autónomamente en esta nueva forma de vida, proporciona, sobretodo, un tremendo aumento en la capacidad de generar energía. Al verse este tipo de progresión, otros seres unicelulares buscaron asociaciones con otros similares para formar conglomerados celulares que formaran otro tipo de seres más poderosos.

Este comienzo de asociaciones hizo proliferar a estos eukariotes, seres pluricelulares que asumían nuevas funciones de una manera organizada. La vida en el planeta explosionaba, aún estando en un estado muy larvario. Pero estos organismos multicelulares crecieron y se desarrollaron con el tiempo, siempre adaptándose al medio,  para dar un origen común a las plantas y los animales. Surgieron los protozoos. En estos seres comenzaron a desarrollarse una serie de mecanismos para conseguir una homeostasis celular interna así como para extraer y “quemar” la energía necesaria para estar vivos y para perfeccionar la organización interna.

Lo conseguido por ellos, es aún hoy día la esencia del ser para sobrevivir, unos requerimientos básicos sin los que nada es posible. La vida progresaba y evolucionaba…

La Naturaleza reproduce siempre los pasos con éxito que hicieron evolucionar la vida. En la formación de un ser vivo se reproduce una etapa inicial en la que los seres comenzaron a ser multicelulares. Un estado inicial de la embriogénesis consiste en un simple apelotonamiento celular llamado “Estado de Mórula”. Así surgieron los Eukariotes y así la vida lo reproduce cada vez.
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