Hablábamos antes de avances, frenos y retrocesos en el progreso del intelecto colectivo de la humanidad. Y me pregunto, ¿en cuál de estos 3 apartados podríamos enmarcar a las distintas religiones que han persistido en la Historia de los humanos?.  Pues yo diría que en las 3, porque han supuesto avances increíbles en determinadas fases, frenos evolutivos en otras, por sus reaccionarias imposiciones, y retrocesos incalculables, por tanta contradicción en el seno de las distintas sociedades religiosas.
Distintos símbolos religiosos de distintas religiones como judaísmo, cristianismo, hinduismo, etc...
Al abordar este tema quisiera ser extremadamente respetuoso, porque muy cercano a mi entorno veo la fe ciega de personas que amo a las que aún les valen las explicaciones que la Iglesia da a todo lo que nos angustia.

Yo nací en el seno de una familia católica y practicante y fui educado en la fe de Cristo. Cursé estudios en los Jesuitas, como mi padre y hermanos, y reconozco que en mi niñez me cautivaban los rezos y cánticos místicos, principalmente de las monjas de clausura a las que solo oía cantar. Me fascinaba la espiritualidad y el amor al prójimo y no descartaba entonces dedicar mi vida al sacerdocio…Qué espejismo de la infancia!!!. Aunque muy joven me aparté de la senda, creo que mi educación religiosa me ha permitido proyectar mi vida hacia la ayuda a los demás, con el amor al prójimo inculcado y con la mayor espiritualidad, como tantos buenos sacerdotes hacen. Sin embargo, no me impidió apreciar desde el principio tanta maldad e inconsistencia en otros, tanta aberración en la historia de la Iglesia y tanta imposición sobre las creencias. Sin para nada renunciar a mi bautismo, enseguida me aparté del mundo religioso para proyectar mi vida completamente fuera de su influencia.

Respeto la fe de los que están en ella, aún con la inconsistencia de sus argumentos, pero yo, no solo no la tengo, sino que la Ciencia me ha hecho ver otros enfoques más realistas del mundo, capaces de rectificar lo que es erróneo, justo lo que la fe impide. Las religiones surgen ante la necesidad del ser humano por explicarse su existencia y de entender la mortalidad. Surgen pues de las angustias de los seres y pretenden explicar con normas el sentido de la vida. Separan el bien y el mal y exhortan o imponen sus convicciones. Al dictar normas de convivencia todas persiguen el bien social y todas buscan la integración. Para difundir sus creencias no se exponen los argumentos, simplemente se exige fe para creerlas y para aceptarlas.

En la historia de los humanos han jugado un papel importantísimo, llegando incluso a apropiarse del intelecto e imponiendo el pensamiento como doctrina. Han conservado también la cultura, que hubiera desaparecido sin su custodia. Pero en su persistencia inamovible radica su talón de Aquiles. Hoy en nuestros días las religiones están en decadencia y cada vez importan menos a las gentes. Ya no se necesitan sus explicaciones para todo, y el mundo del conocimiento hace mucho que ha superado sus intransigencias y restricciones.

No obstante, aún persisten las guerras religiosas, por lo que el mecanismo evolutivo aún no ha terminado en su afán de integrar el pensamiento, aunque a la fuerza sea. Este mecanismo tuvo su valor en cierto tiempo, pero acabará en la cuneta evolutiva porque ya no es necesario. Las sociedades religiosas persiguen el bien pero están en franca decadencia. Llegarán a ser historia en un mundo avanzado. Eso sí, con un gran legado. Desde la más remota antigüedad, los Dioses dominaron el mundo de los humanos, creándose innumerables mitos con su poder, su clemencia y su castigo.

Todos los grandes males tenían como explicación el castigo de los Dioses por la perversidad abyecta del ser humano, desde las catástrofes naturales a las grandes plagas y hambrunas tenían su origen en el incumplimiento colectivo de las normas que a través de los grandes sacerdotes, sacerdotisas y profetas eran dictadas. Tanto el politeísmo como el monoteísmo trataban de explicarlo todo y sus particulares mitologías se ocupaban de relacionar a los Dioses con los humanos en particulares encuentros y ensoñaciones, para otorgar poderes a sus representantes en la Tierra.

El aislamiento de las poblaciones hizo que cada región tuviera una historia mítica, por lo que los Dioses y sus religiones fueron incontables. Ello hizo que las conquistas de los pueblos llevaran consigo la imposición de los propios Dioses y creencias a los pueblos conquistados. Con los eones del tiempo y la mayor comunicación entre los pueblos solo varias de estas religiones perduraron y se mezclaron, haciéndose cada vez más poderosas hasta el punto de declarar guerras santas.

El Cristianismo atacaba con las cruzadas al infiel y el Islamismo declaraba la Yihad para exterminar al no creyente y, aunque resulte incomprensible en nuestros días, aún perdura su terror. El Hinduismo es una religión politeísta que predomina en India, procedente del Vedismo y Brahmanismo antiguos. Afirma la reencarnación y prescribe un sistema social de castas. El Budismo trata de liberar al ser humano de sus deseos, pasiones y dolores hasta llegar al conocimiento supremo y al nirvana, estado que se alcanza mediante la meditación e iluminación, para así afrontar con claridad la reencarnación en el momento de la muerte. Estas religiones siempre fueron más pacíficas, siendo también menos impositoras en sus creencias, pero tampoco aportaban soluciones a la humanidad que no aceptara sus dogmas.

En definitiva, todas las religiones se fueron adaptando al paso de los tiempos con mayor o menor resistencia y freno.

Por increíble que parezca, la religión católica llegó a constituirse en Estado, El Vaticano, con poco territorio pero con inmenso poder económico y diplomático que, aunque vaya disminuyendo con el tiempo, fue ejercido durante siglos de una forma absolutista y creando perversos tribunales como la Inquisición para castigar al hereje.

Imagen de la Virgen del Rocío en peregrinación
El Caído de San Cayetano, a su paso por la iglesia Santa Marina, Córdoba
El Islamismo, aún buscando el bien común, persiste en su lado extremo anclado en la edad media, buscando en la guerra santa el castigo al infiel occidental. Tamaña afrenta en nuestros días es real, indiscriminada, puede afectar a cualquiera donde y cuando menos lo espere, pero es algo cobarde y ruin que el Corán no pregona y que resulta imposible de justificar. Pero, aunque aún persistan las guerras santas, creo que todas las religiones disminuyen su influencia conforme el tiempo y el conocimiento avanzan. Solo la tradición las sostiene. Y es que la representación humana de Dios en la Tierra, es decir, los clérigos, ayatolas y monjes de las distintas iglesias siguen demostrando en nuestros días un anclaje insostenible y, en gran medida, una marcada inconsistencia.
Imagen de la meca, Arabia Saudí
Es cierto que una gran mayoría, incluyendo a nuestro Papa actual Francisco y al Dalai Lama, demuestran cada día una mayor sensibilidad a la evolución social y empiezan a pedir perdón por tanto dislate y ocultación de penosas fechorías de determinados sectores minoritarios de la iglesia. También es verdad que estos sucesos que salen a la luz se asemejan a las catástrofes aéreas. No es noticia un avión que llega a su destino, pero sí lo es si este se estrella…Aún así, el tema ya no es las fechorías e incoherencias que puedan cometer, ya que hace siglos eran aún peores, sino la representatividad que tratan de ejercer del mismo Dios en la Tierra.

Si existe un Dios, hacedor de todo, no precisa para nada una representación humana en este minúsculo grano de arena en su vasto Universo, de manera que el papel de los terrícolas que dicen representarle es completamente obsoleto, a mi juicio. Todas las religiones promulgan el bien, pero también lo hacen, cada vez en mayor medida, sectores de la sociedad ajenos a la iglesia que promulgan la ayuda a los demás como forma de vida. Ya no más evangelizaciones paternalistas a los desamparados, es la sociedad la que ha de ayudarles sin pedir nada a cambio y esa consciencia creo que se extiende sin necesidad de hacerlo bajo el paraguas de la fe, aunque también quepa.

Por último, unas reflexiones propias, junto a otras tomadas de la ciencia, sobre la existencia de Dios. Ya no hablo de las religiones, ya solo lo hago sobre este concepto que sigue siendo en la actualidad motivo de grandes dudas y arduas discusiones. Como es conceptual, o crees o no, tampoco tiene mucha importancia, allá cada cuál con su percepción, porque demostrable, ya sea sí o no, no lo es. Empezando por mis percepciones, yo diría que sí, aunque precisa matizaciones. Es decir, quizás influido por mi educación, me sorprendo cada mañana al dirigirme al hospital a trabajar implorando al cielo que me ayude con una fuerza especial a superar mis limitaciones en los difíciles actos médicos que se me presenten. Juro que no lo hago por mí, sino por el paciente. Cuando surge una dificultad o complicación que puede afectar a su vida, también me sorprendo diciendo mentalmente…”Dios mío, llévame a mí en lugar de a él o ella”… “dame fuerzas para superar la situación”…”haz de mí un buen médico”…”ayúdame por favor”. No ocurre así con el resto de problemas que puedan surgir en mi vida no profesional, no me sale implorar por ellos. Lo cierto es que mis plegarias son frecuentemente escuchadas y Dios me da unas fuerzas que no poseo en la solución de muchos problemas médicos y otras para superarlo cuando la ayuda no es suficiente, por todo ello doy infinitas gracias a Dios, exista como tal o no, aunque sí constato que son fuerzas sobrenaturales las que me ayudan.

Pero, ¿qué piensan los filósofos y científicos al respecto? Si la Ciencia llega a dar las explicaciones que antes eran solo dadas por las religiones, ¿qué pensar sobre este tema? Con frecuencia los periodistas preguntaban al gran Albert Einstein si creía en Dios. El trataba de esquivar las preguntas pero cuando insistían, él decía…”Solo creo en el Dios de Spinoza”…Benedict de Spinoza era un filósofo holandés de origen judío sefardita cuyo pensamiento derivaba de la corriente filosófica de Descartes y abogaba por…”lo que existe por sí mismo, sin dependencia de ningún otro concepto”…Esto quiere decir que el Universo está compuesto por una sola sustancia que es también su causa. Esa sustancia se puede llamar Dios, que se identifica con la Naturaleza. Es decir, según Einstein Dios se identifica con la Naturaleza, de la que formamos minúscula parte. También en alguna ocasión al hablar del Universo postulaba que …”Si Dios existe, juega a los dados con el cosmos”…Preguntado el recientemente fallecido Stephen Hawking sobre si creía en Dios, se manifestaba hasta antes de su muerte como manifiestamente ateo. Decía textualmente: …”En el pasado, antes de que entendiéramos la Ciencia, era lógico pensar que Dios creó el Universo. Pero ahora la Ciencia ofrece una explicación más convincente”…En su famoso libro “Breve historia del tiempo”, Hawking sugirió que el hombre solo conocería la mente de Dios cuando lograra entender la teoría de todas las cosas, que busca unificar de manera coherente las fuerzas que gobiernan el Universo. Alguien le preguntó…”Si no cree en Dios, ¿por qué dijo que el hombre podría conocer la mente de Dios?”…Respondió: “Lo que quise decir es que comprenderíamos todo lo que Dios sería capaz de entender si acaso existiera. Pero no hay ningún Dios. Soy ateo. Las religiones creen en los milagros pero estos no son compatibles con la Ciencia”…En su libro “El gran diseño” afirma que el Universo se creó de la nada, de forma espontánea, como consecuencia inevitable de las leyes de la Física. En definitiva, la Ciencia que es capaz de rectificar ante los errores, cree hoy por hoy en la no existencia de Dios, salvo como Spinoza dice la Naturaleza divina que todo lo abarca.

Finalmente, dos palabras sobre la incógnita que a todos perturba. Después de la muerte…qué? Nos resulta difícil entender que podamos desaparecer del todo y es ahí donde las religiones más han postulado, para calmar las angustias de las personas. El cielo, el purgatorio y el infierno…postula la religión católica como destino de nuestro espíritu, según sea el comportamiento de cada uno en nuestra vida. También los musulmanes hablan del paraíso, donde irán sin duda todos esos bárbaros que se inmolan para matar a infieles. Nada de esto me convence en absoluto. Mi vida médica me ha hecho asistir a la defunción de gente cuyo espíritu abandona el cuerpo, su vehículo. Lo lógico es pensar en su completa desaparición, como ocurre con cada una de nuestras células cuando acaban su función para ser sustituidas por otras que mantendrán la vida del ser global. Sin embargo, también observo que todo en la vida es cíclico y, de una forma u otra, se renueva. Por eso no me sorprendería que, como el budismo postula, existiera la reencarnación del espíritu. Si hemos vivido vidas previas hay algo que impide el asumirlo y es la total amnesia que adquirimos en un nuevo nacimiento. Quien en eso cree afirma que es bastante frecuente la simultaneidad, el reencuentro de seres que se conocieron en otras vidas, aún sin recordar nada. También en eso tendría cabida la interpretación cristiana, que daría un cierto equilibrio a todos los seres. Uno puede reencarnarse en toda la escala zoológica, incluso en la vegetal y, por el contrario, uno puede ascender en las escalas hasta reencarnarse en cuerpos de otras civilizaciones superiores que habitan el cosmos. Es por eso que el budismo promulga el nirvana como método de preparación.

Una vez el espíritu abandona el cuerpo, hay que estar bien despierto porque un magma planetario bien rotundo trata de forzar la reencarnación en un nuevo ser terrícola. Si con la meditación y la iluminación se ha conseguido el nirvana, uno pudiera tener en esa fase la voluntad de trascender y así esquivar el magma para poder alcanzar otras vidas superiores. Yo, desde luego, lo voy a intentar si así fuera…

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