-Un nuevo escrito sobre el placer de volar y el recuerdo de Alfonso-

Pronto comenzó la planificación del nuevo proyecto aeronáutico para el 2011. Dos cosas teníamos claras desde el principio. Una era el avión a utilizar. La satisfacción de haber volado ya 2 años con la Cesna bimotor (“Push-Pull”), la ECJJF,  que tan bien nos llevó a todas partes no nos dejaba lugar a dudas. Tenía grabado el “Spirit of Corpal” en una de las puertas y queríamos repetir con el avión. Su alcance y autonomía, su versatilidad y lo cómodo de su pilotaje automático para mantener rumbo  y altitud estables la hacían insustituible. La otra era el deseo de conseguir la competencia lingüística en inglés para poder volar al extranjero. Paloma y yo nos lo habíamos propuesto como objetivo y tendríamos que pasar un examen al que nos apuntamos en la primavera del 2011. Si lo pasábamos, carta blanca para volar fuera de España. Pero ay amigo, fácil de decir pero bien difícil el inglés aeronáutico. Yo he vivido en Inglaterra, Estados Unidos y en Canadá de forma estable y trabajando. He viajado por todo el mundo, he dado innumerables charlas médicas en inglés y creo que más o menos lo hablo correctamente. Pero el inglés aeronáutico es una jerga muy difícil de adquirir, por mucho inglés que sepas. Para su preparación, escuchábamos cintas de conversaciones entre controladores y aviones que nos desesperaban más aún…no cogíamos nada.

En fín, decidimos prepararlo, teníamos hasta la primavera. Ya veríamos qué hacíamos… En cuanto a la ruta, hubo una propuesta de Alfonso que nos cautivó: ir a Sicilia. El hablaba el Italiano correctamente, se casó con una Italiana y tiene una preciosa hija que vive en Pisa. Su tendencia a todo lo italiano nos lo hacía desear a todos en nuestras charlas. Aunque en principio ese era el objetivo, la cosa se fue torciendo por el desarrollo de la guerra en Libia, lo que hacía de Sicilia un punto estratégico que podía dificultar la aviación general en su espacio aéreo. Enseguida surgió una alternativa. Si no podía ser Sicilia, pues ahí estaban Córcega y Cerdeña, otras islas del Mediterráneo que también nos cautivaban. Y así fue, esa ruta escogimos. Primero iríamos a Menorca desde Córdoba y de allí a Cerdeña primero y a Córcega después, para volver vía Menorca a Córdoba. Ya habíamos establecido un vínculo con Menorca como punto clave en nuestros vuelos que se volvería a repetir, no solo en este vuelo sino en otros posteriores. Nos encantaba la isla, su aeropuerto, sus vistas y su comida. Nos sentíamos bien allí.

Ruta spirit of Corpal julio 2011

Sin apenas darnos cuenta llegó la Primavera y el inglés aeronáutico se convirtió en un tormento. Paloma y yo entrenábamos con cintas que más que animarnos nos desesperaban aún más. Optamos por hablar con supuestos controladores, frases hechas para que al menos nos entendieran y respuestas sobre posición, altitud e intenciones, aunque no respondieran a las demandas concretas. Lo difícil era colacionar lo que los controladores dijeran, pero más que nada era el examen lo peor. Por fin llegó el día. Como unos 20 pilotos esperábamos nuestro turno. Un examinador venía de Madrid para efectuar el examen en la escuela de Fernando Espejo, que consistía en 3 partes. En la primera, te aislaban en un cuarto con papel y lápiz delante de un ordenador y unos auriculares. A través de ellos, escuchabas una conversación entre la torre y un avión o con varios aviones a la vez. Si tenías suerte, en vez de conversación te podía salir un ATIS, o información grabada del aeropuerto sobre las condiciones atmosféricas, pista en servicio y otras cuestiones necesarias para toda aeronave que inicia su puesta en marcha. Dicha información siempre era más clara y más fácil de entender. En total, eran 5 grabaciones distintas a cada alumno. Las podías escuchar 2 veces, tomando notas de lo que en ella se decía. Al finalizar la segunda, salían en el ordenador 2 preguntas consecutivas por conversación con 5 posibles respuestas, una de ellas sólo válida. Este primer test era eliminatorio y no podías tener más de 4 fallos de las 10 preguntas que te hacían. Si lo pasabas, ibas a una segunda parte enfrente del examinador que hacía de controlador teniendo tú que responder y colacionar todo aquello que te dijera. Esta parte ya era más llevadera porque era una conversación directa y sin el ruido e interferencias de una radio a través de unos auriculares. También esta parte era eliminatoria.

Finalmente, y sin solución de continuidad, ya la conversación era en un inglés normal y te preguntaba sobre cosas personales, como tus aficiones, tus horas de vuelo, a qué te dedicabas etcétera, ya un tipo de examen mucho más relajado y sencillo. Las 2 últimas partes eran grabadas por una cámara como garantía para el examinador para con AESA. Tanto Paloma como yo aprobamos con un nivel 4 sobre 6, lo suficiente para ya poder planificar y ejecutar los vuelos programados. Yupiiiiiii…..!!!!!

Se acercaba el momento del vuelo y Alfonso no podía esperar. La ilusión por la aventura le desbordaba y con frecuencia llamaba por teléfono tanto a Paloma como a mí, largas conversaciones por la noche sobre aspectos técnicos, lugares que visitaríamos, aeropuertos, manejo de la radio y, en definitiva, el sueño de volar…como dijo en sus escritos, “nunca me sintí más libre que volando el Spirit of Corpa,l nuestro avión”.

Por otro lado, Paco Martinez debía trabajar en protección de incendios en Logroño coincidiendo en parte con los días seleccionados, por lo que fue baja para el viaje. De manera que iríamos Paloma, Alfonso y yo. El día de partida era el 20 de Julio, Miércoles. Volaríamos directamente, desde Córdoba a Mahón, donde pasaríamos un día en el Hotel Punta Prima, que nos había fascinado a todos el verano anterior. Al día siguiente 21, volaríamos a Cerdeña donde pasaríamos 2 días. El 23 Sábado haríamos el vuelo a Córcega, donde estaríamos 3 días. El 26 volveríamos a descansar 2 días a Mahón en el mismo Hotel y ya el 28 Jueves, vuelo final LEMH-LEBA. El plan estaba hecho al detalle, los vuelos super-repasados, las consignas establecidas, la ilusión a tope y las expectativas insuperables.

Éramos conscientes de que miles de sorpresas, anécdotas y posibles incidentes estaban a la espera y nosotros listos para disfrutarlas. La noche previa volvimos a cenar en El Envero, lugar que se convertía en la puesta a punto de todo lo programado, de expresar cada uno su afán y de reír con los escenarios teóricos que Alfonso bromeaba, vaticinios de posibles titulares de prensa y telediario tras un posible “crush” y nuestra obsesión con trasladarle a Alfonso qué tenía que hacer con la balsa si teníamos que amerizar…él no escuchaba, si acontecía lo veía imposible de ejecutar (La balsa empaquetada pesa, estaba depositada en la parte de atrás…exigía un ejercicio rápido de torsión y fuerza difíciles, demasiado para él en momentos de stress…). Decía que, como mucho nos la daría a nosotros pero que él se quedaría sentado en el avión. En la cena estuvo, como es natural su discípulo del alma, mi hijo Javier quien no sin miedo admiraba nuestra osada aventura…más aún con su padre de piloto al mando. Como digo, todos reímos en la cena de despedida. Pero a la cama coño, que mañana la que se nos avecina…, vecina.

A la mañana siguiente recogí en un taxi a Alfonso en el hotel y nos dirigimos al Aeropuerto. Allí estaba el gran Paco para despedirnos. Con los dientes largos se identificaba con nosotros y con el plan. Le hice una foto con Alfonso ante el avión que me gusta mucho. Enseguida al avión y a tomar el vuelo. Despegue por la 21, viraje a punto Eco y desde allí en ascenso rumbo 095. Subimos inicialmente a 7000 pies y pasamos la sierra de Jaén. Con rumbo 50 dejamos Albacete a la izquierda, Murcia a la derecha y nos adentramos en el país Valenciano. Salimos de la costa a 8000 pies de altitud al sur de Valencia. Desde allí, de nuevo rumbo 70 para cruzar el norte de Mallorca hasta alcanzar la costa suroeste de Menorca.

El vuelo resultaba muy placentero, muy buenas vistas, vuelo nivelado y sin turbulencias. Con el rabillo del ojo contemplaba como, a ratos, Alfonso detrás hacía pequeños ensayos de cómo abordar la balsa. De necesitarlo sé que al final lo hubiera conseguido. La aproximación y la toma fue perfecta y la duración del vuelo fue de 3 horas y cinco minutos.

Primer vuelo Córdoba- Mahón

Pronto nos hallamos en la recepción del Hotel Punta Prima brindando con champagne. La palabra era euforia. Tras tomar algo en el bar piscina, descanso y relax en sus excelentes habitaciones. La cena fue, otro año más en el Cranc Pelut. De nuevo, deliciosa cena en una atmósfera increíble, con Alfonso genial en las conversaciones. Todas fueron sobre el vuelo así como consideraciones sobre el que íbamos a hacer al día siguiente. Por primera vez, íbamos a manejar la radio en inglés. Algo que no había más remedio que afrontar. Recordábamos las cintas in-inteligibles con las que preparamos el examen de competencia lingüística la primavera anterior. Nos deprimía el pensarlo. Ahora había que ponerlo en marcha. A dormir, que mañana verás…

Llegada hotel Punta Prima Menorca
Cena en Cranc Pelut

Al día siguiente llegamos al aeropuerto e hicimos el plan de vuelo. Salimos por la pista 01. Rumbo sur a 1000 pies hasta punto Sierra y de allí en ascenso rumbo 80 una vez más. Dejamos de ver tierra enseguida para solo ver mar alrededor y algunas nubes. El horizonte no identificaba la intersección del mar con el cielo, por lo que había que estar muy pendientes del bastón y bola en el cuadro. Enseguida Mahón nos pasó a una frecuencia con Marsella que controlaba nuestro vuelo. Reiteradas llamadas que hicimos nunca fueron contestadas, por lo que continuamos nuestro rumbo a Alguero inalterable. En poco tiempo de vuelo contactamos primero con Roma y de allí nos pasaron a la torre de Alguero. La Torre muy amable y con un inglés entendible, nos guió la aproximación y nos autorizó a aterrizar. La toma fue buena, nos dirigieron a la zona de parking, cerca de un avión grande de la Fuerza Aerea de España. Alguna delegación debía de estar allí. En el Aeropuerto alquilamos un coche hasta llegar al Hotel Punta Negra, en un pinar junto al mar. El hotel tenía una espléndida piscina que casi se confundía a la vista su prolongación en el mar. Paloma no desaprovechó la ocasión y se dio un magnífico y largo baño con una gran vista ante sus ojos.

Baño en Hotel Punta Negra

La tarde de nuestra llegada fue placentera. Con el coche alquilado exploramos los alrededores y cenamos en un sitio en el puerto un pescado excelente. Hacía calor esa noche. Nuestro hotel estaba en un paraje frondoso con bosque de nutridos pinos. Al volver al hotel y aparcar el coche, nos envolvió un ensordecedor concierto de Chicharras…la cosa era increíble. Nos paramos a escuchar y allí mismo surgió la conversación…Alfonso elucubraba sobre cómo contaría aquello, le era inaudito e indescriptible, hablamos de su significado, dudamos sobre si nos dejaría dormir, reímos con el concierto y Alfonso lo grabó en su móvil…ya no lo tendría que contar, solo reproducir. Entre risas nos fuimos a dormir otra vez en plenitud, con el alma henchida… Al día siguiente, día 22 de Julio, nos fuimos de excursión por la isla. Por la mañana, visitamos la ciudad y enseguida buscando costa y, si posible alguna playa. Tuvimos suerte y, aunque costó aparcar dimos con una playa agradable. Comimos en un chiringuito y sesteamos en la playa. Al atardecer, seguimos por la costa oeste para pillar la puesta de sol. Hacía un día claro espectacular. Paramos e hicimos fotos. Aunque satisfechos con los vuelos y los controladores, sabíamos que el próximo a Córcega sería más complejo. Hablábamos al respecto mientras disfrutábamos del entorno, de la temperatura y de la increíblemente bella puesta de sol. Cenamos en un buen sitio de pescado y marisco.

Puesta de sol en Cerdeña
Disfrute y salida al ocaso
Puesta de sol
Excursión por Cerdeña
Playa la Pelosa, Cerdeña

El día 23, tras el “briefing”, al aeropuerto. Soltar el coche y hacer el plan de vuelo  LIEA LFKF. El tiempo era ventoso y nuboso, y sabíamos que más iba a arreciar una vez en el estrecho de Bonifacio que teníamos que cruzar. Despegamos con rumbo 35 y costeamos a 5000 pies. El mar estaba encrispado y había movimiento en el vuelo. Subimos hasta Punta Falcone, para virar rumbo norte y cruzar el estrecho a Córcega. Hasta ese momento el vuelo, aunque algo tenso, estaba resultando agradable. Pero las cosas iban a cambiar. Alguero nos pasó al controlador francés, que no nos dijo ni mu… El movimiento se acentuaba conforme entrabamos en Bonifacio y el mar enfurecido. Al acercarnos al sur de la isla decidimos contactar con la torre de LFKF, que tampoco se pronunciaba hacia nosotros. Bajamos a 1000 pies sobre el terreno en el punto sierra y, al no recibir notificación alguna, decidimos tras un 360 de duda dirigirnos  perpendiculares a la pista para iniciar circuito viento en cola izquierda a la pista … Cada paso lo comunicábamos pero, o no hubo respuestas o nosotros no llegamos a captarla. El caso es que llegamos a base sin saber si estábamos autorizados. Decidimos esperar orbitando en la intersección viento en cola-base. El lugar era un valle y cuando orbitábamos a 1000 pies del fondo del valle, eran muchos menos pies cuando cruzábamos la ladera. Hacía viento racheado y el avión se movía bastante. Concentrado en la maniobra, veía con temor a veces el ala izquierda muy cerca de los árboles de la ladera. Repetíamos la posición y nada nos decían, eso sí, no paraban de hablar con otros aviones. La ECJJF era ignorada. No podíamos comprender. No sé cuánto tiempo estuvimos orbitando con el mencionado peligro pero la cosa resultaba ya molesta, de manera que, en un arrebato, cogí el micro y dije textualmente…”ECJJF, are we clear to land yes or not?”… fue el detonante esperado, con un tono de cabreo nos contestó que NO estábamos autorizados, que persistiéramos orbitando donde estábamos, un vuelo comercial estaba en la senda. De manera que a seguir. En cada órbita buscábamos el avión aproximándose pero aquello no sucedía. No exagero si digo que esto no ocurrió hasta pasados 15 minutos desde la reprimenda. Al fin vimos como el avión se aproximaba y tomaba tierra. Al abandonar la pista, por fin fuimos autorizados a aterrizar. La toma, con viento racheado fue algo más compleja pero a mí me pareció perfecta. La duración del vuelo fue de 49 minutos, gran parte de ellos orbitando.

Vuelo a Córcega
Vuelo a Córcega,Spirit of Corpal
Paloma Requena, José Suárez y Alfonso Medina-Fernández en viaje a Córcega
Vueltas y esperas hasta aterrizar en Córcega

Pero cuál fue nuestra sorpresa cuando al pié del avión esperaba un gendarme para pedirnos todas nuestras acreditaciones, incluida la competencia lingüística…según decía no habíamos colacionado  unas instrucciones que nunca oímos. Uno puede no entender algo, pero sabe siempre cuando te llaman con tu nombre ECJJF… pero en fin, superamos el último escollo,eso creíamos. Al aparcar el avión hacía mucho viento y no disponíamos más que de un calzo, tampoco de cuerdas para anclaje. En la oscuridad del ya atardecer, Alfonso y yo buscamos piedras que hicieran de calzos…y las encontramos, Alfonso encontró un peñasco que le costaba transportar. Seguro que funcionaron porque el viento iba a más. Alquilamos el coche en el aeropuerto y tras un buen voltio por la ciudad buscando el hotel al fin lo encontramos. El hotel no estaba mal y la cosa se tranquilizó. Hacía más fresco. Cenamos una buena hoya de mejillones y bebimos vino. Fue una cena agradable. Con las copas de vino y la buena cena, llegó el despelote por todo lo que había pasado. La verdad es que nos parecieron unos desagradables controladores que solo respondieron claro con la concreción  “yes or not”… Para nada parecidos a los de Cerdeña. Paloma y Alfonso se descojonaban con la contundencia del ”yes or not”. Alfonso contaba que cuando vio venir al gendarme a pedir datos, con cara de pocos amigos y pistola al cinto, le entró un mal. Siempre le ocurría. Se sentía mal con cualquier policía. Se veía siempre en prisión, no lo podía remediar. También temía que nos quitaran la licencia, pero aunque “cagaos” toda la aproximación, cumplimos perfectamente con las reglas de la aviación civil, y fueron ellos los que se mal comportaron. Lo cierto es que los chistes y las risas acabaron con las tensiones del vuelo. En una atmósfera de relax, nos tomamos una copa en una terraza próxima al hotel y nos fuimos a dormir. Paloma miraba la meteo del aeropuerto y veía que el viento arreciaba…, temía que el avión no estuviera suficientemente sujeto. Alfonso especulaba con que el avión se desplazase e impactara con un avión cercano bien sujeto…¿Quién iba a ir de nuevo al aeropuerto si así ocurría?…los mismos…¿qué diría el gendarme?…estos a la cárcel sin más. De nuevo entre risas nos fuimos a descansar. Good night!

Cena de relax en Córcega
Cena en Córcega
Cena en Córcega, mejillones al vapor

En Porto Vecchio estuvimos la tarde-noche de la llegada y 2 días más. Llegamos en fin de semana. Lo pasamos bien, sitios bonitos. En una plaza con soportales asistimos por suerte al mini-concierto con el que un violinista callejero nos obsequió. Paloma lo grabó en video, fue genial. La gente seca, aunque educada. El hotel estaba cerca de una bahía y una tarde comenzamos a ver como aviones contraincendios amerizaban en la bahía para tomar agua y despegar de inmediato, así uno tras otro. Un importante incendio en las cercanías. El Domingo 24 cogimos el coche y nos fuimos de excursión. Visitamos el sur de la isla, llegando al mar, de nuevo hacia Bonifacio. Acantilados espectaculares junto a bellos puertos protegidos por la montaña. Viento importante que traía frita a Paloma…no paraba de mirar la meteo. Alfonso contemplaba el mar desde el acantilado y flipaba con el vuelo y las piruetas de gaviotas, alguna de las cuales permanecía inmóvil al viento, con las alas desplegadas. Le gustaría ser gaviota y manejar así el viento para sustentarse. Hicimos fotos bonitas. El paisaje bello, montañoso y verde, junto al mar Mediterráneo.

Visitando el sur de la isla, Alfonso y José
Visitando el sur de la isla. Alfonso
Acantilados al sur de Córcega

Las comidas y cenas fueron buenas. Era una zona turística y había muchos restaurantes. Nos recomendaron uno, junto al mar a unos 10-15 minutos en coche de nuestro hotel, en una carretera de costa. Allí llegamos y cenamos muy bien, con una vista preciosa. Gran día de relax y descanso, lo que siempre proporcionaba las cosas de Alfonso, siempre tan geniales. Hablaba con pasión de la aviación, lástima no haberla conocido de joven, decía, pero ante las dificultades de la llegada a Córcega se veía deprimido…”cuánta dificultad”. El comparaba un vuelo con un cateterismo terapéutico en un paciente grave. Ante las dificultades, tienes que tensarte y dar lo mejor de ti. El procedimiento puede ser largo, pero hay que aterrizar con éxito y finalizar el procedimiento, aunque siempre dentro de un acontecer en el que es posible el “crush”… Yo también estoy de acuerdo en que un vuelo se parece a un cate. Los hay sencillos y los hay complejos y llenos de vicisitudes, insospechadas o no, que siempre obligan a improvisar. Y en ese sentido, admiro la capacidad de improvisar de Paloma en los vuelos y la de Alfonso en los cates. Unos “craks”. De vuelta al hotel y a la cama, a descansar. El lunes 25 fue un día más tranquilo, paseamos por el pueblo. Se veía alto nivel, muy turístico de franceses continentales e infinidad de terrazas y sitios para almorzar o cenar. El viento continuaba, pero Paloma, meteoróloga experta, sabía que iba en descenso, La incógnita era qué habría pasado con el avión, abandonado a la carrera para salir por fin del aeropuerto antipático. Las rachas violentas de viento racheado frente a un avión de importante superficie alar y mal sujeto daban que pensar… El aeropuerto estaba cerca, por lo que decidimos ir a hacer una inspección desde fuera. Alfonso auguraba una catástrofe y Paloma casi también. Al llegar, el avión se veía desde el exterior y permanecía en su sitio y el viento aflojando. Un respiro, un alivio. Al día siguiente la partida hacia Mahón. De vuelta al hotel, un descansito y a seguir. Las habitaciones estaban bien, pero fuera de ellas no había un sitio de reunión, por lo que adoptamos como sala de operaciones un descansillo del ascensor donde había unos sillones. Allí nos sentábamos para hablar y programar el vuelo del día siguiente. Alfonso acudía con su gorra y su hatillo…él no llevaba maleta, solo un hatillo que a veces transportaba. Hicimos el “briefing “ y nos cambiamos para ir a cenar a un Bistro  cercano y apetecible. Como siempre, lo pasamos bien y reímos mucho.

Viento en Córcega
Mar de Bonifacio
Cena agradable en Córcega
Alfonso con su hatillo, preparado para el "Briefing"

Al día siguiente, 26 Martes, fuimos temprano para el aeropuerto. Había algo en los tres que nos hacía desear salir de la isla. Estuvimos bien, pero había algo maldito en el aeropuerto que nos impulsaba a despegar cuanto antes. Entregamos el coche y fuimos a hacer el plan de vuelo. Sequedad absoluta de los empleados. Pensarían…estos son los del follón del otro día…nosotros completamos todo, pagamos las tasas y una vez pasados los controles nos dirigimos con prisas hacia el avión. Seguía intacto y los peñascos hicieron su labor. Alfonso quería dejar el suyo en la pista…pesaba mucho… Finalmente los retiramos, repostamos e hicimos la inspección externa. Todo estaba bien. Ya en cabina, contacto con la torre y permiso para puesta en marcha con plan de vuelo autorizado. Nos hicieron entrar en pista para “back-track” a la cabecera de pista. En el trayecto a la cabecera comenzó a sonar un ruido en el tren que fue en aumento y que hacía vibrar todo. Paloma rápidamente decidió volver al parking y revisar el tren. Allí solicitamos ayuda técnica, pero tardaban mucho. Paloma revisó concienzuda y encontró un obstáculo en la rueda izquierda por protrusión de una pieza que pudimos separar. Una vez solucionado, nuevo permiso de puesta en marcha y de nuevo “back-track” a la pista. Ya no había vibraciones ni ruidos raros. En apartadero prueba de motor y cuanto antes solicitud de “clear for take off”. Ya en carrera de despegue, gran alivio, por fin parecía posible salir de ahí. Y ya en vuelo, no digamos. Rumbo de pista hasta punto W y luego viraje a rumbo 245 en ascenso a 7000 pies. Nos pasaron a Marsella pero ni caso, seguimos nuestro rumbo y altitud en un vuelo placentero de gran visibilidad. El vuelo duró 1 hora y 50 minutos y la llegada a Mahón con buen trato de controladores y entrada sin esperas. Buena toma y gratísimo sentirnos allí. Ya nos habíamos hecho amigos de los del Handling y, tras repostar, nos llevaron dentro y se ofrecieron a hacernos el plan de vuelo para salir a las 11 horas del día siguiente. En eso quedamos. Taxi al hotel Punta Prima…un paraíso para nosotros, muy bueno estar allí de nuevo. Fantásticas instalaciones con acceso a la playa y habitaciones de ensueño. Baño turbillón con espuma al llegar y almuerzo ligero en el bar de la piscina. Siesta y posterior disfrute de las instalaciones del hotel. Al atardecer, copa en la terraza del hotel con la puesta de sol ante nuestros ojos. Hicimos fotos tras la programación del vuelo. Pedimos un taxi y nos fuimos a cenar al puerto de Mahón, en teoría iba a ser la última cena pues salíamos al día siguiente para Córdoba. El restaurante era un barco anclado y tenían buen pescado. Cenamos muy bien. Tras un paseo posterior por el puerto, vuelta al hotel y a dormir. Sin embargo, Paloma no veía muy bien la meteo del día siguiente.

Hotel Punta Prima Menorca
Baño de espuma en Hotel Punta Prima Menorca
Copa y relax en hotel Punta Prima, Menorca
Copa y relax en hotel Punta Prima
Cena en Mahón
Cena en Mahón, Alfonso y José
Cena de despedida Mahón
Cena Mahón
Cena en la mejor compañía, Mahón
Noche en Mahón, Menorca

En efecto, por la mañana del 27, la meteo empeoró, por lo que la jefa vio más prudente quedarnos un día más en Mahón, porque el tiempo iba a mejorar. Lo arreglamos con el hotel y con el Handling y cambiamos el plan. Tras el desayuno, a la playa. Comimos en un chiringuito pasando unas rocas que estuvo bien. Auténtica placidez y risas felices con los comentarios de Alfonso. También hablamos de cosas serias como filosofía de la vida y del destino de las personas y, sobre todo, de aviación. La curiosidad de Alfonso sobre los vuelos era extraordinaria. A Paloma y a mí nos encantaba. Se fijaba en detalles curiosísimos. En los vuelos estaba atento pero no hablaba, pero en tierra todo eran preguntas. Le maravillaba cómo el ser humano había conseguido poder sustentarse en el aire. Por mucho que hubiera volado en aviación comercial, todas las consideraciones sobre el hecho de volar las hizo en nuestros vuelos…le fascinaba la libertad que proporcionaba y estaba obsesionado con aprender. Ahora, eso sí, lo tenía muy claro, nunca se examinaría para hacerse piloto. Ni un solo examen más en su vida. A él le bastaba con volar con nosotros. La tarde se hizo placentera y estábamos tan a gusto que decidimos cenar en el hotel. Al terminar, entramos en un show que había para extranjeros un tanto hortera, por lo que copa y a la cama. Gran dormida nos esperaba. Mañana sí que sería el último vuelo.

Y en efecto, el final de la aventura llegaba a su fin. Desayuno y taxi al aeropuerto directos a aviación civil. Con el plan de vuelo hecho, pasar los controles y al avión. Hacía bastante viento pero era fundamentalmente de cara, aunque con fases racheadas. Puesta en marcha y salida por la pista 01. Nos mandaron a punto November y desde allí viramos a rumbo 210 ascendiendo a 8000 pies. Los controladores bien y enseguida nos pasaron con Palma, que nos controló un buen tiempo tratando de pasarnos con Barcelona, pero Barcelona no decía ni mu…, por lo que volvimos a control de Palma. Cruzamos al sur de Mallorca y pasamos por encima del aeropuerto de Ibiza, con Formentera a la izquierda. Había una gran visibilidad y el paisaje era insuperable. Las fotos también insuperables. El vuelo fue bueno, con turbulencias al entrar en la península al sur de Alicante y de allí, rumbo 270. Tras cruzar la sierra de Jaén directos  hasta Córdoba, entrando por el norte. Fue el vuelo más largo, duró 3 horas y 25 minutos, con viento en cara. La toma en casa fue perfecta, aunque al llegar, calorazo de narices, pero muy contentos.

Aeropuerto de Menorca
Vuelo final Mahón Córdoba
Vista aérea Menorca
Vista aérea Sur de Ibiza
Aeropuerto de Ibiza
Vista aérea Formentera y Alicante

Paloma abrazó a su Wilma que le cuidó Paco y ya no se separó de ella. Alfonso y yo, taxi a casa, baño en la piscina y charla enorme en el jardín con copas y otras cosas. Estado exultante de bienestar y profunda amistad y compenetración. Cenamos lo que improvisé y le llevé al hotel. Salía al día siguiente para Las Palmas con ave a Sevilla temprano. Nos dimos un gran abrazo de despedida y fin de la aventura. El 2012, solo esperaba para un nuevo vuelo Spirit of Corpal. En su trayecto a Las Palmas escribió sobre sus sentimientos al volar. Al llegar me envió el escrito, que aquí reproduzco:

 

Desde el Alegre infinito

Desde la altura

Mirando hacia abajo donde están las nubes

Siempre arriba en tantos momentos de mi vida

Me siento bien en los aviones, pájaros nobles lejos de la ilusión del hombre

Me siento bien en su microclima

Me siento bien porque no hay horizontes solo el espacio infinito

Me siento bien porque no hay vecinos que te aturden sino la humanidad fraterna.

Soy menos huérfano mientras vuelo

Soy más amigo de los hombres

Más solidario con el destino

Siento que la vida es un instante sublime en el que vuelo

En tierra, aturdido, aquí arriba un gigante

Desde aquí un beso redondo que toma las curvas del espacio.

¡¡¡VIVA CORPAL!!!

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