-Un nuevo escrito para continuar rememorando vuelos junto a personas excepcionales

Otro año más pasó casi sin darnos cuenta. ¿Cómo puede volar tan rápido el tiempo y, a la vez, cómo lo podemos encasillar en nuestros cerebros para rememorarlos recuerdos pasados con la parsimonia y pausa requerida, aquella que deleita el revivirlos?. No se me viene a la memoria todo lo que pasó ese año, probablemente porque pasó lo de siempre: trabajo y más trabajo, empeños múltiples, viajes y entrega a la profesión. Sin embargo, no se apartaba de nuestras mentes los vuelos anteriores ni el que íbamos a programar para Julio del 2014. Tanto por teléfono como en visitas mutuas, me gustaba comprobar que Alfonso seguía excitado con la nueva aventura que planeábamos. A Alfonso ya no le atraían en la vida los momentos sin intensidad. Había descubierto una forma de aventura arriesgada, sin garantías quiero decir, visitando sitios por nuestra cuenta y planificando y ejecutando vuelos que colmaban su afán por la aeronáutica y por  la propia aventura. La cosa la teníamos clara. Este año llevaríamos de nuevo la ECJLY, la misma avioneta que utilizamos el año anterior. Por tanto, Paco no cabía aunque tampoco podía por sus obligaciones. La tripulación la misma. Al mando de todas las operaciones la gran Paloma-Amelia, como Alfonso le llamaba, él atento a todo y yo como piloto al mando. Saldríamos de Córdoba el 16 de Julio,  miércoles,  y volaríamos directo a Melilla. Allí estaríamos hasta el jueves 18, que cruzaríamos otra vez el estrecho en dirección a Granada. Alfonso tenía ilusión en visitar Granada, ciudad en la que vivió sus años de estudiante de Medicina. Allí estaríamos un día y al siguiente 19 iríamos a Palma De Mallorca, quizás con alguna escala técnica. En Palma estaríamos 2 días y el 21 volaríamos a Zaragoza, donde pernoctaríamos  para salir el 22 a Asturias para visitar a nuestro amigo Luis Mendivil, que tanto afán había puesto en invitarnos a su increíble casa en los montes de Asturias. Allí estaríamos 2 días y, finalmente, el 24 volaríamos de vuelta a Córdoba con escala técnica en Valladolid. Se trataba de hacer un nuevo “Iberia counterclokwise”. El momento se iba acercando y tanto Paloma como Alfonso y yo crecíamos en excitación.

-Primer tramo Córdoba-Melilla (LEBA-GEML):

Alfonso llegó a Córdoba 2 días antes de la partida. Como siempre, se alojó en el Hotel AC al lado de la estación. Mi querida amiga y secretaria Lidia ya tenía confeccionado lo que llamábamos “el libro gordo de Petete”, un compendio aeronáutico de los aeropuertos a visitar junto a sus posibles alternativos. Siempre adornaba con fotos la portada y separaba para su rápido acceso cada aeropuerto. Gracias siempre Lidia. Esos 2 días estuvimos los tres pilotos preparando los vuelos, especialmente el primero, en el que cruzaríamos el estrecho. A Paloma le preocupaban 2 cosas; una, la meteo yendo en visual, y la otra el tener que subir para ajustar al máximo el combustible y reservar para la vuelta, ya que en Melilla no hay combustible para avionetas AVGAS 100, sólo Keroseno para aviones  grandes. De manera que había que ahorrar combustible, tanto a la ida como a la vuelta. De esto y de muchas más cosas estuvimos departiendo en el jardín de casa al atardecer. La última noche, como no podía ser menos, la clásica cena en el restaurante El Envero, a la que siempre asistían Paco Martínez y mi hijo Javier. En la cena, también como un ritual, Alfonso enumeró todas las situaciones de peligro que se avecinaban en un tono muy gracioso y exagerado. Volvió a insistir sobre cómo sería el titular del posible “crush” y reímos mucho en esa cena. Paloma le frenaba un poco y le hacía ver su papel primordial en caso de amerizaje. Debía de ocuparse de sacar la balsa antes de que el avión se hundiera. El decía que seguramente no podría…De Javier siempre se despedía en estas cenas de una forma especial, con un abrazo que le dice…”por si no nos vemos más”… Sé que a Javier eso le provocaba cierta angustia. En fin, había que dormir. Buenas noches, buenas noches…

Como de costumbre, recogí en taxi a Alfonso en el hotel y nos dirigimos al aeropuerto. Allí nos esperaban Paloma y Paco, junto a Rocío, la entrañable secretaria de Trabajos Aéreos Espejo. El plan de vuelo estaba hecho. Cargamos en el avión el equipaje, yo con una maleta pequeña, Alfonso con un hatillo y Paloma con una maleta más grande con todo lo que iba a necesitar. Peso total ajustado y en posición. El avión recién revisado y con los depósitos llenos. Fotos y despedidas y al avión. Despegamos por la pista 21 y, al abandonar el circuito, en ascenso con rumbo 168 hasta alcanzar 7000 pies.

Antes de partir en Aeropuerto de Córdoba

A partir de ahí, Paloma ajustó al máximo el paso de hélice  y la mezcla, para el más bajo consumo. El tiempo en el sur peninsular era bueno y la visibilidad también, obsequiándonos con hermosas vistas desde arriba. En menos de una hora de vuelo alcanzamos la costa y comenzamos la ruta del estrecho por el mar de Alborán. Ya bien adentrados en el mar, comenzaron las nubes y tuvimos que subir a 8000 pies. Al poco, todo eran nubes por debajo y acercándonos a la costa africana. Al contactar con Melilla torre, nos pidió que confirmáramos que estábamos en visual. Realmente no lo estábamos, porque las nubes no dejaban ver el mar. Le dijimos que sí. Paloma estaba segura de que al pinchar nubes íbamos a salir por encima de los 1000 pies requeridos. En la aproximación a Melilla hay que tener muy presenta un monte pico llamado Tres Fourches que sobresale en el mar y que ha sido objeto de accidentes previos. Por eso, descendimos poco a poco y viramos pronto ala izquierda para no toparnos con el macizo. En efecto, salimos de nubes por encima de los 1000 pies, lo que nos permitió hacer el circuito para entrar por la pista 33. El aeropuerto está en plena ciudad y la entrada por el puerto en base, para luego virar a final de la 33, fue majestuosa. La toma fue buena y aparcamos en aviación civil en un puesto asignado, cerca del edificio principal. Tiempo de vuelo 2 horas, 13 minutos. Al bajar del avión, se nos acercó un guardia civil y confirmó nuestras intenciones de estar 2 días allí. Enseguida un taxi y al Parador de Melilla. El hotel está en alto sobre la ciudad y desde él hay unas vistas magníficas. Descansamos un rato. Almorzamos algo en el hotel y, en seguida, taxi a la ciudad. Estuvimos paseando, era Ramadán y las calles y comercios muy animados. No conocía Melilla y me gustó tanto la ciudad como el ambiente. Al atardecer subimos al Parador, donde charlamos sobre las incidencias del vuelo con una copa para pasar a cenar austeramente, como en todos los Paradores. El día siguiente estaba planificado. Haríamos un “tour” en taxi por toda la ciudad, deteniéndonos en puntos fundamentales. Así lo corroboramos y a dormir.

Estrecho por el mar de Alborán
Melilla desde el parador

Después de desayunar churros, (me encanta que sea una opción en todos los Paradores), pedimos un taxi, con el que haríamos el recorrido. El taxista amable, asumió el papel de guía. Primero nos dio una vuelta por el centro de la ciudad, con edificios bonitos y plazas singulares. La primera parada fue para visitar el  museo municipal con salones y patios espléndidos con pinturas interesantes. A todos nos gustó y nos dio un toque melillense  muy propio y agradable. 

Museo principal
Paseando por Melilla
Paseando por Melilla

Desde allí fuimos a lo alto de la ciudad, donde hay un fuerte militar con la bandera ondeando que mostraba una vista de la ciudad espléndida. Alfonso disfrutaba de la visita pero advertía de la atmósfera militar que impregnaba la ciudad. Hacíamos bromas con ello y se retrató con la bandera nacional. Después de hacer fotos, nos fuimos.

Estando en las afueras de la ciudad, el taxista se ofreció a que visitáramos la valla que separa España de Marruecos, que tanto es objeto de noticias en el telediario. A ella nos dirigimos y la recorrimos con parsimonia. Patrullada por la guardia civil, junto a puestos vigía dispersamente dispuestos. En un punto, paramos e hicimos fotos. Alfonso se hizo un selfie con la valla detrás que yo capturé. Continuamos y llegamos al punto fronterizo. A ambos lados se veía multitud de personas de mayoría árabecon enormes bultos pendientes de cruzar el borde en una u otra dirección. Creo que esta última imagen nos quitó las ganas de seguir en la valla. Quedaba una cosa muy recomendada y era visitar el museo del Ejército.

Melilla es una plaza militar en el norte de África que siempre presume de su españolidad y ambiente militar. El museo tenía una ubicación difícil para el taxista poder esperar, por lo que quedamos en avisarle. La entrada majestuosa abría a un patio central y a una escalera. Distribuido en 2 pisos  amplias estancias junto a pequeños stands de diferente significado. A la entrada había un apartado aeronáutico con una gran hélice de avión en cuyo recinto se introdujo Paloma para ser fotografiada. Se notaba que el museo tuvo su auge en la etapa franquista, porque existían aún cosas como su estatua, objetos personales y hasta grabado el último parte de guerra. Con todo, interesante evolución del armamento e imágenes de trincheras y otros escenarios bélicos.

Alfonso lo odiaba y le fascinaba a la vez, haciéndome notar montones de cosas que a mí me habían pasado desapercibidas. El, se pateó de arriba abajo el museo y, paradójicamente, fue el que más lo disfrutó. Algo muy característico de la personalidad de Alfonso es ser capaz de odiar algo y sentir fascinación por su escrutinio. El, como yo, nacimos y vivimos en el franquismo, en cuyo periodo ambos nos hicimos médicos y como tales comenzamos a trabajar, él en la Fundación JiménezDíaz y yo en el Hospital La Paz. El siempre mostraba su anti-franquismo innato que siempre manifestaba sin reparo,en un ambiente médico muy liberal al respecto. Eran los últimos momentos de la dictadura  y, como referencia histórica, yo  estaba de guardia la noche del fallecimiento de su excelencia en mi hospital.

En una ocasión Alfonso me contó una historia de cuando siendo pequeño, con 12 años, Franco visitó Las Islas Canarias. Contaba, con mucha gracia, que una enorme muchedumbre, en la cual él se vio envuelto, le recibió en las calles en su coche descubierto. Miraba a su alrededor y la gente gritaba…Franco, Franco…Miraba el coche y vio su figura altiva de pie. Sin saber cómo, se sintió contagiado y, tras alzar el brazo gritó…Franco, Franco… El, después, no daba crédito a lo que le había pasado, algo que le quedó grabado y contaba con toda gracia. Algo parecido le ocurría con España como nación aún sintiéndose europeo, la amaba y sentía más de lo que él pensaba y la odiaba a la vez, sentimientos encontrados propios de su personalidad. Bueno, el caso es que terminada la visita nos fuimos a un famoso restaurante de la ciudad, donde tomamos un excelente CusCus. El almuerzo, súper-agradable, nos reímos mucho y disfrutamos de una atmósfera muy agradable. Después, paseamos un poco para bajar la comida, visitando a pie calles y plazas. De allí, taxi al Parador para descansar. Al atardecer, nos reunimos en un salón para preparar el vuelo a Granada al día siguiente y después cenamos frugalmente de nuevo en el Parador. Todo parecía claro. El combustible había sido ajustado para volver a la península en un vuelo más corto a Granada. La meteo parecía estar bien y todo era favorable. Cenamos frugalmente de nuevo en el Parador y nos fuimos a dormir. Buenas noches, noches…

Visitando el fuerte
Visitando el fuerte
Visitando el fuerte

-Segundo  tramo Melilla-Granada (GEML-LEGR):

Tras desayunar, despedida y taxi al aeropuerto. De nuevo, cruzar la ciudad para al llegar, dirigirnos a aviación civil, donde pagamos las taxas e hicimos el plan de vuelo. Estuvieron con nosotros muy amables facilitándonos información meteorológica y los trámites. Con ellos completados, pasamos seguridad y nos dirigimos al avión. Al llegar, la sorpresa fue mayúscula. Por la válvula de drenaje del plano derecho goteaba combustible.

Visitando la valla
Visitando el museo del ejército

A la llegada, ambos depósitos marcaban en más de la mitad. Al mirar, el depósito izquierdo estaba igual pero el derecho estaba vacío, había sido drenado por la válvula, que quedó destrozada. Con el combustible disponible no podíamos salir y, como habíamos previsto, no suministraban AVGAS 100 en Melilla. Menudo problema. Qué íbamos a hacer.

Lo primero fue contactar con la torre y contarles lo sucedido. Desde allí nos remitieron a la guardia civil y nos comentaron que no era el primer caso. Los oficiales, amables, tomaron nota y nos ayudaron a solucionar el problema. Efectivamente no era la primera vez que ocurría casi ante sus ojos, porque como digo el avión estaba estacionada cerca del edificio del aeropuerto.Habían forzado la válvula y habían vaciado el depósito. Lo cierto es que había que comprar en una gasolinera para coches gasolina de 98-95 octanos en grandes garrafones, transportarla al avión y tratar de llenar el depósito del plano derecho.Ante los ojos de Alfonso, descomunal tarea. Paloma hizo el cálculo. Los oficiales nos ayudaron en el diseño de cómo hacerlo. Llamamos a una camioneta taxi que nos llevó a una gasolinera cercana donde al comunicar lo ocurrido y lo que queríamos también corroboraron que no era la primera vez. En efecto, nos proporcionaron unos 8 bidones de no sé cuantos galones cada uno, siguiendo el cálculo de Paloma. No tenían gasolina de 98 pero sí de 95 octanos. Tras consulta telefónica de Paloma, cargamos la furgoneta, pagamos y para el avión. La guardia civil facilitó la entrada hasta el avión. Subidos al ala y con un embudo fuimos descargando el combustible bidón a bidón, mientras comprobábamos cómo la válvula dañada chorreaba más conforme el depósito iba llenándose. Había que pensar algo para taponarlo. Intentamos sellar pero era imposible.

Cargando combustible

Al fin dimos con algo que lo ralentizaba, pero había que ir  reemplazando cada media hora en tierra. Volando, la propia inercia del vuelo hace que la válvula no drene, pero mientras estuviéramos en tierra, el problema aumentaba. Había que salir como fuera, cuanto antes mejor. Paloma y yo fuimos a hacer el nuevo plan de vuelo. Tras despedirnos agradecidos a todos, montamos al avión, puesta en marcha con goteo visible y rápidamente en punto de espera, hacer prueba de motor. Tras autorización, cabecera de la pista 15 y despegue inmediato. Recuerdo que al subir había que virar pronto a la izquierda para evitar sobrevolar territorio marroquí. A los 700 pies, viraje a rumbo 350 tomando altitud hasta los 6000 pies. Fue tranquilizador el comprobar que en vuelo el goteo había cesado.

El día estaba claro y pudimos comprobar un denso tráfico marítimo en el mar de Alborán . Pronto contactamos con Granada aproximación e iniciamos el descenso. La entrada en costa genial, precioso paisaje. Fuimos autorizados para entrar en larga final por la pista 27. La toma, con algún bote pero buena. Aparcamos el avión, sellamos como pudimos la válvula dañada. Paloma ya había llamado para que alguien de Espejo viniera a cambiar la válvula al día siguiente. Advertimos del problema en aviación civil quien envió alguien que selló con silicona la fuga.

Vuelo a Granada

Ya, felizmente relajados, nos fuimos en taxi al hotel en el centro de Granada. Muchas emociones condensadas en la mañana. Medio almuerzo, al llegar, y siestecita. Alfonso confesó después que cuando llegó a la habitación estaba tan excitado que decidió irse a pasear por su Granada. Se pateó gran parte del centro recordando, a su aire, tantas vivencias de juventud. Amaba Granada, donde estudió Medicina. Por la tarde nos reunimos relajadamente en el hotel, comentando todas las incidencias de Melilla. La decisión del vuelo rápido tras el repostaje fue fundamental, porque si no hubiéramos tenido que volver de otra forma. Todos nos sentíamos satisfechos y para celebrarlo nos fuimos a un restaurante recomendado que está a los pies de la subida a Sierra Nevada, Casa Fernando, creo recordar, se llamaba. La atmósfera bárbara y la vista también. Cenamos bien, aunque a mí algo me sentó mal. La cena estuvo distendida y agradable, pero yo quería acostarme. Taxi al hotel y planificación del día siguiente. Buenas noches, noches…

A las 9 estábamos desayunando en el hotel. Lo primero era visitar La Alhambra. Una amiga de Granada, Elisa López de la firma Medtronic, al saber que visitábamos su ciudad, nos obsequió con una visita guiada por un guía amigo suyo. La verdad es que fue espléndida la visita. Yo había estado otras veces por mi cuenta y nada que ver. Maravillosa la forma de mostrar y explicar. Nos hicimos amigos del amigo de Elisa, hicimos muchas fotos y lo pasamos muy bien. A todos nos fascinó la grandeza y la belleza del lugar. Yo siempre pensaba que Córdoba fue el esplendor y Granada la decadencia, pero el lujo del reino Nazarí nos hizo cuestionar tal  decadencia. Almorzamos cualquier cosa y seguimos paseando por el centro. Paloma fue avisada por teléfono de que la válvula había sido cambiada. Aquello nos tranquilizó a todos. No hubiéramos podido seguir con la válvula perdiendo combustible en tierra. Descansamos un rato en el hotel e hicimos el “brieffing” de los vuelos del día siguiente. Había que llegar hasta Palma de Mallorca. Estábamos tensos y preocupados de cómo serían los vuelos. La meteo parecía buena pero lo inesperado, como en Melilla, nos hacía estar bien atentos a todas las operaciones. Sin parar de hablar de todo ello, nos fuimos a cenar a un precioso restaurante desde el que se divisaba La Alhambra iluminada, una vista preciosa. La cena fue buena y el disfrute de la compañía y del entorno propició momentos mágicos de inmensa armonía. Taxi al hotel y a dormir. Mañana jornada dura y larga. Hasta mañana.

Visitando la Alhambra
Visitando la Alhambra

-Tercer tramo Granada-Palma de Mallorca (LEGR-LEMU-LESB :

Nos levantamos temprano y a las 9 ya habíamos desayunado. Taxi al aeropuerto. Subimos enseguida a aviación civil para hacer el plan de vuelo. No podíamos llegar a Palma de un tirón, por lo que había que hacer una escala técnica para repostar. Tras informarse bien de la existencia de AVGAS 100 disponible, Paloma eligió Muchamiel (LEMU), pequeño municipio en el norte del área metropolitana de Alicante. Allí había un pequeño aeródromo de pista estrecha y corta, con aeroclub. De manera que hicimos el plan de vuelo Granada-Muchamiel, pagamos las taxas y nos dirigimos al avión. Llenamos los depósitos de combustible con la gran satisfacción de ver una flamante válvula nueva competente. Comunicamos y puesta en marcha. Salimos por la pista 09, con viraje a la izquierda hacia punto November en Colomera.

Desde allí, en ascenso hasta 6000 pies con rumbo 60. El vuelo era plácido, con preciosos paisajes cambiantes, con montes, pantanos, pequeñas ciudades, zonas extensas de grandes hélices para energía eólica y una amplia diversidad. Pasado Murcia, que dejamos a nuestra derecha, contactamos con Alicante Aproximación. Nos pidieron intenciones, pues estábamos a 6000 pies. Paloma contestó que evitaríamos bordeando el aeropuerto a 6000 pies para bajar después en la zona de Muchamiel, ya sin influencias en Alicante. La controladora autorizó pero dijo algo que no entendimos. De manera que nos dirigimos al mar para bordear el aeropuerto y entrar de nuevo a tierra en la zona de Muchamiel. Ya orientados en el mar, llamadas de Alicante con bronca de la controladora…Ella había entendido que bordearíamos el aeropuerto por la izquierda de nuestra posición, y lo hicimos por la derecha, cruzando en el mar, aunque bien arriba, la senda de aviones que entraban a Alicante desde el mar. Nos riñó y nos recomendó lectura de procedimientos que debíamos conocer…ufff, vaya rapapolvo! Ya no había otra opción que continuar. Pero aquello no había finalizado. Ya sobrepasada la zona de influencia del aeropuerto iniciamos un descenso en círculo con 360s acentuados que me pusieron en tensión, con continuas advertencias de Paloma sobre la velocidad, intentaba visualizar la pista pero aún no la veía. Ya a 1500 pies, nos estabilizamos e iniciamos un viento en cola derecha a la pista 09. La pista era enana y bien estrecha.

Al iniciar final, íbamos muy altos y tuve que hacer un motor y al aire que tampoco gustó a Paloma…es que ibas muy alto… Alfonso carraspeaba pero no decía nada. En el segundo circuito, ya a mil pies, calculé algo mejor pero precisé motor al final para entrar en pista, con una toma regular. A Paloma le habían reñido y ella me reñía a mi…qué injusticias!. Bueno, el caso es que aterrizamos y nos dirigimos a la zona de repostaje.

Entrando en Palma

Había que esperar algo, por lo que nos fuimos al aeroclub a relajarnos tomando una coca cola. Alfonso no había comprendido ninguna de las 2 riñas y quería explicaciones. Sus preguntas relajaron la tensión y reímos cantidad analizándolas y comentándolas. Hacía un día caluroso y algo ventoso. Estábamos deseando salir. Finalizado el repostaje, plan de vuelo a Son Bonet, taxas y al aire. Salimos por la misma pista que entramos, la 09. El despegue bueno y sin incidencias. Enseguida altura y rumbo 60 para salir al mar justo por cabo San Vicente. Los movimientos se calmaron al entrar al mar a 5000 pies. La vista era genial, con poca bruma. De repente, observamos que se encendía una luz roja en el alternador. Fue Alfonso el que primero lo detectó desde atrás. No comprendíamos qué era pero nos preocupaba. Según Paloma podía afectar a las comunicaciones y a todo el sistema eléctrico. Comunicamos con Palma Aproximación y pronto iniciamos descenso. Son Bonet es un aeródromo no controlado cercano y al norte del muy transitado aeropuerto de Son San Juan. Una vez autorizados por Palma, cambiamos con frecuencia aire-aire de Son Bonet 123,5 Mz y anunciamos posición e intenciones. Entramos a 1000 pies por el mar hasta punto NN, en la incineradora de Son Reus. Iniciamos circuito con viento en cola derecha a la pista 23 e hicimos una buena toma en una magnífica pista, nada comparable a Muchamiel.

Aparcamos el avión y la luz roja seguía encendida. Saludamos a alguien del aeródromo, le comentamos el tema y nos remitió a un taller que había allí. Nos pidieron que llevásemos el avión a su hangar, donde lo inspeccionaron. El alternador estaba frito y debía de cambiarse. Había 2 alternativas, o traían uno desde Espejo, lo cual podía tardar 2 días, o también ofrecían quitárselo a otro avión de ellos y ponérselo al nuestro con la condición de que Espejo lo enviara sin tantas prisas. Así lo hicimos. Dejamos el avión allí  y nos dirigimos en taxi a la ciudad de Palma, un hotel por el centro que nos gustó bastante.

Tomamos unos sándwiches y a descansar un rato. Vuelo agitado por una y otra cosa, así es que un poco de relax. Nos reunimos en el bar del hotel sobre  las 8 de la tarde, todos con buenas sensaciones sobre cómo se iban resolviendo todas las vicisitudes que se presentaban y que no podían haber sido previstas. Paloma insistía en que había que seguir bien atentos y felicitaba a Alfonso por haberlo estado en la detección de la luz roja del alternador. Ni Alfonso ni yo entendíamos bien qué era el alternador, pero sí que estaba fallando.  Era el sistema eléctrico del avión lo que estaba amenazado, lo primero las comunicaciones. Entrar en Palma sin comunicaciones hubiera sido bien complicado. Paloma lo pensó en vuelo y confió en que aguantaría hasta destino, aunque ella sabía qué hacer. Volar no es tan fácil como parece y, como el mundo médico, todo esta sujeto a contingencias que hay que solventar. Pero Alfonso y yo sabíamos que Paloma es una súper-piloto que siempre sale airosa de todas las incidencias que iban llegando, así es que surgió en los 3 una cierta euforia adornada en comentarios y risas. Además, estábamos en Palma de Mallorca, ciudad maravillosa y acogedora que siempre disfruté. Habíamos reservado en un buen restaurante para pescado y marisco. La cena fue espléndida y en su transcurso no paramos de hablar de todo esto. Los tres estábamos inmersos en la burbuja aventurera que minimiza todo lo demás y ya Alfonso no hablaba de riesgos, sino del Alternador, quería comprender cómo influía en el vuelo y prometía no quitarle ojo a partir de ahora. Paloma satisfacía con paciencia todas sus cuestiones una y otra vez elaboradas de forma diferente cada vez, pero siempre sobre el alternador. Ello le llevaba a otro tema que le fascinaba y era el suministro energético, del presente y del futuro. Alfonso estuvo genial toda la noche y era capaz de hacer chiste de cosas insólitas que solo a un genio se le ocurren. Nos fuimos contentos al hotel a dormir. Al día siguiente no volábamos y teníamos todo el día para visitar Palma.

Desayunamos algo más tarde que otros días. Todos habíamos dormido bien. Salimos a pasear por Palma, el día esta espléndido y la temperatura buena. La ciudad es grande y había que buscar una forma de impregnarse un poco de todo. Alquilamos un coche de caballos para que nos enseñara Palma. Nos llevó por todos sitios. Recuerdo que pasamos por una estrecha calle que lo era aún más por arriba.

Visitando Palma

Aquello fascinó a Alfonso que no paró de fotografiar de diferentes formas para captar bien el hecho físico de que fuera más estrecha por arriba que por abajo. También pasamos por una preciosa calle con molinos en el centro. Palma centro es muy bonita y si te vas al paseo marítimo ya es morirse de gusto por su luminosidad y belleza, con su catedral al fondo y su atmósfera envidiable. El paseo duró hora y media y nos recorrió casi todo Palma. Le dimos una buena propina y nos hizo fotos subidos en el coche. Nos dejó enfrente de la catedral.

Visitando Palma

Decidimos pasear por el marítimo de forma relajada y nos encontramos un restaurante agradable con buen pescado, donde almorzamos con una buena botella de vino blanco. Al final fueron dos, en un rico ambiente, buen servicio y buena comida. Nos fuimos en taxi al hotel a descansar un rato y alguna cabezadilla hubo. Por la tarde nos reunimos para preparar el vuelo del día siguiente a Zaragoza. Paloma había hablado con el taller y parecía que sí, el nuevo (quizás no tanto) alternador estaría finalmente instalado por la mañana del día siguiente, 21 de Julio. El vuelo iba a ser largo, pero si todo iba bien, estaríamos en algo menos de 3 horas en Zaragoza. Hablamos sobre cómo salir hasta el mar, qué altitud llevaríamos, por dónde entraríamos en la península, cómo accederíamos a Zaragoza, con 2 aeropuertos juntos, una pista militar y otra civil. La comida había sido opípara, de manera que la cena fue más frugal en un restaurante cercano al hotel que nos habían recomendado y al que fuimos caminando. Las charlas se mantenían de un sitio a otro, como si todo estuviera conectado. Al hacerlo, también se adquiría una cierta intemporalidad en el día. Los tiempos sólo eran aeronáuticos, fuera de ellos el tiempo parecía no existir y todo simplemente se continuaba. De nuevo, la cena resultó muy agradable y volvimos caminando hacia el hotel. Palma de Mallorca estaba finalizando…, si el alternador funcionaba…, buenas noches, noches.

Cuarto tramo Palma de Mallorca-Zaragoza (LESB-LEZG):

Desayunamos temprano y dejamos el hotel. Taxi a Son Bonet. Entramos con facilidad al aeródromo por el aeroclub y pudimos llegar hasta el hangar donde estaba la ECJLY. Pudimos ver, enseguida, que aún trabajaban en el avión, con el motor abierto. Nos acercamos con pánico de lo que nos pudieran decir. Afortunadamente estaban finalizando la instalación y comprobando que funcionaba. Todo parecía hecho. Pagamos la reparación y les aseguramos que al día siguiente recibirían de Trabajos Aéreos Espejo el nuevo alternador. Por nuestra parte confiábamos en que el no nuevo recién instalado nos durara en todo el trayecto. Alfonso lo iba a vigilar a fondo. Nos ayudaron a sacar el avión del hangar, dejándolo en aviación civil, donde inicialmente habíamos aparcado. Nos despedimos y fuimos a hacer el plan de vuelo y pagar las taxas. Tras mirar una vez más la meteo, nos fuimos al avión, hicimos el chequeo externo y nos montamos sólo Paloma y yo. Con el contacto, la luz del alternador se puso en rojo. Al arrancar, vimos que la luz se apagaba. Llevamos el avión a la zona de repostaje y llenamos los depósitos. Al finalizar y pagar, nos montamos ya los tres y comunicamos con Palma con plan de vuelo autorizado. Nos dieron el QNH y el transponder, nos autorizaron a despegar por la pista 24 pidiendo que mantuviéramos 1000 pies hasta punto November y que comunicáramos allí. En efecto, despegamos y a 700 pies viramos a la derecha hasta alcanzar punto NN a mil pies. Comunicamos y nos mantuvieron a mil pies hasta haber rebasado la costa, momento en que fuimos autorizados a ascender a 4000 pies, pasándonos con Barcelona que, como sabíamos,  no nos iba a contestar. La travesía del Mediterráneo fue muy buena y en una hora de vuelo comenzamos a divisar la costa.

Entrando en la Península

Con nuestro rumbo íbamos directos al delta del Ebro, que está prohibido sobrevolar, por lo que viramos a la izquierda para entrar por un sitio adyacente, el golfo de San Jorge. Enseguida, había que subir, porque topábamos con una cadena montañosa que nos obligaba, haciéndolo hasta 6000 pies, con bastante movimiento. Alfonso preguntaba…¿qué pasa?… Las montañas Alfonso, que producen turbulencias… Por otro lado, el paisaje era precioso e hicimos muchas fotos. Las turbulencias fueron calmándose y disfrutamos del vuelo. La última parte del vuelo se nos hizo algo larga, ya que llevábamos viento de cara. Al aproximarnos a Zaragoza, contactamos e iniciamos el descenso.

En vuelo a Zaragoza

Alfonso advertía…no te equivoques y aterriza en el civil,  y no en el militar… Bajamos a 2500 pies y entramos por el punto Eco, por Villamayor de Gallego a 1000 pies sobre el terreno. Sobrevolamos la ciudad para acceder  y entramos en circuito viento en cola derecha a la pista 30R. Hacía mucho viento del Cierzo que sopla del noroeste canalizado por el valle del rio Ebro. Soplaba justo en dirección contraria a la pista, por lo que ya en final había que meter motor. Lo bueno es que fue el aterrizaje más plácido y sencillo que he realizado en mi vida, el avión simplemente se posó en la toma y Alfonso aplaudió a rabiar. Tiempo de vuelo 2 horas y 36 minutos. El aeropuerto estaba lleno de aviones de carga, alguno chino. Aparcamos en aviación civil, cubrimos y fijamos el avión y nos fuimos en taxi al hotel, en el centro de Zaragoza.

Aeropuerto de Zaragoza

Como digo, el hotel era céntrico, muy cercano a la plaza del Pilar, lugar siempre muy emblemático y concurrido. Almorzamos poca cosa y descansamos un rato. Por la tarde, paseamos por Zaragoza. Nos hubiera gustado más tiempo allí, pero al día siguiente había que volar a Asturias. Zaragoza es una gran ciudad, de magnífico urbanismo y de calles muy bellas. También gente muy amable. Al final de la tarde, nos sentamos en un bar en los soportales de la plaza del Pilar. Había mucha gente y el ambiente era agradable. Alfonso seguía con el alternador a cuestas y ya Paloma no le respondía. De repente, surgió de entre la gente mi querido sobrino Alfonso Cruz Conde Basabe, hijo de mi primo Tomás y Carmen, su mujer. Siempre tuve buen rollo con él desde pequeño y fue un placer inesperado el encontrarle. El trabajaba en Zaragoza e iba los fines de semana a Madrid, con su familia. Había salido a correr, de ahí su peculiar aspecto. Le presenté a la tripulación y estuvo unos minutos con nosotros. Se quedó fascinado con nuestros vuelos y de encontrarnos por casualidad. Se fue a ducharse a su piso, que estaba justo en un portal de la plaza. Nosotros, volvimos al hotel. Planificamos algo (poco) el vuelo del día siguiente y salimos a cenar a un céntrico restaurante de Zaragoza cuyo nombre no recuerdo. Cenamos bien y seguimos con nuestras charlas aeronáuticas. Volvimos caminando al hotel y allí, un último “brieffing” para el día siguiente. Toca dormir…zzz…

-Quinto tramo Zaragoza-Asturias (LEZG-LEAS)):

Desayunamos temprano y nos preparamos para coger un taxi al aeropuerto. Era Martes y el tráfico nos ralentizó, aunque permitió un último vistazo a la ciudad. Al llegar, aviación civil para plan de vuelo y taxas. Iba a ser un vuelo largo. Requeríamos repostaje, lo que solicitamos desde allí. Pasar seguridad y al avión caminando. Al poco de llegar a él, apareció el camión con el combustible. Cargamos, revisamos el avión por fuera y por dentro y contacto con torre para puesta en marcha y recibir instrucciones, QNH, viento y su fuerza, junto altransponder con el que volaríamos. La meteo no era mala pero por el norte estaba nublado. Paloma pensaba que lo iba a estar hasta llegar a la costa, por lo que había que ir alto hasta allí. Buen despegue por la pista que entramos, la 30R, ya con menos viento pero emproados a él. Subimos fácil a mil pies, con rumbo 345 hasta punto November en Alagón. Desde allí seguimos a 2000 pies hasta salir del área de influencia y, a partir de ahí, subimos hasta 7000 pies con rumbo 315. Enseguida aparecieron las nubes por debajo y ya se veía todo cubierto hacia adelante. Era importante sortear Bilbao pero evitando el acceso al mar por zonas montañosas al oeste. De manera que fuimos navegando con rumbo 315, dejando Logroño a nuestra derecha y Burgos a la izquierda, aunque nada podíamos ver por debajo de las nubes. Paloma, prudente, mandó que subiéramos a 8000 pies. Muy a lo lejos, parecía identificarse los picos de Europa algo entre nubes. Contactamos con Bilbao que nos controló el resto del viaje. Efectivamente, al acercarnos a la costa las nubes se iban disipando y se nos abría un horizonte azul. Al llegar al mar, viramos a la izquierda con rumbo 280 y costeando. Bajamos a 2000 pies y a mi izquierda todo un paraíso visual, la costa cántabra.

Vuelo a Asturias

Salimos por Suances, junto a Torrelavega y enfilamos tan bella costa extasiados. A nuestra izquierda, los montes cántabros  por arriba y a nuestros pies la costa. Pasamos por Comillas, Llanes y Ribadesella. Cada vez, todo más montañoso con una planicie en la costa de anchura variable, alternando con acantilados que impresionaban. Llegamos a Gijón, maravillosa estampa de la ciudad con su bahía y su puerto. Contactamos con Asturias Aproximación.  Ya estábamos cerca de aeropuerto de Asturias, a mitad de camino entre las ciudades de Gijón y Oviedo. Entramos por punto E2 a mil pies. De allí, nos mandó directamente a punto November, desde donde nos dirigimos al aeropuerto, entrando en circuito viento en cola izquierda de la pista 11. Esta estaba en alto, de tal forma que subimos algo para afrontar final con buena perspectiva. Era como aterrizar en un portaviones. Había un poco de viento cruzado que nos desplazaba hacia el mar por lo que corregíamos con el pie y manteniendo 70 nudos. Al final hubo que meter motor, por profundidad y miedo del acantilado, tomando algo más apartado de la cabecera. La toma fue buena aunque hubiera que rectificar. Tiempo de vuelo 2 horas 27 minutos.Todos estábamos felices. Estacionamos el avión,  cargamos el equipaje y lo encapotamos y fijamos. En el aeropuerto nos esperaba nuestro amigo Luis Mendivil.

Tanto Alfonso como yo conocíamos a Luis desde hacía tiempo. El es un empresario emprendedor que se ha dedicado a llevar dispositivos médicos  de alta tecnología para el corazón, tanto quirúrgicos como cardiológicos, siendo frecuentes los encuentros con él, ya fuera en congresos internacionales o en visitas a Córdoba o Las Palmas. Siempre destacó ante nuestros ojos su clase y su inteligencia y desde hacía años disfrutábamos de su amistad. Se convirtió en algo clásico su invitación anual en París a cenar en un buen restaurante durante la reunión del PCR, importante congreso europeo. Cuando se enteró que ese año íbamos a volar a  Asturias, enseguida propuso un plan. El vive en Madrid pero tiene una casa preciosa perdida en los montes asturianos en cuya compra, decoración y mantenimiento puso su mayor ilusión y a donde trata de ir para descansar. No era fin de semana pero Luis había cogido esos días libres para estar con nosotros y enseñarnos algo del principado. El es muy simpático y enseguida congenió con Paloma, la única dama del grupo. Subimos a su coche, un gran todoterreno Mercedes, y nos encaminamos a su casa que, como digo estaba en una ladera de un monte al que hubiera sido imposible llegar por nuestros propios medios. Luis se conocía perfectamente todas las carreteras, cruces y caminos de tierra que había que atravesar hasta llegar a su casa. Ningún pueblo cercano y solo vecinos alejados y a 2,5 Km una aldea donde compraba. La entrada a la casa estaba en bajo y había que subir en coche una carreterita que nos llevaba  a una explanada entre la casa enorme y una especie de casita elevada simulando un Orrio o almacén en alto. La casa y sus amplios jardines nos dejaron impactados. Era amplísimo todo, decorado con mucho gusto y muy cómodo. Alfonso y yo dormiríamos en distintas habitaciones en el segundo piso y a Paloma le encantó que le asignara su habitación en la casita elevada. Se subía por unas escaleritas y arriba una preciosa habitación, una suite para Paloma. A ella le daba miedo estar sola y aislada de noche en su suite…, pero encantada de dormir allí. La casa tenía por detrás un jardín inicialmente plano, de césped  y a unos 15 metros inicia un desnivel pronunciado. Alrededor de toda la casa y el orrio existía un bonito empedrado que facilitaba el movimiento. En la parte delantera se accedía a  otra amplia explanada de césped  con pinos y preciosas hortensias.  Luis tenía empleado a un jardinero-cuidador de la casa en su ausencia, también era su amigo,  y la verdad que tenía un precioso jardín bien cuidado. Descansamos un poco en las habitaciones y al poco nos reunimos en el salón o amplia sala de estar, como digo, muy bien decorada. Luis es un apasionado de la fotografía y, como también viaja mucho, tiene un orden escrupuloso en el archivo de todos los recuerdos que atesora. Nos enseñó alguna y eran para alucinar. También nuestra visita la documentó en magníficas fotos que preparó posteriormente de forma encadenada y que hoy describe mejor que yo situaciones vividas en aquellos dos días. Todos nos sentíamos muy a gusto de estar allí. Luis preparó unas copas por la tarde y sobre las 20:30 h salimos a cenar. Montamos en el cochaco delante Luis y yo, detrás Paloma y Alfonso.

Ya había empezado a anochecer  y la carretera era de muchas curvas entre la montaña. Luis conduce muy bien pero iba rápido. Tardamos media hora en llegar a destino, un restaurante famoso por allí que se llama “El corral del Indiano”, con una estrella Michelín entonces. A la entrada, se accedía a un patio que distribuía los comedores que estaba repleto de unas magníficas y enormes hortensias. Nos sentaron en una mesa privilegiada por su vista al patio. Luis conocía bien a los dueños y fue un trato excepcional el que recibimos. La cena fue magnífica y la conversación diversa pero siempre divertida, con cosas de los vuelos, estancias conjuntas en Paris o en USA, momentos para el recuerdo.. La tripulación nos sentíamos exaltados del recorrido y de estar con Luis en su Asturias querida. Al final, departimos con los dueños y volvimos al coche a deshacer el camino hasta casa de Luis. Otra vez curvas y oscuridad, solo la carretera por delante. Yo había tenido algún episodio de vértigo semanas previas y parecía que las curvas lo insinuaban de nuevo. Llegamos gustosos a la casa y nos acostamos. Paloma decía que si pedía auxilio por algún intruso, no tardáramos en socorrerla, bromeamos también con eso. Dormimos todos bien y al despertar Luis tenía preparado un magnífico desayuno en la explanada de detrás. Fue muy agradable y bien surtido. Luis era un magnífico anfitrión. Siempre rebosó generosidad pero esos días iba a darla a borbotones con nosotros. El caso es que había que partir. Nos montamos en el cochaco y otra vez a la carretera. Primero nos paseó por la zona de la costa, parando en sitios con vistas increíbles, incluso bajamos un camino vereda complicado a una playa pequeña y desierta. El viaje turístico era dinámico y muy grato. Junto al pueblo Piedras Blancas visitamos la playa de Salinas y después la de Ribadesella, fantásticas ambas. En un pueblito de la costa, sin playa, había una rampa de roca asfaltada que bajaba hasta el mar y era utilizada por niños que disfrutaban haciendo resbaladas hasta el mar. Después fuimos a Cangas de Onís, espectacular, Avilés y Gijón, donde paramos a tomar una cerveza en pleno paseo marítimo. De allí, fuimos a Llanes visitando  Torimbia-Toranda. Paramos a comer en el restaurante Gueyu Mar en una terraza al aire libre. Comimos un excelente pescado bañado con vinos muy ricos. Después, visitamos Cudillero y Arriondas así como Lozana-Infiesto…es decir, casi media Asturias recorrimos. Ya al atardecer, vuelta a casa. El camino, el de siempre, curvas y curvas en montaña, lo que fue reactivándose mi vértigo y sensación nauseosa con la que llegué. Nos retiramos a descansar un rato. Tendido estaba bien, pero cuando me incorporaba sentía vértigo. Por la noche íbamos a ir a otro súper-restaurante que Luis había reservado. Se fueron ellos tres y yo me quedé en la casa. Estaba despierto cuando llegaron, lo pasaron genial pero Paloma venía también mareada y Alfonso decía que había comido mucho. Nos fuimos a dormir. El día había sido insuperable e intenso. Buenas noches,  noches…

Dormimos todos bien y nos despertamos tarde. El desayuno preparado por Luis espléndido, fue visitado de forma alternativa por todo el grupo conforme íbamos amaneciendo. Yo no lo hice hasta las 11, ya muy mejorado. Después, estuvimos paseando por el enorme jardín de Luis, mientras conversábamos animadamente. Luis, con mucha facilidad, se metía en el Spirit y parecía un miembro más de la tripulación, comentando todos los incidentes que fuimos pasando, con aportaciones históricas  de la mano de Paloma y su amplia experiencia. Al filo de las anécdotas, la cultura y experiencia viajera de Luis también nos llevaba a lugares y situaciones insólitas. Y ya, para reventar, Alfonso agregaba sarcásticos  comentarios, hechos siempre con mucha gracia, junto a una visión propia de todas las cosas  que le hizo tan excepcional. Almorzamos en un sitio cercano y volvimos a la casa, donde continuamos las conversaciones durante la tarde-noche. Entre todos, ayudamos a Luis a preparar una pequeña cena casera, que se vio también regada con un buen vino. Continuamos un buen rato repasando y comentando las fotos que Luis nos mostraba. Pero había que espabilarse, al día siguiente, el tramo final y el más largo, con un vuelo Asturias-Valladolid-Córdoba. Algo teníamos programado y Paloma lo tenía todo preparado, junto a un seguimiento meteorológico. El caso es que nos fuimos a dormir.

En Asturias
En Asturias
En Asturias
En Asturias
En Asturias
En Asturias
En Asturias
En Asturias
En Asturias
En Asturias

El 24 de Julio madrugamos algo, desayunamos y cargamos equipaje en el coche de Luis, quien nos acercó al aeropuerto. Las despedidas fueron casi tristes por comprender todos que el sueño de estos días se acababa. Mil gracias Luis Mendivil, por tantas cosas, entre otras por conectar tan fácil con el Spirit of Corpal. Al año siguiente, Luis invitó a Alfonso a un viaje a Africa de una semana o más de duración y siempre cuenta que aquel viaje con Alfonso fue para él un recuerdo imborrable. Yo le animo a que escriba sobre él. Al escribir sobre algo que pasó se recuerda mejor.

Casa de Luis en  Asturias
Desayunando en casa de Luis

-Sexto tramo Asturias-Valladolid-Córdoba(LEAS-LEVD-LEBA)):

Al llegar al aeropuerto, subimos a aviación civil, donde hicimos el plan de vuelo, pagamos las taxas y solicitamos repostaje. De ahí a seguridad y directamente al avión. No tardó el camión cisterna en llegar y llenar hasta arriba los dos depósitos. Con ellos llegaríamos muy justos a Córdoba, por lo que estaba programada una parada técnica en Valladolid. Hicimos el chequeo externo y nos montamos en el avión. Contactamos con torre para puesta en marcha e instrucciones. Salimos por la misma pista que entramos, la pista 11, Enseguida, viraje a la izquierda hasta alcanzar 1000 pies con rumbo 60, para dirigirnos a punto November por la costa y luego virando hacia ella dirigirnos primero a E1 y después a E2. A partir de E2 nos autorizaron a subir a 2500 pies para costear a la inversa de cómo vinimos. Ahora, los afortunados eran Paloma y Alfonso por tener la visión de la costa a su derecha. Era de nuevo un día claro en la costa y fue un auténtico disfrute costear el cantábrico.

Pasamos de nuevo Gijón y continuamos costeando unas 30 millas, momento en el que subimos en espiral para virar a rumbo sur, alcanzando 7500 pies. Había nubes que hubo que sobrepasar, pero conforme nos adentrábamos fueron desvaneciéndose. El paisaje, montañoso en principio y plano después, también espectacular. Dejamos León a nuestra derecha y al final rumbo 170 para aproximarnos a Valladolid en descenso. Contactamos  con Valladolid que nos dirigió a punto November en Becilla para llegar allí a mil pies sobre el terreno. Entramos en circuito con viento en cola derecha a la pista 05. La toma fue genial, nos conocíamos bien el aeropuerto. Tiempo de vuelo 1 hora y 41 minutos.

Aparcamos en aviación civil y solicitamos nuevo repostaje. Mientras este se hacía en presencia de Alfonso, Paloma y yo fuimos a las oficinas para hacer el nuevo plan de vuelo a Córdoba y pagar las taxas. Compramos unas coca colas en el aeropuerto y nos fuimos al avión. Alfonso dirigía el repostaje, anotando los litros en cada depósito. Hacía calor en Valladolid, por lo que barruntábamos un súper calorazo al llegar a Córdoba. Nos  relajarnos algo y bebimos las coca colas. Nos montamos en el avión e hicimos el chequeo. Tras notificar, autorización para entrar en pista hasta la cabecera de la  05. Despegue y mil pies con rumbo 171 hasta alcanzar punto Sierra, justo en Olmedo. A partir de ahí, autorizados a subir a 6500 pies con rumbo sur. Bordeamos Madrid bien por su oeste cruzando la sierra de Gredos y los montes de Toledo. Nos acercábamos a Andalucía, lo que se fue acompañando de una progresiva subida térmica. Contactamos con Sevilla, sin tráfico anunciado en la ruta. Al divisar Sierra Morena comenzamos a descender suavemente. Notificamos intenciones en la frecuencia de Córdoba y entramos en circuito viento en cola izquierda a pista 03. Fantástica toma final en nuestra casa. Tiempo de vuelo 2 horas y 17 minutos.

Debían ser las 4 de la tarde y calor apretaba. Aparcamos y cubrimos el avión y entramos por Espejo. Allí  pedimos un taxi y nos despedimos de Paloma, ella se iba directa a la costa a ver a su madre y a recoger a Wilma. Alfonso se vino conmigo a casa, donde después de un buen baño en la piscina nos pasamos toda la tarde en el jardín, tomando Dry Martinis, conversando sobre toda la aventura. Todo había salido genial y la sensación era de euforia, …habíamos sobrevivido…!!!!

 

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