La Historia es lo que es, no hay varias, aunque algunos intenten hacérnoslo creer. Desde 1735 disponemos de una Real Academia de la Historia que se encarga de documentar lo sucedido en el pasado y recopilar el presente para su análisis ulterior. Cuando leo o escucho hablar de “memoria histórica” no doy crédito. Hay quien aún sigue centrado en enjuiciar  tanto la terrible guerra civil que padecieron nuestros padres como periodos secuenciales del pasado que transcurrió durante mi vida consciente, con percepción de lo que iba ocurriendo en las diferentes épocas, incluyendo el periodo franquista en el que, como tantos, yo nací y llegué a estudiar Medicina. Viví todo el tránsito hasta la democracia y la libertad y hasta 40 años después, periodos todos que, insisto, yo viví.

No puedo dejar de sentir perplejidad con los que ahora juzgan el pasado. Lo vivido por mí no necesito a nadie que me lo cuente ni me lo haga recordar. La guerra ya tiene suficientes análisis como para simplemente no repetirla. Empeñarse en revisar continuamente el pasado con juicios interesados y además realizados desde lo que se convirtió en su futuro, que es hoy, un hoy en el que hay quien se siente justiciero con su propia historia, parece poco apropiado. Habría que ver qué actitud tendrían los que se atreven a juzgar si estuvieran inmersos en aquellos tiempos. Quizás fueran entonces más franquistas que nadie, es lo que suele suceder en la mente de los revisionistas que tanto se afanan en vengar un pasado que ni conocieron, ya que se suelen situar al socaire de lo preponderante.

El agitar diferentes memorias históricas es querer enfrentar a los ciudadanos que vivimos hoy otra etapa distinta de la vida que ya pasó, aunque por supuesto la asumimos. Fue nuestra historia como españoles y asumirla es también perdonar, tanto unos como otros, y esto parecía superado. Revisar continuamente la historia de nuestro pueblo parece consustancial con el pensamiento hispano pero eso es algo que siempre nos perjudicó, no solo ante nuestros adversarios que bien conocían nuestro punto débil, sino en el desarrollo de nuestra propia historia cotidiana. Continuamos ejerciendo nuestro peor defecto. Realizar juicios de lo sucedido en el pasado desde lo que es su futuro ni restablece justicia ni  ayuda a la cohesión. Absurdo querer revisar el pasado con tono vengativo desde un hoy producto del mismo.

¿Alguien se imagina que el pueblo alemán de nuestros días no dejara de atormentarse a sí mismo, revisando de forma continua todo lo que aconteció antes y durante el periodo nazi?. El pueblo alemán actual, descendiente del que tanto aquello sufrió, lo asumió con entereza, lo asimiló y le hizo mirar al futuro que es hoy. Malditas las ganas que tendrían de juzgar el pasado, solo basta con tratar de no repetirlo. La memoria histórica es lo que sucedió y nada más. Con los personajes de aquel entonces solo podemos comprender y perdonar, pero juzgarlos y revisarlos desde su futuro resulta improcedente. No podemos enjuiciar a todos los tiranos que en la Historia han sido ni tan siquiera los podemos con ello evitar y sacar de la Historia.

La Historia no se juzga, solo nos queda asumirla, tanto lo bueno como lo malo. En realidad hay periodos de la Historia que mejor que no hubieran sucedido pero como resulta que sí acontecieron, hemos de incorporarlos porque también nos trajeron a lo que hoy día somos. Ni avergonzarse por ello ni vanagloriarse al recordar tantas etapas de gloria de nuestra querida España. Ella sí sabe todo lo que en su piel ocurrió y claro que lo asume. Asumir toda su historia es justamente ser su producto, lo actualmente vivo derivado de todo aquello que fue pasando. Mejor seguir el ejemplo alemán.

La Historia no se juzga, solo nos queda asumirla, tanto lo bueno como lo malo. Breve reflexión sobre memoria histórica.
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