Llegado un momento, la naturaleza comprendió que a los seres les faltaba un armazón para adquirir forma. Todo un apelotonamiento en 2 capas resultaba informe. Para la constitución de órganos encargados de una misión se precisaba una estructura. Con ese fin parece que surgió hace 700 millones de años una tercera capa, el mesodermo.
Determinadas observaciones en “Poriphera” sugieren que una simple estirpe de células endodérmicas cambió su fenotipo y comenzaron a construir un edificio con la proliferación y la exudación de macromoléculas organizadas en matriz, para proporcionar sustento. El colágeno llega a ser la proteína más abundante en el reino metazoo. Pero al quedar separadas las células por la matriz molecular, el espacio intersticial ocasiona lejanía y aislamiento entre las células.
Se precisaba un sistema de reconocimiento y comunicación. Esto llega a conseguirse con los receptores de membrana. El medio externo portador de sustancias mensajeras intercelulares se convierte en distribuidor de la comunicación que solo receptores específicos de membrana van a capturar. Los mecanismos utilizados para la transferencia de iones y macromoléculas a través de la membrana celular son bien complejos, aunque hoy día bien conocidos, y pueden considerarse como uno de los principios que definen la vida.
La denominada “translocación” iónica y proteica a través de la membrana llega a ser la base de la comunicación y reconocimiento mutuo intercelular en el seno de los parénquimas. La vida prosigue su camino.
