Lo que la evolución nos enseña
Como todos los biólogos reconocen, la célula es la única unidad de vida. Ella sola puede sobrevivir, buscar su alimento y reproducirse. La vida de los seres unicelulares que siempre hubo desde el comienzo, sigue perviviendo en nuestros días. Es más, se estima que actualmente hay un número de seres unicelulares muy superior al de los seres multicelulares que habitan el planeta Tierra. Pero en términos evolutivos, la aparición de seres pluricelulares disparó la gran diversidad de la vida. Mediante un denominado accidente simbiótico, las células individuales comenzaron a juntarse en acciones comunes que aumentaban sus capacidades en cuanto a fuerza, tamaño, movimiento y energía vital para sostener el metabolismo de un ser multicelular. De ahí surgieron los Eukariotes, seres pluricelulares que evolucionaron en forma y tamaño bien diversos hasta crear todo el mundo vegetal y animal que hoy día pervive en La Tierra.
Al observar la Embriología vemos cómo, de un conglomerado celular llamado Mórula, se constituye en un periodo corto de meses un ser multi-orgánico y multi-sistémico. Para ello, desarrolla una metodología aprendida durante millones de años para que, de esas células juntas, se desarrolle un animal vivo. Esa metodología es fantástica y digna de admiración. Supuso un gran milagro que construyó la enorme diversidad que la vida adquirió para crear tantos y tan diversos seres animales y vegetales, todos ellos seres multicelulares de diferentes formas y tamaños.
La pregunta es: ¿cómo y cuándo las células se juntaron?
Las Glaciaciones “The Snow-ball Earth”
Hace más de 717 millones de años La Tierra era una inmensa bola de hielo. De ello existe constancia entre los geólogos al observar las rocas sedimentarias en los trópicos. De tal manera, el planeta estaba cubierto por una inmensa capa de hielo que podía alcanzar más de 15 o 20 metros de espesor a nivel del Ecuador. Es la denominada “Glaciación Sturtian” que duró unos 60 millones de años, tras la cual la bola se derritió parcialmente para volver después a una segunda glaciación más corta denominada “Marinoan” hace 640 millones de años. Los registros fósiles antes de las glaciaciones fueron escasos y siempre de vida unicelular. Sin embargo, tras la primera y tras la segunda glaciación, comienzan a observarse abundantes fósiles de tamaño creciente de seres multicelulares. Y uno se pregunta, ¿cómo es posible que de una situación tan inhóspita para la vida surjan los Eukariotes? Lo normal sería contemplar un parón de la vida durante las glaciaciones. Pues resulta que no fue así sino al contrario, la vida experimentó entonces una gran innovación biológica que dio pié a seres muy superiores y capaces. La gran bola de nieve supuso un estímulo para el desarrollo y evolución de una vida cada vez más compleja.
Las propiedades físicas
Parece ser que mucho tuvo que ver en ello el cambio en las propiedades físicas del medio. Al enfriarse cada vez más el agua del mar hasta congelarse, el medio se hace más viscoso y denso por lo que se dificulta enormemente la navegación en ella de organismos muy pequeños. Imaginemos lo que sería nadar en miel en vez de hacerlo en agua. La viscosidad dificulta el movimiento. Pero es que además, los nutrientes en medios viscosos se fragmentan y dispersan por lo que la dificultad para alimentarse aumenta. Los organismos microscópicos fueron puestos a prueba, bajo presión por estas condiciones, para cambiar, poder alimentarse y sobrevivir. Quizás, desarrollando maneras para juntarse entre ellos, formar grupos unidos para moverse mejor en el medio, con más fuerza. De hecho, organismos unicelulares en nuestros días, como determinadas algas, se juntan y se convierten en pluricelulares cuando son sometidas a condiciones de estrés.
La demostración
Fue Carl Simpson, un paleobiólogo de la Universidad de Colorado, quien efectuó un modelo matemático con estas condiciones físicas para sugerir que este sería el mecanismo usado por los microorganismos para sobrevivir en un medio tan adverso. Pero este modelo precisaba ser demostrable biológicamente. Para ello, se juntó con Boulder y su equipo para diseñar un modelo experimental que pudiera hacer demostrable su teoría. Eligieron un tipo de seres unicelulares de nuestros días, unas algas verdes que poseen un flagelo como cola que les impulsa en su medio acuático para moverse y buscar nutrientes. Fueron aumentando progresivamente la viscosidad del medio para observar cómo se comportaban. A medida que el gel era más denso pudieron ver cómo las células se agrupaban con sus flagelos orientados hacia atrás de tal forma que al moverlos coordinadamente su impulso era de mucha mayor fuerza y contundencia. Curiosamente, observaron cómo una vez restituida la normal densidad del medio, los grupos celulares permanecieron unidos durante cientos de generaciones. Es decir, una vez descubierto el valor de la agrupación y el aumento de su poderío, estos conglomerados celulares ya no se disgregaban, permaneciendo unidos y constituyéndose como seres superiores aún en medios más gentiles.
De manera que todo apunta a que la adversidad de las glaciaciones propició la aparición de seres más complejos multicelulares que desde entonces perduraron. De hecho, desde el final de la primera glaciación, hace 660 millones de años, empiezan a aparecer registros de fósiles de organismos inequívocamente multicelulares, de tamaño progresivamente mayor, después de que la bola de nieve se derritiera tras la segunda glaciación, a pesar de la pervivencia de seres unicelulares que aún continua. Todos ellos constituyeron las bases de la vida compleja y diversa que desde entonces habita en La Tierra.
Las enseñanzas
Imaginemos por un momento que la vida en La Tierra modificara su unidad, no ya en cada célula, sino en cada ser multicelular. Que cada individuo, ya sea vegetal o animal, se convirtiera en una nueva unidad de vida, capaz de sobrevivir por sí solo, alimentarse y reproducirse pero también capaz de asociarse. Esta nueva unidad de vida existe realmente. Es curioso observar cómo los peces pequeños se juntan y se mueven al unísono para aparentar un ser superior y evitar ser devorados por peces más grandes. Es lo que llamamos “cardumen”, grupos de peces formados por cientos o miles de individuos que se mueven juntos y coordinados, nadando a la misma distancia. En estas agregaciones, los peces suelen tener el mismo tamaño y edad, por tanto tienden a agregarse por sus pares, mantienen una orientación geométrica notablemente constante, dirigiéndose en la misma dirección cambiante, con sus cuerpos paralelos y con una separación prácticamente igual entre pez y pez. Todo esto supone algo más que una multitud de peces, es una organización social a la que los individuos están ligados por un comportamiento estereotipado e incluso por una especialización anatómica. Nadando juntos, acercándose, girando y huyendo juntos, todos haciendo lo mismo al mismo tiempo, crean la ilusión de un enorme animal único que se mueve.
También las bandadas de pájaros se juntan para volar, viajar y protegerse. Las plantas y árboles tienden a juntarse y formar bosques donde arroparse y defenderse de plagas e invasiones externas. Los animales también forman manadas para desplazarse y protegerse de depredadores, también se asocian para la caza y la defensa. No digamos el mayor grado de asociación y cooperación de las abejas para formar el panal. Es decir, hay una tendencia a que los seres multicelulares de una misma especie se asocien para la supervivencia, incluso existe la asociación inter-especies para simbiosis y ayuda mutua. La asociación entre seres es aún mayor ante situaciones de estrés o peligro, algo similar a lo que le ocurre a las algas unicelulares, que se juntan de forma ordenada al aumentar la viscosidad del medio para impulsarse conjuntamente y poder alimentarse.
Es decir, los seres vivos tienden a agruparse en distintos grados de asociación. También lo hacemos los humanos, formando familias, sociedades, ciudades y países que tratan de defenderse y actuar conjuntamente para una mayor eficacia. Si cada especie tiende a juntarse, ¿cabría pensar que la vida planifica nuevos seres pluri-individuales que dieran soporte a otros superiores? Ya lo hizo con las células individuales como protección ante un medio adverso. Pero es que en la actualidad podemos decir con certeza que un nuevo medio adverso se ceba con la vida en La Tierra. No es ya solo el calentamiento global (lo contrario de una glaciación), sino que la propia acción humana hace guerras, deforesta, separa naciones y territorios, invade otros, crea en definitiva medios más hostiles para la supervivencia en el planeta.
Pudiera ser que el estrés producido por un medio alterado y adverso supusiera un estímulo para la formación de nuevos seres multi-individuales. Que nos uniéramos todos para sobrevivir, para hacer desaparecer las fronteras, abandonar las guerras y las deforestaciones, protegernos unos a otros y formar órganos y sistemas que dieran sustento a todo el planeta.
La ansiada Gaia, el ser planetario que logre la supervivencia de la vida. No es una quimera, es un proyecto de la propia vida que deberíamos favorecer.
Sempre Gaia! Estou de acordo, sempre estive. Gostei muito de ler e vou partilhar.
Moito obrigado