Resulta curioso observar cómo la vida en nuestro planeta se organiza para que sus seres vivos se interrelacionen unos con otros. Según el diccionario de la lengua, la interrelación es la correspondencia mutua entre seres, cosas o fenómenos. De manera que esa correspondencia mutua surge tanto en el mundo vegetal como en el animal.

Los seres se interrelacionan de múltiples formas o maneras, algunas asociativas, incluso entre distintas especies, otras de carácter jerárquico o impositor y otras con afán destructor y excluyente. Múltiples interrelaciones nos conectan a los seres vivos y también con los ya muertos.

Es claro que todo surge de una comunicación, la transmisión de algo. Lo que los seres se transmiten unos a otros, ya sean mensajes de agrado, desagrado, de orden jerárquico o asociativo. Con las tecnologías actuales se han filmado y estudiado los comportamientos de los animales más diversos que nos muestran cómo se interrelacionan entre sí los grupos o manadas. Maravillosos los documentales de la TV2. Siempre hay un macho alfa que dirige con la fuerza y cubre a las hembras durante su mandato, que puede ser arrebatado si no espabila. Signo vital de progreso ideado por la selección natural. El más fuerte es el que transmite la descendencia, objetivo muchas veces erróneo en la evolución de la vida. Más que el más fuerte, la vida debería practicar con el más listo. Eso hace que la especie progrese más y mejor. En cualquier caso, la comunicación y la asociación entre los seres, determina su interrelación. Asombroso el grado de comunicación y asociación de determinadas especies. En el mundo vegetal nada como la comunicación aérea y subterránea en los frondosos bosques. Un auténtico internet subterráneo en los bosques del planeta, aunque también existe el aislamiento y la soledad en páramos secos. En el mundo animal, los himenópteros han alcanzado un grado asociativo que no ha sido superada por ninguna otra especie. Todos juntos creando el panal sin cuestiones individuales. El ser humano trata de emular a las abejas y su grado asociativo e inter-comunicativo progresa de una forma exponencial. De manera que centrémonos en las interrelaciones del ser humano del siglo 21.

Comunicación

A estas alturas de la historia humana, la comunicación entre los seres coetáneos vivos es inmensa y se ha disparado con internet y las redes sociales. Es decir, existe a disposición de cualquiera la comunicación que quiera por internet, lo que ha generado una sobrecogedora cantidad de información que en ciertos casos intoxica y confunde, en muchos otros no. Excesiva cantidad de información a distancia entre seres vivos de cualquier punto del planeta. Además, la propia red se puede hundir o ser atacada. Un tipo de reciente conexión entre los vivos que evoluciona y que aún no ha dado los frutos esperables, ya que precisa mayor ordenación. Intoxica con frecuencia por el manejo del mal y la mentira, trata de influenciar. Cualquiera puede publicar lo que quiera sin limitaciones ni cortapisas. Esto, en Ciencia, no es posible ya que sólo lo novedoso y genuino es publicado tras ser seleccionado con un “peer review”. Lo que no pasa esta barrera es ignorado y carece de importancia. Algo parecido había que establecer con la sobrecogedora cantidad de información escrita por internet. Lo importante queda diluido como una gota en un océano de información intrascendente que no aporta nada.

Sin embargo, el pensamiento escrito en libros de cualquier época sí ha sido un gran método comunicativo en la especie humana, hasta el punto de conectar al lector con personas que han vivido en otro tiempo.  Como decía el gran Carl Sagan:

La escritura es la mayor invención humana, permitiendo la comunicación con personas que nunca conociste, uniendo ciudadanos de épocas distantes. Leyendo, te introduces en la mente de otra persona viva, o muerta hace milenios. Los libros rompen las barreras del tiempo y son prueba de que los humanos somos capaces de trabajar lo mágico. A lo largo de los milenios, un autor te está hablando, clara y silenciosamente, de forma directa a tu cerebro. Eso es mágico.

Lenguajes

Al margen de la escritura, ya sea impresa o electrónica, los seres humanos nos hemos comunicado por milenios con la mirada, los gestos, el lenguaje corporal y el lenguaje oral. Nada tan rico y rápido como el lenguaje oral, aunque las palabras se las lleva el viento y nada de ellas queda. De ahí la importancia de la palabra escrita, que puede perdurar. Pero en cualquier idioma, el lenguaje oral ha supuesto un salto de gigante en la especie humana que nos coloca en un altísimo grado en las interrelaciones de los seres vivos. Tanto en lo global de las sociedades, países y continentes, como en lo personal, familiar y cercano podemos decir que todo ha evolucionado mucho a lo largo de los siglos. Al principio los humanos estaban poco comunicados. Primero por las distancias, todo era lejano. También porque durante mucho tiempo han existido clases sociales, esclavos y ciudadanos sumisos y pacíficos, todos ellos al margen de unos cuantos pensadores libres. Cuando se iba mejorando y todo ello parecía superarse, el Sr Putin nos hace ver que no salimos de la esclavitud o la agresión por la fuerza, como los monos, a ver quien manda aquí. En tiempos pasados las sociedades humanas se juntaban poco, había que circunscribirse a la aldea y alrededores. Aunque siempre hubo viajeros insólitos, los pueblos se comunicaban poco entre sí a todo lo largo del tiempo. Pero desde el siglo 20, las comunicaciones y los contactos entre los seres vivos del planeta se dispararon de forma increíble. Si a esto unimos Internet hoy día, pienso que la interrelación entre los humanos se incrementa enormemente hasta proyectar en el futuro seres que entienden que cada célula está dentro de un tejido en construcción. El panal está en proyecto. Más tarde o más temprano los seres vivos van a forzar a la dirigencia a actuar en consonancia con el conocimiento. Desaparecerán las fronteras y surgirá la aldea global y común entre las distintas sociedades humanas, prontas a unificar el planeta. Ese es el camino para alcanzar el panal.

Humanos del siglo 21

Lo cierto es que la mayoría de los humanos del siglo 21, al margen de nuestra participación en la red, nos interrelacionamos de forma muy parecida a la del siglo 20. Y es que muchos nos movemos en círculos de trabajo reducidos. Lo colectivo y lo próximo aquí, ahora, en Córdoba, ciudad española y europea, colectivo humano que sufrió la crisis del Covid 19 y que ahora está atónito ante la invasión de Ucrania.

El mundo occidental ve nacer otro Hitler, muy nazi él, el señor Putin. Por eso, seguir hablando de interrelaciones humanas quizás no tenga mucho sentido, cuando la masacre por la fuerza y las amenazas de una guerra nuclear no dejan mucho lugar a profundizar. La fuerza que sigue imperando es la fuerza bruta y el temor que genera.

Sin embargo, hay otros ámbitos en los que nos interrelacionamos en la inevitable sucesión del día a día, lo que ocurre durante también sucesivas épocas en el transcurso de cada vida. En ella vas encontrando en las personas que conoces y tratas unos intercambios de indiferencia, atracción, imposición, amistad, generosidad, vileza o independencia, diferentes formas de interrelación entre coetáneos. Lo más normal es la indiferencia, que ni te ven, y eso a veces favorece. Pero también hay seres que nos atraen. Nos transmiten algo que nos hace seguirle o indagarle para conocer realmente. Gente con atractivo mueve masas y pueden llevarnos a la ruina, si no indagamos en ellos. De manera que tratar de esclarecer el porqué de la atracción no es fácil. Una mezcla de algo físicamente percibido, con una forma de hablar o expresarse, unos gestos y un saber estar. Si en realidad se confirma lo intuido, adelante. Si hay decepción, si te he visto no me acuerdo. A los impositivos y a los malos, desapego sin mirarlos a la cara. Los que muestran independencia hay que concedérsela con naturalidad, porque tú también se la vas a exigir. En definitiva, cada uno ha de construirse su porvenir y sus relaciones. Mejor cara amable y actitud de ayuda y apoyo a los demás. Deberíamos tender a un mundo amable y sonriente.

La interrelación entre los seres vivos

Lo social

Este recorrido de las interrelaciones a lo largo de la vida hace que sea peculiar la evolución de estas mismas entre personas próximas, como por ejemplo la relación padre o madre con sus hijos e hijas hasta edades avanzadas. Desde bebé hasta la vida adulta. Cómo no va a evolucionar esa relación parental. Luego entraremos en este tema, que me atrae, pero hay otros ámbitos de relación entre personas. Lo social, moverse en público con soltura y tener muchos amigos conocidos que frecuentar. Hay arte y elegancia en algunas personas con este menester, en cambio hay otras torpes e inseguras o inadaptadas y en otras una cierta hosquedad. Lo social es todo un mundo de interrelaciones entre personas que inciden en todas las esferas, incluso hasta en los políticos. La implicación de cada uno es voluntaria y depende de él. Llegado este punto, lo social parece todo, pero no es nada. Hay siempre mucho encantador de serpientes que ejerce una rara atracción en sociedad. Maniquíes de escaparate que al hartazgo llevan, pero ahí los tienes, prepotentes y encima dando lecciones. Cantidad de impresentables dominan la escena pública. Para las mentes pensantes son muy claramente identificables, para las grandes masas a veces no. Hay que aprender a ser crítico y hacerse inmune a las influencias fútiles.  Afortunadamente, la implicación social no es obligatoria, por lo que queda todo libre al social de vocación, pero hay que saber catalogarlos. Lo social, solo para el que lo quiere y en la cuantía que lo quiera. Yo nunca fui partidario, por falta de tiempo entre otras cosas.

Lo familiar

Otro entorno más próximo entre los seres se da en el ámbito familiar. Potentísimo lazo el genético. Siempre lo capté y me fijé mucho, por su potencia. El lazo familiar fue siempre muy importante, quizás por representar el origen, la procedencia y el germen, el fruto. Yo perdí a mi padre con 20 años de vida. Recuerdo que fue un golpe terrible. Un hermano suyo, mi tío Manolo, vivía en Valencia y era una persona genial, muy inteligente y con mucha gracia siempre. Cuando viajaba a Valencia me gustaba visitarle y tener con él largas conversaciones. Yo me daba cuenta de que, además de su simpatía, yo captaba en él rasgos y gestos que eran de mi padre también. Era como volverle a ver y me encantaba. Disfrutaba viendo al tío Manolo. Cuando se lo comenté, quedó pensativo y me dijo …”cabrón, entonces tu no vienes aquí a verme, sino a ver a tu padre, por los genes, no tienes vergüenza”… Era genial el tío Manolo. Lo cierto es que los lazos genéticos son muy fuertes y la familia algo maravilloso en todas sus direcciones. Abuelos, padres, hijos, hermanos y nietos, qué increíble arborización, qué increíbles interrelaciones a lo largo de toda una vida. Por supuesto, hay algunas relaciones más fuertes que otras y hay familias que ni se hablan, pero cuando tienes la suerte de tener una familia excepcional, las interrelaciones son fantásticas y enriquecedoras. Los hermanos, poseen un nexo común muy especial, no solo por haber crecido juntos sino por llevar tanto uno de otro. Conexión máxima, si cabe. Y digo si cabe por lo que puede ocurrir entre hermanos gemelos, donde las identidades son aún más fuertes, siendo seres diferentes. Por otro lado, si son tan parecidos externamente, como no pensar que sus cerebros y sus corazones también lo son. Conozco algunas hermanas y hermanos gemelos y siempre me gusta preguntarles cómo llega a ser ese nexo. Son siempre proyecciones paralelas de mucho grado de unión, incluso telepático.

Como antes decía, la relación familiar es un entrelazo que se modula con la vida. Hace días, en una reunión familiar, estando con mi hijo Josele contemplando toda la progenie en el jardín de mi casa, me vino a la mente cómo evolucionaron todas las interrelaciones familiares en el transcurso de nuestras vidas. Habíamos estado por la mañana en las Ermitas y recordaba lo que allí leímos en una calavera…

Como te ves, yo me vi, como me ves te verás…

Yo era su padre y él era padre de su hijo de 6 años, con el que se interrelacionaba. Juan, o“Flash” como me gusta llamarle, le decía a su padre…papá, qué suerte tenemos de habernos conocido… Pensé en cuando mi hijo Josele con su edad nos relacionábamos. Como te ves, yo me vi, le repetía, aunque mayor interés tenía para mí el… como me ves, te verás. Solo esperaba que, llegado ese momento, su interrelación con su hijo ya adulto fuera tan placentera como la que yo con él tengo siempre. También pensaba en cómo ellos me verían. Desde niños hasta adultos habrán pasado por múltiples etapas en su interrelación con sus padres. Cuando estas ya están avanzadas, el progenitor se debilita poco a poco y los hijos se fortalecen más y más, invirtiéndose el rango familiar, aunque esto no impide una intensa y agradable interrelación en la madurez de la vida. Cuando era niño entablé una entrañable relación con mi abuelo materno Rafael. Cuando se bajaba de su automóvil, todos los nietos en el jardín se le acercaban con un cántico entre dientes que decía …”abuelito, dame un durito”… él, por supuesto que lo oía, aunque no decía nada ni daba duritos, pero a mí me indignaba. Luego, cuando invitaba al que quisiera para pasar con él el día en su trabajo en la bodega, nadie quería, menos yo, que disfrutaba con él, con lo que hacía y con sus conversaciones. Disfruté con él mucho hasta que se fue, pero aún pervive en mi corazón. De manera que incluso la distancia generacional crea lazos de amor y disfrute que nunca se olvidan. Me gustaría conectar con mis antepasados, aunque en sueños fuera. Nada, como el lazo genético determinando las interrelaciones con los seres próximos.

El amor y la amistad

El amor y la amistad también generan profundos lazos interpersonales. Los comento juntos porque toda amistad genera amor y todo amor conlleva amistad. Lo curioso es que tanto la amistad como el amor pueden ser temporales o bien hacerse intemporales, recorriendo toda la vida e incluso prolongándola después de ella. También es cierto que hay amistades interesadas que parecen fuertes en un momento hasta que cuando decae el interés también caen las máscaras que los delatan como falsos amigos. Terrible cuando se identifican, pero peor será para ellos que desprecian una amistad de la que tanto se beneficiaron. Mucha falsa amistad impera en las interrelaciones personales de los coetáneos. Pero cuando surge una sincera amistad, en la que hay unidad de enfoque y esta dura con el tiempo, el gozo es máximo en los encuentros. Conlleva telepatía, lectura libre del pensamiento de ambos. Encierra una mutua admiración y genera el apego del sentimiento profundo de una amistad intemporal. Lo mismo se puede decir de los vínculos del amor, la interrelación humana más próxima a la fusión de dos. Fue la fusión de 2 células lo que la vida diseñó para la aparición de los seres pluricelulares, los eukariotes, de los que toda la vida actual procede. El amor puede llevar a sensaciones próximas a la fusión de dos que, aunque sean temporales son únicas y enriquecedoras, salvo cuando surge el desengaño. El dolor del desamor es parecido al del falso amigo, por la decepción, pero puede ser aún peor si conlleva menoscabo, con resentimiento y reproches.

La jerarquía

Pero saltemos a otras interrelaciones interpersonales, como la jerárquica. Los humanos siempre tenemos alguien al mando de todo lo que hacemos. En el mundo militar, la jerarquía es incuestionable, y el que no obedece va al trullo, aunque en situación de orden pueda haber interrelaciones diferentes entre oficiales y tropa. Pero al mando de la patrulla, el alférez, y este reporta a su superior, todo es claro y fácil de entender. Cualquier objetivo colectivo requiere una organización y diseño del modo operativo que implica una relación entre mandos y subalternos.

Ser líder de algo conlleva un rango dentro del saber y del prestigio, para potenciar cada individualidad del grupo y preservar lo colectivo para progresar. Esta es la forma en la que un jefe debe de actuar. Yo he sido jefe de Cardiología y así lo he intentado, sin sentir que lo era y tratando de crear ilusión en el equipo. Todos sabemos que en medicina no hay más jerarquía que la de la razón y ésta siempre se impone, aunque a veces se precise tiempo. Por tanto, no es tan necesaria la jerarquía en Medicina pues es el prestigio el que la aporta, pero todas las empresas conllevan una jerarquía. No hay dictadores en los equipos, aunque suele surgir alguien con una capacidad de liderazgo. Yo soy un convencido de que los objetivos colectivos de todas las sociedades humanas requieren gran cohesión interna y una fácil y productiva interrelación entre los componentes del equipo. Seguir las normas no cuesta, les decía mi hijo Jorge con 7 años a sus hermanos mayores que hacían el gamberro. Y es verdad que por el orden merece la pena sacrificarse para progresar en el empeño.

Al conocer la realidad circundante toda persona humana, de forma casi inconsciente, busca ascender en influencias sobre otros sujetos de su entorno, o de entornos más allá del próximo. Si estas influencias son positivas para el receptor y se hacen con cariño, aunque sean ejercicios de poder, representan la buena evolución, ayudar a los demás ejerciendo poder. En el ámbito laboral, resulta elemental esa postura. Pero también hay jefes inútiles y poderosos que crean cualquier cosa menos ilusión. El temor crea una falsa disciplina que por un tiempo engaña, pero el desprecio al mal jefe se hace palpable en ocasiones y se colma cuando se va y viene otro, que a saber, esperar que no le haga bueno. Políticamente hablando, los humanos tenemos la desgracia de que nos mandan los más tontos, los menos preparados. El que accede a la política como profesión, aún sin tener ninguna, solo puede acabar siendo decepcionante e inútil. Prefiero a los buenos profesionales de algo que temporalmente abandonan su profesión para hacer una aportación pública, es decir, sacrificándose por el bien común. Los ciudadanos nos merecemos una dirigencia más preparada y sin ansias de poder, que solo puede ser temporal. Procede, en un planeta tan frágil, una dirección basada en la ciencia ya que las ideas políticas hace tiempo que desaparecieron. Por tanto, ciencia y solo ciencia para dirigir, ya va siendo hora.

La soledad

Hablemos ahora de la disminución marcada o la ausencia de interrelaciones humanas. Hablemos también de la soledad. El mundo vegetal contempla la soledad individual y sobrevive en el páramo. El ser humano del siglo 21 vive en sociedad. Padres, hijos, amigos, camaradas, parejas, amistades…, son grados diferentes de interrelación en nuestras vidas en la que nos sentimos viviendo acompañados. Pero la realidad es que cada individuo nace, vive y muere solo. Esto es de cajón. Ortega y Gasset decía …”tremebundo tema el de la polaridad o contraposición sociedad-individuo”… Nuestras vidas son las de cada cual, lo que cada cual tiene que hacer por sí mismo. Nadie puede pensar por nosotros ni podemos encargar a otro que piense por nosotros los pensamientos que yo tengo que pensar. Mis convicciones tengo que tenerlas yo, que tengo que convencerme. Por tanto, personal e individual es la vida. Yo no puedo trasladarle a nadie mi dolor de muelas para que me lo vaya doliendo él. La vida es intransferible por lo que corpórea y mentalmente estamos todos solos. Cada cuál somos una unidad aislada. Sin embargo, la individualización misma, es en sí un proceso social que no se opone, sino que se diferencia. Con las interrelaciones mitigamos la soledad, pero el individuo está solo. También es cierto que el vivir con compañía y dejarse influir por muchas personas modula nuestro pensamiento, lo canaliza, no lo deja fluir libre o espontáneo y, de alguna forma, lo determina. Nos hace actuar como debiera ser, limitando la acción espontánea que en soledad siempre surge. Esto es así en la familia, amigos, mundo laboral, pareja y sociedad en general. De manera que en el binomio sociedad-individuo pudiera haber una cierta contraposición. No parece que sea así. Durante el Renacimiento, se incitaba al individuo a tomar consciencia de sí mismo, lo que proporcionó increíbles aportaciones a la sociedad desde muchas individualidades. Los sabios siempre aportaron a la posteridad. En la actualidad, hay dos tipos de sociedad: la que favorece lo individual (democracias occidentales) y la que lo coarta (Putin). La riqueza intelectual crece en la primera y se apelmaza y dormita en la segunda. De hecho, la propia individualización en libertad supone un cambio permanente de evolución de la sociedad de cada época. Las grandes aportaciones de los sabios que en el mundo son y han sido, siempre fueron asumidas con naturalidad por la globalidad como propias, es decir, siempre redundan en la sociedad. Algo así ocurre en biología. Como en los organismos vivos, las células se organizan en lo global formando los tejidos y los órganos, pero de esas colectividades surgen células que se diferencian para marcar tendencia colectiva (células madre).

Aún no sabemos qué mecanismo utiliza la naturaleza para pedirle a estas células madre que se diferencien. Según recientes estudios de biólogos del Instituto de Tecnología de California, y publicados en la revista Science, las células de los distintos tejidos y órganos que sustentan nuestro ser llevan todas el genoma de las germinales, pero un simple circuito génico incide en la célula madre residente para su transformación en nueva identidad celular, ya sea un miocito o una neurona o una célula de la piel, o una célula ósea, células todas de muy diversa morfología. Cada persona puede activar ese gen que le diferencia. El gran ser en construcción combina lo individual dentro de lo colectivo, y para que progrese su formación se precisa una cierta soledad en libertad, una forma de incentivar lo creativo que redunda siempre en lo colectivo. Cuanta más libertad, mayor será el progreso individual y comunitario.

Nada de esto quita para que también duela la soledad o, más bien, duela sentirse solo. El no contacto social o aislamiento completo solo se da en los náufragos o ermitaños, pero la soledad no querida también abunda en la sociedad. Personas mayores, o de todas las edades, que se sienten aislados y solos. Aunque los servicios sociales y los amigos ayudan, sentirse en soledad es una tristeza difícil de paliar. La soledad de los vivos radica mucho en ausencias. Decía Ortega y Gasset:

El poeta romántico dice-“qué solos se quedan los muertos”-, como si fuera el muerto el que se queda solo, cuando el que se queda solo del muerto es precisamente el que se queda, el que sigue viviendo. La muerte es, por lo pronto, la soledad que queda de una compañía que hubo; como si dijéramos: de un fuego, la ceniza.

De manera que la soledad es en general a personas, vivas o no, que hubo y están ausentes; la pena de no tenerlos y el vacío de ilusiones genera aislamiento y sentimiento de soledad. Muy amplio el abanico de soledades no queridas y muchos grados de intensidad. Penosa la situación de los sin techo, aislados y solitarios. En Chicago estuve charlando con uno de ellos, le gustaría salir de donde estaba, pero no sabía cómo. Me interesé en él y departimos un buen rato y al final le di un billete de 100 dólares. Soledad dura y exclusión social, como los ermitaños, pero ellos se iban al monte, estos no, estos son de la ciudad, donde algo encuentran para seguir tirando, como fue mi caso. Mi amigo Alfonso Medina también se solidarizaba con ellos y se veía en ese papel. Posible, como última plaza. En fin, la soledad no querida es extensa en la sociedad y solo podemos paliarla. En cambio, una soledad buscada, aún inmerso plenamente en la sociedad, no me parece mala. Por el contrario, permite planificar a solas cada día, realizarlo en grupo con gran intercambio humano y finalizarlo en solitario para pensarlo mejor. No veo mal tener horas al día de absoluta individualidad sin interferencias, tiempo para ser tú y pensar lo que quieras en soledad y libertad. Si desde la soledad damos a la sociedad empatía, pasión, solidaridad, fuerza de voluntad, tenacidad, emoción y compañerismo, es porque lo sentimos así, y creo que con ello cumplimos con nuestra contribución social los seres solitarios. Por tanto, ser social y estar solo son aspectos muy compatibles.

La Música

Por último, una pincelada de lo que es un increíble mundo comunicativo entre los seres de nuestra especie, como es la música. La música amansa las fieras, solemos decir, y es cierto que las especies vegetales y animales también la aprecian o al menos crecen y viven mejor en su atmósfera. Nada como la música en directo en un buen concierto, pero también resulta idóneo y fácil escucharla en casa. Como la escritura, la música es una gran invención humana que también resulta mágica, sobre todo en nuestro tiempo de tan fácil acceso. También nos hace entrar en la mente del compositor que murió hace siglos, pero que su música perdura como él nunca hubiera imaginado. La música clásica en particular es todo un acervo humano que hoy día está a nuestra entera disposición. Conecta las mentes de los que seguimos su melodía y nos lleva a la del compositor. Un lujo de conexión, de evocación, de disfrute colectivo de los vivos. Modula las interrelaciones, favoreciéndolas y enriqueciéndolas. Venga de donde venga, la música es universal y es probable que haya sido descubierta por otras civilizaciones en otros planetas. Qué bueno sería que supieran apreciar el acervo humano y nosotros pudiéramos conocer y disfrutar el suyo, una vez en contacto.

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