Algo de ella está en la realidad de las cosas, y más aún en el devenir del acontecer. La magia está en la vida de las personas sin que nada podamos hacer por evitarla. Ni para bien ni para mal, la magia puede ser esquivada. Pero, es curioso, la magia no es tangible ni siquiera demostrable, solo es la apreciación categórica de quien la reconoce implícita en tantas y tantas ocasiones.

Para mí, siempre lo ha sido, desde chico podía ver cómo las cosas tenían una rutina predecible y machaconamente inexorable, las cosas son como son y nada las puede cambiar. Hasta que de repente, y sin saber cómo ni por qué, las cosas acontecían envueltas en una esfera especial de irrealidad que parecía dar una explicación diferente al acontecer de la vida.

Parecía que todo era mágicamente bonito, o mágica y repulsivamente adverso. Solo momentos en cada vida llegan a alcanzar lo sublime. Pero cuando acontece, lo percibimos. Y es curioso cómo para repetir la experiencia buscamos aquellas circunstancias que rodearon a su llegada, para propiciarla, pero claro esto no funciona así.

También la vida a momentos nos hace jugarretas. ¿Quién no ha visto muecas del destino en el acontecer y el devenir de las personas?. Pero al mismo tiempo, injusta magia que discrimina machaconamente a los que tienen suerte en la vida frente a los que no. No quiero decir con esto que los que tienen suerte en la vida no puedan sufrir muecas del destino que son producto de una magia negra y burlona, ni tampoco que a los que todo va mal no puedan gozar de un hecho mágico que transforma el panorama. Pero sí quiero decir que hay hadas madrinas y brujos y brujas, que pueden influir en los rumbos de la vida de las personas. Pudieran ser ángeles de la guarda y demonios perversos, pero ¿quién no ha sentido su presencia?.

Lo cierto es que yo creo que, nuestra actitud y los limitados comportamientos de los que disponemos, son los responsables, los que incitan y condicionan, de alguna manera, su suerte. Si partimos de la base de que toda vida acaba mal para cada cual, también es irrelevante de lo que estamos hablando. El problema está en el camino, el que hay que recorrer y que tanto medimos por la escala temporal. Hay vidas largas insustanciales y cortas llenas de intensidad. También las hay largas de gran contenido y cortas sin oportunidad.

Hay gente con suerte en la vida, otros que se la labran y otros que solo reciben palos uno tras otro. También es cierto que cada persona sufre rachas. ¿Qué determina una  magia buena u otra mala en el acontecer?, es el misterio sin respuesta. Quizás, las compensaciones y el equilibrio entre todos los seres los pudiéramos ver en un posible más allá. Pero para los que solo tenemos un efímero periodo para pensar al respecto, algo mágico hay en el aire y en el acontecer de las personas y de las cosas, aunque su manifestación sea ocasional, inesperada, inaccesible e indemostrable.

Uno solo transporta sus genes que le construyen y le desarrollan, dándole también toda la información acumulada para pervivir y transmitir a su vez. Pero además, hay algo individual aún más propio, más genuino de cada ser. Todo aquello que nos sale, o que supuestamente ha de salir, porque hay quien se muere sin saber quién es. En ese brotar individual pudiera haber un sino o destino sujeto a la magia que adorna o arrastra su vida. En contraposición, también hay gente con fuerza que labra su destino con objetivos personales de gran determinación. Nada la magia ejerce sobre ese grado de firmeza.

De manera que de la magia, de la que nada sabemos, solo podemos opinar sobre su percepción. O se percibe o se niega categóricamente. Es curioso que de niño sea más fácil de apreciar. Solo hay que pensar en los adeptos a Peter Pan, entre los que me encuentro. Parece como si fueran más lógicas para la corta edad las explicaciones mágicas. Pero se crece y madura y ya los sueños irreales se desvanecen. Hay quien es niño siempre, sin embargo. Pero con la magia también se sufre. Lo peor es percibirla y padecerla. Lo mejor, sentirla en positivo, aunque no sea en nuestro propio beneficio sino en el de los demás.

De manera que de la magia, de la que nada sabemos, solo podemos opinar sobre su percepción. O se percibe o se niega categóricamente. Es curioso que de niño sea más fácil de apreciar. Solo hay que pensar en los adeptos a Peter Pan, entre los que me encuentro.

Lo único mágico es precisamente la humanidad, una parte del ser en construcción, la que transformará todo en un mundo mágicamente idílico. De hecho, la magia también está implícita en los grandes saltos que la naturaleza ha dado en su evolución. O ¿no es mágico el salto de los seres unicelulares a los pluricelulares?… o ¿no lo es la creación de proteinas contráctiles y con ello un mundo móvil para gran parte de los seres?… o ¿el salto a tierra del mundo marino, pasando por el anfibio? … o ¿no lo es la septación del corazón de pájaros y mamíferos para separar las 2 circulaciones y así mejorar la oxigenación de los tejidos y aumentar la energía?.

La magia está en los caminos de la vida y su aparición siempre es determinante. Allá cada cuál con el uso que de ella hagamos y la respuesta que sepamos dar. El bien y el mal parecen residir en ella, y en eso está la pelea. ¿Podrá la vida con su luz desterrar la magia oscura?…Ni la propia naturaleza lo sabe, pero en el devenir de su evolución abre sus múltiples ramificaciones para aumentar la posibilidad de conseguirlo.

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