Desde bien chico, uno se pregunta ¿por qué es necesario dormir? Recuerdo de pequeño cómo le preguntaba a mi madre…”¿por qué tengo que irme a dormir?”… Ella me contestaba…”porque estás cansado y eso te ayudará a descansar”… Aunque tenía razón, el sueño parece algo más que un descanso. Uno puede descansar sin dormir, pero ese descanso es otra cosa. Nos pasamos 1/3 de nuestra vida durmiendo, por lo que algo muy importante debe de ser para nuestro organismo. De hecho, sabemos que la privación continuada del sueño acaba con la vida. Luego algo trascendente sucede mientras dormimos. Pero es que, además, mientras lo hacemos suceden fases en las que surgen los sueños, recordados o no al despertar, pero siempre aparecen por la noche. Otro misterio indescifrable, por el momento, que siempre me hizo pensar. Por último, el ser humano tiene también sueños estando despierto que pueden ser breves o poco pertinaces o pueden también perseverar habiendo algunos que duran toda una vida. Otro enigma es cómo algunos de estos sueños se hacen realidad y otros nunca se cumplen. De manera que me dispongo a profundizar algo en estos tres tipos de sueño: 1) el sueño de dormir, 2) el sueño mientras duermes y 3) el sueño estando despierto.
El sueño de dormir
La necesidad de dormir es una característica de la vida animal que se entronca evolutivamente hasta formas de vida muy primitivas, incluyendo especies sin apenas tejido neural. Todos los seres precisan dormir. Esto nos ha llevado a poder analizar el sueño en los animales, lo que emparenta directamente con el sueño en los humanos. En todo ser vivo, la privación del sueño empeora la circulación, la digestión, el sistema inmune, el metabolismo y, por supuesto, la función neural y cognitiva. La privación del sueño prolongada daña el organismo hasta el punto de hacerle fallecer. Durante el sueño se produce un estado de desconexión con el medio externo y una pérdida de la consciencia transitoria, pronta siempre para despertar si es necesario. Junto a ello, nuestro corazón se enlentece, la respiración es pausada, los músculos se relajan y un sinfín de acciones hormonales encuentran en el sueño su pico máximo, como parte de un ritmo circadiano de actividad neuro-endocrina. Es decir, junto a la desconexión exterior hay una especie de reparación interior que proporciona el descanso.
El sueño ha sido estudiado en el ser humano y en animales mediante electroencefalografía, registrando las distintas ondas cerebrales. Estos estudios y otros análisis durante el sueño nos permiten analizar sus fases, una sucesión de etapas en el sueño claramente diferenciables. Veamos cómo son esas fases y cómo se suceden.
La Fase I
Consiste en el adormecimiento o somnolencia, que propicia una progresiva desconexión con el medio y un comienzo de relajación. Es una etapa transicional que dura unos 10 minutos, en general. En algunas ocasiones, si hay mucho cansancio, puede llegar de golpe y dura incluso menos y, en otras, el adormecimiento es lento y progresivo, lo cual puede resultar muy placentero de percibir antes del apagón de la consciencia. Al menos yo, cuando lo percibo lo disfruto e incluso lo promuevo con Valium si no estoy de guardia y no tengo que madrugar. También muchas veces se persigue a obscuras y con el pijama puesto, queriendo dormir a toda costa y resulta que nuestra actividad cerebral no permite la desconexión. Angustioso, cuando esa sensación dura más de la cuenta. En definitiva, fase corta y transicional que se asemeja a una lenta inmersión en la que vamos cayendo.
La Fase II
Se denomina sueño ligero y ocupa la mayor parte del tiempo en el que estamos dormidos (>50%). El cuerpo desconecta lentamente, disminuyen la respiración y la frecuencia cardiaca. A nivel cerebral se observan etapas de gran actividad cerebral junto a otras de muy baja actividad. Las primeras pudieran generar sueños mediante multi-sinapsis inconexas que generan un pensamiento fugaz y absurdo que en general no recordamos al despertar, salvo cuando ocurren justo antes. El sueño ligero es el más prolongado y se intercala con otras fases.
La Fase III
Es otra etapa corta e intercalada que es también de transición. Dura 2 o 3 minutos y nos acerca al sueño profundo. Es un estado de intensa relajación con muy baja actividad cerebral. En esta corta fase se observan picos de hormona somatotropa en sangre aprovechando el momento para su ritmo circadiano, lo que pudiera tener un fin reparador.
La Fase IV
Es una etapa de sueño profundo también llamado sueño Delta. Cuando surge es siempre precedida de la Fase III y representa el 20% del tiempo dormido. Su culminación determina la calidad del descanso. La desconexión con el medio externo es máxima.
La Fase V
Es una etapa de sueño paradójico o sueño REM (Rapid Eye Movement) que no aparece antes de los primeros 60 minutos. En ella se producen unos rápidos movimientos oculares que son producidos por una gran actividad cerebral, casi similar a cuando estamos despiertos, pero con los músculos completamente bloqueados. De forma intercalada dura unos 30 minutos en fases cortas y representa el 25% del tiempo de sueño. Se considera que el sueño REM participa en el proceso de almacenamiento de recuerdos y aprendizaje y también ayuda a tranquilizar el ánimo. Es la fase más productora de actividad cerebral inconexa que genera los sueños junto a una cierta percepción del medio externo, hasta el punto de ser conscientes, en ocasiones, aún inmersos en el sueño, de saber que estas dormido, lo que puede resultar tranquilizador si se trata de una pesadilla.
De manera que una sucesión de fases mientras dormimos resultan imprescindibles para la vida. Algunos neurobiólogos como el Dr Allan Hobson decían que el sueño era “del cerebro, para el cerebro y por el cerebro”, pero esto ha resultado que no es así en absoluto. Aunque los cambios más significativos se producen en nuestro cerebro, los científicos conocen perfectamente que es todo el organismo el que participa en el sueño. De hecho, sabemos que animales muy primitivos, sin apenas tejido nervioso, duermen como nosotros. Por los estudios realizados por la Doctora Dragana Rogulia, profesora de neurobiología de la Universidad de Harvard, hemos aprendido mucho del sueño en moscas, cuyos hallazgos eran posteriormente corroborados en ratones. Sabemos que la privación del sueño ocasiona un progresivo deterioro del organismo que según el grado de privación llevan antes o después, inequívocamente, a la muerte. Opina que toda la vida animal tiene fases de sueño en el que desconectan, dejan de prestar atención al entorno, quedan quietos y no reaccionan a estímulos a no ser que sean fuertes. Es decir, es una característica de la vida en la Tierra el precisar dormir. Al observar el progresivo deterioro de las moscas privadas de sueño y el análisis necrópsico de las mismas fallecidas por falta de sueño, le hizo postular que las moscas duermen exactamente igual que nosotros y encima…, pueden volar. En sus análisis patológicos se encontraron marcadores de muerte cerebral, de daños en el DNA, y abundancia de radicales libres en todos los tejidos, no solo el cerebro. Procesos todos de destrucción tisular. Ello era especialmente notorio en el buche, el estómago de la mosca y su abdomen, el denominado “core”. Curiosamente, el deterioro es máximo en el core, en el centro del organismo, y de ahí se extiende a todos los tejidos. Se observó que cuanto más sueño se pierde antes llega el derrumbe orgánico.
En definitiva, dormimos por necesidad fisiológica, para estar bien cada mañana. Es un proceso reparador que ocupa una gran parte de nuestra vida pero que bien utilizada facilita bienestar en el resto de sus partes. En cambio, el mal dormir puede generar malestar en el curso de la vida despierta. Siempre me gustó despertarme bien dormido porque me hacía sentirme mejor. Por mi vida médica, muchas fases de deterioro del sueño, tanto por sus habituales deshoras como por tanto asunto que quita el sueño. Pero cuando fue posible y estuve relajado nunca desaproveché la oportunidad de un buen dormir reparador.
El sueño mientras duermes
Todo un misterio lo rodea. Nuestros sueños pueden ser estados de “ensoñación” cuando hilamos uno agradable y de una disarmonía inconexa como casi siempre ocurre. Si cuando tenemos un sueño entramos después en sueño profundo, ese pensamiento dormido no será recordado al despertar. Hay pesadillas tan terribles que son capaces de despertarnos, con alivio porque un sueño fuera. Como decía anteriormente, suponen fases de actividad cerebral que generan el pensamiento de una realidad generalmente absurda e inconexa en las que intervienen personas y situaciones. Son pues nuestro pensamiento al dormir, por inconexo que todo resulte. Los sueños percibidos al despertar y contados a otros desde la consciencia despierta son una transmisión de un pensamiento dormido, ajeno al mundo que le rodea y a la realidad. A este punto, es preciso remarcar que solo recordamos aquellos sueños próximos al despertar, por lo que cuánto pensamiento dormido desperdiciado, tirado a la basura de la nada. Durante sólo minutos aislados cada noche soñamos 5 o 6 veces, algunos de ellos en la fase II pero los más potentes surgen en la fase REM, la de mayor actividad cerebral. Como decía, se piensa que es la forma que el cerebro tiene como basurero o papelera de reciclaje del pensamiento activo, interviniendo también como proceso de almacenamiento de recuerdos y asentamiento del aprendizaje. La generación de un pensamiento medio absurdo que mezcla situaciones y personas, recuerdos llenos de inconexión entre sí, y que en el sueño los percibimos como atemporales, resultan todo un misterio para mí. Sabemos tan poco del porqué de esos pensamientos dormidos que en cada persona surgen cada noche, que es difícil profundizar, solo podemos hacerlo con los nuestros o con los que otros nos cuentan. Su interpretación, también un difícil análisis. Al ser algo individual que cada persona genera, nuestros sueños son solo nuestros. De manera que tienen mucho que ver con el pensamiento activo de cada persona, supuestamente. Y es verdad que aquello que nos obsesiona en la vida real puede surgir en los sueños que recordamos, o en los que se pierden y, además pueden ser repetitivos en una misma noche, más cuando solo se alcanza un estado de duermevela en la que algo de consciencia persiste. El estado emocional en la vida activa puede tener una fuerte influencia en la onírica. También surgen como personajes del sueño personas vivas y muertas, de nuestra actualidad consciente o procedentes de otros tiempos. No existe limitación temporal en los sueños ni en los personajes que surgen. Cualquier mezcolanza es posible y las circunstancias generalmente son insólitas. Es cierto que algunos sueños pueden ser repetitivos, tanto en la misma noche como en noches distintas, por lo que la generación de ese pensamiento dormido podría conllevar un fluir espontáneo fácil de reproducir por el cerebro dormido, repetitivos. Pudieran tener una cierta coherencia, por su insistencia. Por mencionar un sueño repetitivo en mí, sueño que hay personas que me enseñan cómo adquiriendo absoluta convicción es posible elevarse y volar por el aire. Yo adquiría esa convicción y volaba, pero a veces surgía una mínima duda y caía, otras, me mantenía y disfrutaba el placer de volar. Muchas personas me hablaron de sueños parecidos en los que volaban, por lo que deduzco que ese anhelo está en el cerebro dormido de mucha gente. Otro hecho también bastante común es el de soñar con alguien que no has visto en años y le encuentras de pronto al día siguiente, como si también tuvieran los sueños algún carácter premonitor. También son frecuentes las pesadillas, sueños malevos que al horror nos llevan. Son más frecuentes en niños, aunque aparecen a cualquier edad. A veces se influyen por una mala digestión o excesiva ingesta. No es infrecuente que algún tipo de pesadilla sea repetitiva en cada persona y en muchas otras. Caerse al vacío o estar en un pozo sin salida, ser atacado, verse hundido por la maldad, verse en llamas, tener un accidente, morir ahogado o quemado, cualquier otra catástrofe son sueños comunes entre personas distintas, con sus matices particulares. El pensamiento dormido tórpido resulta tan inquietante que con frecuencia nos hace despertar, por eso siempre los recordamos. Si no nos despierta y viene a continuación una fase de sueño profundo, la pesadilla quedará en la basura y no será recordada. De su tormento nos liberamos.
En definitiva, el pensamiento que nuestro cerebro elabora mientras duerme es un misterio, pero puede verse influenciado por la vida despierta, por anhelos ocultos, por temores íntimos y por todas las circunstancias favorables o adversas que rondan nuestra consciencia. Al perderla al dormir, el pensamiento que surge no suele tener lógica, es irracional, pero es genuino y espontáneo, fuera de nuestro control. Dejemos tranquilo a nuestro cerebro dormido, él sabrá lo que hace. Pero si de nuestro interior nacen los sueños, algún significado tendrán. No se piensa sin razón, ni siquiera estando dormido.
El sueño estando despierto
Por último, el más consciente de todos los sueños, aquél que surge de la imaginación bien despierta. Efectivamente, es la imaginación la que los produce. En ella surge un deseo que puede convertirse en un sueño, para conseguir que algo imaginado se convierta en realidad. Se pueden tener miles de sueños a lo largo de la vida, desde bien niño, en la adolescencia, en la juventud, en la madurez y, yo diría, hasta en la senectud. Lo habitual es que se tengan en las primeras etapas de la vida y poco a poco su búsqueda se vaya apagando conforme pasan los años, como si un realismo crudo los fuera apagando. Los niños sueñan con que llegue la primera comunión, con un viaje a Disney o cosas similares, deseos tontuelos que cuando pasan pierden su valor. Hay también adultos que sueñan con que les toque la lotería y otros, como yo, con sueños deportivos, como que esta noche gane el Real Madrid. Sueños bobos que en nada afectan si no se cumplen. Por cierto, cuando esto escribía, resulta que el Real Madrid perdió esa noche, pero pasó la eliminatoria. Es decir, el sueño no se cumplió, pero en el fondo sí. De manera que más que sueños podríamos llamarles deseos (wishful thinking). Algunos privilegiados tienen sueños de viajes y aventuras que, en general, suelen alcanzar no sin esfuerzo. Pero en la mente de muchos adolescentes y jóvenes hay grandes dosis de imaginación capaces de diseñar un futuro por el que luchar. Si lo son a largo plazo se convierten en un sueño despierto. Dentro de este tipo de sueño, los hay débiles y fáciles de abandonar y los hay fuertes y pertinaces. Cuando esto ocurre, el diseño mental del logro hace imaginarlo continuamente. En algunas personas, el grado de implicación en hacerlo realidad es tal que, si el azar lo permite, acaban consiguiéndolo.
Un sueño hecho realidad, que maravilla cuando se alcanza. En el amor entre las personas juega un papel importante. El sueño de alcanzar el amor de la persona amada es el sueño en vida más habitual y el que más felicidad proporciona, aunque pueda ser transitoria. Pero hay muchos otros tipos de sueño despierto, como el de curarse de una enfermedad. Está claro, el sueño del que pierde la salud es el de recuperarla, no hay otro. Para ello pondrá todo el empeño y sacrificará cualquier cosa con tal de recuperar su salud, el bien más importante. Cada historia de estos procesos crea vivencias que intercalan en el sueño de curarse a personas que pudieran ayudar a conseguirlo. Mi vida médica me ha metido en muchas de ellas y el sueño de las personas lo hacía también mío. Ayudar a conseguir esos sueños fue siempre mi sueño despierto principal. Pero sigamos, existe entre los humanos una enorme diversidad de sueños estando despierto. Que se hagan o no realidad es otra cosa, pero el ser humano no para de imponerse objetivos por los que luchar. En el ámbito profesional, sueños de progreso forjados con determinación y empeño continuado, pertinaz decisión de alcanzarlo. Sólo alguno llega siendo muchos los que se truncan. El por qué unos sí y otros no es otro misterio, aunque a mi entender, depende de dos cuestiones. Una, el grado de determinación y perseverancia, la otra la suerte. El azar ayuda a algunos para hacer su sueño realidad y perjudica a otros que no lo alcanzan. Pero yo sé bien que solo se consiguen los sueños que se súper-trabajan y tras mucho tiempo de perseguirlos, tanto que al final dejan de parecerlo, por la contumacia empleada. Cuando llegan, si es que llegan, agradan, pero no enloquecen tal y cómo se imaginó. Aquel sueño que nunca se logra y dura toda la vida es un canto a la esperanza. La vida es así, pero con los sueños despierto hay que aceptar con humildad que no se consiguen en muchas ocasiones y que, al menos, se intentó. Ya vendrán otros sueños por los que luchar. Ser soñador es imaginar y anhelar permanentemente y el que de verdad lo es no cesa de soñar despierto, el más consciente de los sueños, el que más sentido tiene.
Como decía Calderón de la Barca …el hombre que vive, sueña lo que es, hasta despertar…que es el morir. Es decir, también se sueña en vida lo que uno es y quiere ser estando despierto como si un sueño dormido fuera. ¿Y si todo fuera un sueño?.La verdad es que, …toda la vida es sueño y los sueños, sueños son…
Interesante articulo y reflexiones sobre el sueño, el soñar y ensoñar.
Primero me quedé como en shock. El sueño? Vamos a hablar de esto? Y cómo es esto en tiempos de ensalzar no sólo el éxito sino la vigilia, y más aún la hiper vigilia como estados ideales de nuestra productiva vida?
Así que pararse a hablar de qué sea dormir ó qué le pasa a la drosophila, ( por cierto creo conocer que tiene un ADN similar al nuestro, y de ahí quizá lo instructivo que sea estudiar su sueño), cuando menos me saca de lo cotidiano.
Pero me ha resultado muy interesante conocer a Allan Hobson, ó a Rogulja y darme cuenta de que dormir deja de ser mimado por los humanos pronto, pasada la primerisima edad, y que no se acompaña de los suficientes cuidados, a pesar de que sus trastornos alcancen proporciones más que llamativas .
Estoy totalmente de acuerdo en que el dormir es una actividad celular más que cerebral, y que tiene una complejidad apenas esbozada. Que muchas de las actividades que atribuimos al cerebro quizá sean compartidas por el resto del organismo, e incluso supeditadas a él y que es deseable que se continúe activamente estudiando y teniendo en cuenta el cuidar y proteger el espacio del soñar a todos los niveles.
Que soñar sea en sí una actividad random de las neuronas, a debate continúa, aunque forma parte del legado bíblico que no es un tema intrascendente. Que sea de difícil interpretación no le niega su realidad. Estoy de acuerdo contigo en que quizá sea una forma genuina y espontánea de nuestro ser mucho más allá de nuestro predecible comportamiento.
Y qué curioso que se llame soñar a esos quiméricos propósitos que nos pueblan, y que ojalá nos habiten hasta el último suspiro. Ojalá nuestra despedida sea dejar bien plantado un sueño y que siga creciendo.
Gracias Josele por tu empeño en escribir que nos cambia de horizontes. Hasta la próxima.