El sexo puede ser uno de los mayores enigmas  por descifrar para los biólogos y para la ciencia en general. ¿Por qué existe el sexo y cómo ha evolucionado? nos preguntamos. Por un lado, es fácil de entender que su principal papel es el reproductor,  quizás su origen, su razón de ser. Pero existen muchas incógnitas biológicas sobre el sexo, todos sus procesos y su evolución.

Desde los eukariotes, o primeros seres pluricelulares, la reproducción podía ser sexuada o asexuada. La reproducción asexual, o clonación propia (“self-cloning”), es un método reproductivo que pronto la vida descubrió para garantizar la supervivencia. La mitosis o división celular procrea células idénticas en su descendencia quienes reciben todo el genoma paterno y presentan en su núcleo una sola y simple serie de cromosomas, es decir, son haploides. Todo ello sin intercambio de genes, por lo que resulta un método seguro para dar vida sin muchos riesgos de mutaciones  genéticas. Los seres clonados nacen fácilmente de un solo ser, por lo que solo se requiere su decisión, y ocurre en cualquier momento y lugar, aunque sus hijos sean una mera duplicación, seres con idéntico genoma. Tiene la ventaja de ser un método seguro de perpetuación pero conlleva una más costosa adaptación ante un medio ambiente cambiante.

La reproducción sexual, en cambio, precisa de 2 individuos que han de intimar hasta conseguir la fusión sexual de sus 2 gametos. En dicha fusión celular (meiosis), cada gameto aporta parte de su genoma en la formación del nuevo ser pero existen 2 copias genéticas de ambos, son diploides, lo que permite recombinaciones y mutaciones genéticas. Durante la meiosis, los cromosomas de cada haploide parental intercambian secciones uno de otro, un fenómeno llamado recombinación. Esto hace que la reproducción sexual sea capaz de reparar alteraciones genómicas mediante un simple “corta y pega” de cadenas de ADN, como plantillas, que ocupan el lugar de las dañadas. La reproducción sexual también implica la decisión de 2 individuos que han de intimar e intercambiar,  por lo que es la decisión de dos, y ambos resultan vulnerables a posibles daños ocasionados por la pareja. Las mutaciones genéticas adversas son más fáciles de generar en la reproducción sexual pero también la duplicación de series de cromosomas permite aumentar la diversidad genética en la descendencia mediante mutaciones favorables que aporten mejoras en la adaptación al medio ambiente y aumente la diversidad. Es decir, la vida comprendió que para aumentar la diversidad y favorecer la evolución y adaptación de los seres vivos era mejor la reproducción sexual que la asexual. Las plantas son seres que utilizan ambos métodos reproductivos, la sexual en flores y semillas y la asexual en tallos. Muchas plantas combinan también ambos métodos. Sin embargo, en el mundo animal, la reproducción sexual no es la excepción sino casi la norma. En los animales solo una de cada 1000 especies conocidas es exclusivamente asexual.

Existen organismos muy primitivos, como ciertas algas y protozoos, que se reproducen habitualmente de forma asexuada. Sin embargo, cuando son sometidas a condiciones de stress cambian rápidamente a una reproducción  sexual. Las algas se reproducen mejor asexuadamente pero cuando optan por el sexo lo hacen para aumentar sus posibilidades de supervivencia. El principal propósito del sexo en estos seres no es la cantidad de descendencia, sino para hacerla más fuerte, mejorar su capacidad de adaptación a un medio adverso y aumentar su diversidad. Por tanto, además de su papel reproductor, el sexo aporta a los seres vivos otro tipo de beneficios. Sin duda, el sexo aumenta las posibilidades de mutar genes y así asegura la capacidad de diversificación en cada especie. Pero es que además, se ha visto que las hembras  animales que practican sexo adquieren mayor inmunidad y viven más que las que permanecen vírgenes. También se ha comprobado que en el cerebro de ratas masculinas existe una explosión inmune después de practicar sexo. Parece ser que las prostaglandinas, siempre abundantes durante el cortejo, juegan un papel importante en el fortalecimiento del sistema inmune. Hay también prostaglandinas en abundancia en los fluidos sexuales y seminales, lo que refuerza el impulso propio generado en el cortejo. Se ha comprobado en los laboratorios que las ratas realizan mejor ciertos test cognitivos después de practicar sexo. También que, cuando el sexo es frecuente, se enlentece el declive de la función cerebral asociada a la edad. Vemos en muchas especies una tendencia a que los individuos del género femenino que más practican el sexo tienen mayor supervivencia y mayor respuesta inmune, en relación a las vírgenes. Se ha demostrado en animales que los individuos viven más y pasan más sus genes si tienen sexo precozmente y lo practican con asiduidad, incluyendo en el experimento aquellos simios que optan por la masturbación repetida. Los procesos sexuales entre seres del mismo sexo, que obviamente no tienen fines reproductivos, están ampliamente extendidas en el reino animal, incluyendo al ser humano. Todos ellos generan iguales energías y beneficios con el sexo. De manera que podemos concluir que el sexo no solo es un método reproductivo idóneo para la evolución de los seres, sino que también aporta importantes beneficios a los practicantes.

El sexo beneficia a los seres que lo practican, no hay duda, pero también conlleva riesgos en los implicados, directos e indirectos. Desde un punto de vista genético, como decía, con mutaciones adversas. Desde una visión mental en todo el mundo animal, innumerables distorsiones del sexo en los que siempre hay un perdedor en el envite, como el sometimiento, la exclusividad en el aren, la poligamia,el sadomasoquismo y cualquier imaginable enfoque del sexo, por no hablar de las posibles infecciones y traumas psicológicos. Eso fue así fruto de la evolución, los más fuertes y dotados serán los que transmitan sus genes, aunque también con frecuencia resultan los más torpes, por lo que avispados menos fuertes también se cuelan y son capaces de cubrir a hembras del aren de otro, es decir todo puede ir cambiando en la selección natural y el sexo también.

Resulta curioso observar en animales los diversos procesos sexuales de cortejo hasta llegar a la cópula. El celo femenino genera en el macho un impulso hormonal de avidez por el sexo que lleva a la lucha encarnizada entre los aspirantes, a la vez que rechazos de la hembra, temporales o definitivos, lo que da al proceso del sexo un estado especial en todos los implicados. Yo no puedo olvidar lo que viví con mi querido perro Ganimedes, un pastor alemán que entró en mi casa de recién nacido, creció entre mis hijos y vivió como uno más de la familia. Tenía una caseta en el jardín de casa y le sacábamos a pasear y desfogarse. “Gani”, como le llamábamos, era a la vez tierno, cariñoso, familiar, fogoso y atleta,y además se sentía protector de amenazas a toda la familia. Fue bien adiestrado y viajaba con la familia en un antiguo R12-furgoneta. En el jardín tenía amplitud de movimiento pero su fogosidad era difícil de manejar a veces. Siempre recordaré con melancolía cómo se ponía nuestro amado perro Gani cuando sentía el celo alrededor…, no sé que impresionaba mas, si sus gestos, llantos y gemidos,  reflejo de intenso sufrimiento y necesidad imperiosa, o su ardor e insistencia en dejarse llevar por tan potente atracción; solo te suplicaba para dejarle salir a ir a pelear por conseguir. Yo no he visto a nadie igual. Y recuerdo que era una súplica tierna la que planteaba, porque apelaba al sentimiento que había entre ambos. No era igual que cuando quería comer. Era como pedirte ayuda ante la atracción descomunal que él sentía y yo no. Confieso que alguna vez abrí la puerta. Cuando lo conseguía, estaba fuera 2 o 3 días y volvía exhausto de la energía desprendida en el cortejo y con señales de dura pelea con otros machos…ay su orejita!!… Tardaba en recuperarse y todos queríamos cuidarle y mimarle un poco. Su actitud ante el celo me impresionaba y me hacía pensar en la fuerza del sexo. La lucha por conseguir añade una extraordinaria energía en todo el proceso sexual. Y es que en los animales el sexo provoca peleas tremendas entre los machos para ver cuál va a cubrir a la hembra en celo y a todo el aren. Y esto ocurre en insectos, mamíferos, lagartos, cocodrilos y un sinfín de especies.

La diversidad biológica en los comportamientos sexuales de las distintas especies es tan amplia que desde el cortejo hasta la cópula, un sinfín de vericuetos caracterizan el sexo en cada especie, siendo una fuente inagotable de información para los biólogos en su estudio del sexo en cada una. Lo cierto es que ya sea produciendo huevos o esperma, encontrando pareja, creando el ámbito de atracción y cortejo, favoreciendo la atmósfera precisa para llegar a la copulación, al éxtasis y a la calma ulterior, el sexo y su misterio se extienden por cada especie y tiene un carácter evolutivo en cada una. El sexo, como proceso, no solo lleva fines de transmisión genética, sino que encierra todo un mundo perceptivo y emisor, generador de energía vital que engloba a los implicados.

En cualquier caso, lo que el sexo pueda parecer es diferente si hablamos de una planta, de un protozoo, de una mosca, de un toro o del ser humano, otro animal más. De alguna forma, nuestra visión del sexo en otras especies está condicionada por la visión del sexo en la nuestra. Y es que en el ser humano el sexo ha alcanzado altas cotas evolutivas, por lo que el enigma aún se agranda. En la mayoría de los animales se escogen unas épocas del año para el apareamiento, lo que reduce la fogosidad de su llamada a un periodo determinado. No sé qué de ellos sería si, como le sucede al ser humano, descubrieran que el sexo, sin la llamada procreadora, tiene también beneficios insoslayables. Son pues pocas las especies en las que el afán sexual es perenne y también responde a un hedonismo o búsqueda del placer.

Aunque sea meterse en un berenjenal, voy a intentar escudriñar algo en el sexo evolucionado en la especie humana. Y digo evolucionado porque es diferente la práctica del sexo para procrear que para recrearse en el intercambio. La especie humana lo utiliza con este último fin la mayoría de las veces, evitando con métodos la gestación, y a eso añade el poder de la imaginación. La llamada del amor es hormonal y está en todos los seres, aunque en algunos más que en otros. El impulso poderoso existe en todas las especies y la humanidad hasta lo racionaliza y lo comercia desde sus orígenes. Siempre existió una subterránea organización social para dar salida a tan potente impulso instintivo del macho, aunque su origen animal nos lo hace ver socialmente horrible y marginal, un submundo para los psicópatas del sexo y otro real para ocultarlo cuando se practica. Siempre existieron las ganas de follar y el hecho de sentirlas no solo no es malo sino que estimula los circuitos del cerebro. Otra cosa es cómo nuestra corteza evolucionada puede percibir y manejar ese impulso. De hecho, siempre lo controlamos y, a veces, nos dejamos llevar. En el amor todo desarrollo es fácil y el progreso en el sexo ya solo depende de dos. Fuera del amor la cosa se complica. Resulta curioso que el sexo pueda ser a la vez el vehículo ideal para la entrega del amor de dos y su malgastada práctica, fuera del amor, ocasione con frecuencia menoscabo. La tendencia es a atraerse, no a repelerse, aunque la modulación cortical sabe administrar y clasificar, generalmente, las fuertes llamadas del instinto, mas nos vale.

Lo cierto es que la práctica del buen sexo es uno de los placeres mas profundos que el ser humano puede disfrutar en una noche de anhelos.

Lo cierto es que la práctica del buen sexo, legal o ilegal, es uno de los placeres mas profundos que el ser humano puede disfrutar en una noche de anhelos. Aporta al organismo unas sensaciones excitantes que hacen vibrar a todas las células hasta encenderlas y esa incandescencia ocasiona dolor de gusto y gozo del bueno. El fuego corporal origina quejidos y aullidos representativos y excitantes, imposibles de reprimir y el carácter “in crescendo” que permite, nos puede llevar a un clímax en el que el propio espíritu se sale transitoriamente del cuerpo con idea de intercambiarse y se exprime en flujo común. El orgasmo bien elaborado desdobla el cuerpo del alma para que el gusto nos saque de sí,  superándose los sentidos para quedar en el éxtasis, para ganar unos instantes de cielo, para morir de vitalidad. Si todo lo bien elaborado se acompaña  del gozo del amor comprenderán que hablamos de algo sublime que descubrimos evolutivamente. Ojalá siempre quede ese grado.

El progreso en el sexo en la vida de las personas permite discernir entre etapas. En un principio lo importante es el orgasmo, pero con el tiempo se aprende a recrearse en cada fase, sacando partido a todo y llegando a percibir, no ya los placeres propios, sino también los de la persona amada, que gustan más si cabe. El clímax no es ya tan importante, primero porque supone el fin y segundo porque resulta mejor bordearlo y darle coba, rozarle sin caer en él, prolongar el éxtasis, fomentar la locura de sentir. Si coincide  que los pasos en el sexo, sus vericuetos y caminos, se acoplan fácil al diseño que va creando el anhelo, es que hay transmisión sexual, los cuerpos son uno y el tacto y sensorio comunes, todo se unifica. Las opciones son siempre múltiples y todas se pueden recorrer con mayor o menor vehemencia, para dar camino acorde, ponderado y lentamente progresivo a las sensaciones intuidas, lo que exalta la percepción y crea la belleza sensorial, expandiendo los sentidos. Alguno dirá que qué exageración, quizás, yo pensaría, pero posible es…No es igual en todo el mundo pero esa descripción creo que está al alcance y forma parte de los anhelos de la gente, consciente o inconscientemente, ya todo depende de cada uno y de lo que las circunstancias nos deparen. La pasión y la imaginación también cuentan. Siempre me impresionó la fuerza y las capacidades del sexo, sus posibles desarrollos reales o imaginativos y su evolución en la vida de las personas. Hay quien lo fomenta y hay quien lo apaga. La apoptosis también existe en el sexo, para prohibirse sentir sin que ello origine sufrimiento. Muchísimas personas pasan por completo de él sin que, como digo, tengan que recomponer nada en su organismo, simplemente el rechazo mental crea costumbre y además no es doloroso. El sexo puede ser abolido sin más.

Otro aspecto llamativo es la imaginación. ¿Cómo un impulso instintivo desata en nuestro cerebro tamaña explosión?. La imaginación se desata por el sexo y es capaz de volar libre porque nadie la oye ni la ve. Todo lo que nuestra mente construye espontánea a partir de un impulso es un canto a la libertad. Todo lo que haríamos si fuera posible, si no hubiera impedimentos,  si hubiera armonía entre dos. No es preciso esperar respuestas, nuestra mente las fabrica y las transforma en una película dirigida por nosotros, que somos capaces de dar al ser deseado las claves del papel que ha de desempeñar ante nosotros. Recuerdo, en una etapa de mi vida, convencido de la imposibilidad de dar salida a mis impulsos sin crear miles de problemas a mi alrededor, cómo decidí fabricar todo en mi mente a ver si me calmaba. Lo que tenía de bueno es que nadie se enteraba. Poco a poco comencé a desarrollar la capacidad de follar mentalmente, de tal manera que cuando veía a alguien que me atraía me concentraba con todas mis fuerzas para organizar en mi mente un proceso sexual con ella. Al principio era como una broma, pero sin darme cuenta se fue agigantando y convirtiéndose en una ensoñación casi real, hasta el punto de que había veces que tenía que parar bruscamente. Era aséptico y respetuoso, ya que no vulneraba nada ni a nadie y al terminar, se acabó lo que se daba. Me convertí en un usurpador avispado de mis propios sueños eróticos, construyendo para mí las escenas a mi antojo. Nada comparable a la libertad del mundo imaginativo y menos aún cuando se aplica al sexo. Lo comprobé desde niño y lo fomenté hasta hoy. Las escenas bonitas de nuestra vida las podemos recrear en nuestra mente y la imaginación resulta una ayuda portentosa. En el terreno del sexo, la imaginación tiene la capacidad de crecer con el tiempo, haciéndose cada vez más rica y siendo cada vez más fácil su uso mágico. Mi frialdad exterior apenas puede esconder el fuego interno de lo que mi imaginación crea por su cuenta, pero no es posible sacarlo fuera…, solo arde en el interior.

Yo creo que, en todos, el sexo es evolutivo y marca de alguna manera la vida de las personas. Se trata de ir descubriendo, a todo lo largo del recorrido, los infinitos caminos del sexo a través de combinar el mundo imaginativo con el de las sensaciones. Es, por tanto, un proceso creativo para cada uno. La importancia que se le dé, ya es un tema personal. La esfera sexual es potencialmente ilimitada y el progreso en ella viene dado por el tipo de relaciones, por la suerte y por la capacidad imaginativa. La suerte influye en todo y en el sexo tiene mucho que ver con la influencia de las personas, sobretodo en el aprendizaje. Tan necesaria es la armonía que el desajuste puede crear inhibición y miedo, traumas que persiguen en la vida e instinto de repetición. Si nada de esto ocurre, o si lo que ocurre se supera con madurez, el desarrollo progresivo es posible. Pero resulta que esta evolución se acompaña de una terrible paradoja. ¿Cómo es posible que cuando más fuerte es el instinto, la inexperiencia en la esfera sexual impida un adecuado aprovechamiento y, conforme esta se enriquece, flaqueen las fuerzas de forma inversamente proporcional?…¿Es que el sexo humano es mas mental que físico cuando las sensaciones y excitaciones sensoriales son puramente físicas?…Sin duda, esta broma de la naturaleza obedece al origen del sexo, el fomento de la procreación, cuya fuerza hay que ponerla pronto, pero entonces, ¿por qué este tipo de evolución mental que nos desespera a veces? …¿Por qué preparar la mente para algo progresivo que solo el cuerpo temprano puede hacer?. De hecho, el ser humano siempre luchó contra esto buscando elixires mágicos que fomentaran la lívido y dotaran al organismo de una energía especial para una noche de placer. Quizás seguimos en la evolución ya que estos elixires están en el mercado en forma de píldoras azules. Quizás la paradoja pueda evitarse en el futuro avanzado y el sexo siga creciendo con nuestra imaginación, porque límite no parece haber.

Por último, unas consideraciones sobre el sexo por géneros, algo también evolutivo en la escala humana. Quizás, el exacerbado impulso hormonal del macho creó un sistema patriarcal en el sexo que no nos diferencia del resto de los animales más primitivos y que sigue siendo en ocasiones bruto e impositivo, lo que hoy resulta deleznable y castigable, afortunadamente. El deseo sexual femenino es distinto, más pausado, más sofisticado y exigente que el del hombre. Inequívocamente, el proceso sexual es una cosa de dos y si se dice no es definitivamente no, esto es claro. Si en alguien perdura la duda es porque, como en el mundo animal ocurre, la insistencia a veces tiene premio…”el que la sigue la consigue”…refrán machista que solo habla de la eterna obcecación de un macho encelado. El mundo erótico femenino es apasionante para la mujer y también lo es para el hombre, por su extrema sensualidad, y en el intercambio ambos pueden fundirse de igual forma. Pero a mí me parece que el buen sexo femenino ha evolucionado mejor que el del hombre. La pasión femenina da mucha importancia al cortejo y casi exige magia en su transcurso, que sea algo distinto a tantos pesados que por el mundo van. Si el cortejo progresa, comienza un proceso mental productor de prostaglandinas  y a la vez se enciende el botón del mundo imaginativo, tan rico en la mujer, lo que activa todo un mundo sensorial. Al tener la mujer mucha más inteligencia que el hombre, reacciona la razón y una discusión interior se establece que siempre frena el cortejo. El hombre se obceca, la mujer piensa y razona. En su confrontación interior están el mundo de los sueños y la capacidad mental para frenar el impulso sensorial sin menoscabo alguno. Reiniciar el cortejo con inteligencia por el obcecado macho es ardua tarea, porque la magia exigida no admite estupideces. Cortar el cortejo es fácil para la mujer y además descompone a los hombres lo que hace que en eso quede el asunto la mayoría de las veces. También hay hombres inteligentes que usan la razón para buscar otro encuentro, otro motivo, y poder así entrar más pausado y más listo. Lo cierto es que cuando el cortejo continúa el interruptor de los sueños se activa fácilmente para dejar las cosas por donde iban en principio. Los vericuetos del mundo sensorial femenino son mucho más diversos que en el hombre por lo que los caminos del sexo hasta el orgasmo muestran una gran amplitud de posibilidades que van a tener mucho que ver con el proceso, con la pasión y, sobre todo, con el amor. Cuando este existe, una amplia generosidad y entrega están siempre presentes. Una mujer experta en amor es creativa en todas esas posibilidades y su capacidad imaginativa le impulsa los sentidos. Intuyo en el orgasmo femenino un sinfín de grados y posibilidades que se pueden exprimir con el tiempo.

En definitiva, yo creo que la evolución del sexo en la mujer, en general, lo eleva muy por encima del bruto encelamiento del hombre, también en general. Además, aportan el valor de la razón y la inteligencia en el sexo, sabiendo discernir mejor sin que por ello merme su potencial de desarrollo. Creo que la visión femenina del sexo es más evolucionada y certera y debe extenderse a toda la humanidad. Mejor la femineidad dirigiendo que el burdo impulso hormonal de los hombres. El sexo sigue evolucionando en la humanidad y el intercambio del mismo género, no solo aporta el mismo beneficio que el de los heterosexuales, sino que también puede conllevar amor, el más alto desarrollo alcanzado en la evolución del sexo. Yo entiendo mejor el sexo entre mujeres, quizás por la doble sensualidad que suscitan. Máximo respeto al sexo entre hombres pero no veo en ello ninguna atracción.

En conclusión, hay sexo porque lo que nació como método de reproducción, que triunfó evolutivamente sobre la reproducción asexuada, fue también utilizado por la vida para aumentar su diversidad y para lograr mejor adaptación al medio ambiente. Pero es que, además, el sexo aporta beneficios individuales al que lo practica, mejorando su sistema inmune y aumentando las posibilidades de supervivencia. Por si fuera poco, la evolución del sexo en la especie humana llega a desatar un mundo imaginativo en el que su grado máximo en el amor consigue fusión de dos.

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