Me dispongo a culminar la saga de escritos sobre los vuelos Spirit of Corpal que cada año hacíamos desde el 2009. La verdadera razón de obligarme a hacerlo es porque fue el último año que compartimos los vuelos con Alfonso. Recordarle y narrar sus anécdotas en nuestras aventuras es revivirle, aunque al hacerlo duele más aún su ausencia. Alfonso adquirió un gusto y un sentido de volar en avioneta, de hacer nuestros trayectos, planificarlos y llevarlos a cabo cada año que realmente le entusiasmaba. Cada año se sumaba con toda ilusión y avidez de aventura, además de conocer otros aeropuertos, otros lugares donde relajarse y planificar el siguiente vuelo. Siempre fueron vivencias intensas que son difíciles de olvidar. Solo hay que ir a los recuerdos, ver las imágenes y agarrar el hilo conductor.
El año 2016 fue un año muy especial para Alfonso y para mí. Ambos llegábamos, aún detestándolo, a la obligada jubilación en el hospital público y en la Universidad. Sabíamos que al llegar el otoño recibiríamos la carta en la que se nos agradecía los servicios prestados.
Alfonso se pasó media vida hablando de lo poco que faltaba para que nos echaran de lo que había sido nuestra casa durante 40 años. Hablaba de ello cuando faltaban 20 años, no digamos cuando poco a poco se iba acercando el momento. Por tanto, aunque seguíamos ejerciendo nuestras responsabilidades, la fecha se acercaba de verdad de forma inexorable. A ambos nos fastidiaba mucho ese momento, no solo por dejar la casa y el oficio, sino por dejar en parte la práctica de la Medicina, algo que estaba en nuestras vidas.
Sin embargo, ello no interfería con el proyecto del año para Spirit of Corpal, si acaso, con más ahínco. La fecha sería como siempre en la segunda quincena de Julio y la planificación se centraba en vuelos por la península una vez más. Pero es que, además, en el mes de Junio, la sección de hemodinámica de la Sociedad Española de Cardiología había organizado en su reunión anual un acto, también quizás de despedida, en el que nos invitaban a ambos a hablar de las contribuciones científicas de Corpal. A Alfonso le descomponía hacerlo y no paraba de protestar, aunque su preparación también le obsesionaba. De repente, se me ocurrió que podíamos ir juntos a León desde Córdoba en avioneta. El Spirit of Corpal transportando al propio Corpal en su despedida de la sociedad científica. A Alfonso le entusiasmó la idea y a Paloma también. De manera que primero planificamos un trayecto Córdoba-León-Córdoba ajustado a las fechas. El avión sería el del año anterior, la Cessna ECJLY. La tripulación también la misma, Paloma, Alfonso y yo, aunque sin Paquito.
El vuelo Spirit of Corpal 2016 tendría pues 2 rondas, la primera en Junio, Córdoba-León-Córdoba. La segunda, en el mes de Julio, por la geografía de la península, en la que los trayectos marcarían un 8 sobre ella. De Córdoba volaríamos a Burgos donde estaríamos una tarde-noche. De allí a Logroño, también para un día. De Logroño a Castellón, donde la playa invitaba a estar 2 días. De Castellón volaríamos a Badajoz, larga distancia que iba a precisar una parada y repostaje. En Badajoz una tarde-noche y de allí a Jerez, donde estaríamos 2 días en Sancti Petri con mi hijo Javier y la familia, algo que siempre gustaba mucho a Alfonso, estar con su discípulo preferido. Finalmente, retornaríamos de Jerez a Córdoba, principio y final de todos los periplos aéreos con el Spirit of Corpal.
Primer trayecto Córdoba-León-Córdoba (LEBA-LELN-LEBA) Junio 2016:
Alfonso vino 2 días antes a Córdoba, quería que repasásemos juntos nuestras 2 presentaciones en León. El era un orador estupendo, tanto en español como en inglés, pero siempre se estresaba al presentar. En esta ocasión tenía razón, ya que se trataba de contar la historia de Corpal y lo que supuso esa unión en términos científicos durante 40 años. Alfonso expondría lo conseguido en la cardiopatía isquémica y yo lo propio en cardiopatías estructurales. Sobraba material publicado y había que seleccionar. No es fácil hablar de lo propio, lo que también a ambos nos fastidiaba, pero quedamos en tratar de hacer una charla amena en la que simplemente contáramos la historia vivida. Al hablar de ello Alfonso siempre acababa con bromas sobre el vuelo a León, si caía la avioneta con los dos oradores de la reunión la repercusión sería enorme y, además, nos evitábamos así tener que presentar. Le parecía fabulosa la forma de morir. Además de estas risas, también nos reunimos con Paloma para planificar los vuelos. Ella siempre atenta a la meteorología tenía ciertas dudas en cuanto a la zona centro con posible nubosidad. También era un vuelo largo, por lo que el combustible iba a llegar justo. Además, sabíamos que en León no tenían AFGAS 100, por lo que a la ida o a la vuelta había que repostar en Valladolid o en algún aeroclub cercano a León. Todo parecía dispuesto y, como de costumbre, la víspera fuimos a cenar al restaurante Envero, lugar habitual del primer “briefing”. La cena fue amena, aunque casi se habló más de nuestras presentaciones en León que del propio vuelo en sí. No sabíamos entonces la que se avecinaba.
Al día siguiente, como de costumbre, recogí a Alfonso en el hotel en taxi y juntos nos fuimos al aeropuerto. Allí nos esperaba Paloma un poco desesperada con la última información meteorológica sobre la zona centro. Iba a haber muchas nubes, más a media tarde, por lo que urgía salir cuanto antes. Hubo un momento de duda sobre si salir o no, aunque Alfonso lo resolvió con claridad. Ya no podíamos llegar a León a tiempo de otra forma. No se nos perdonaría no acudir a nuestro homenaje. Si había que morir así mejor y cuanto antes. De manera que aquello acabó por decidir a Paloma y nos pusimos en marcha. Alguna foto y al avión.
Con los depósitos llenos, salimos por la pista 03 en dirección norte. Subimos a 5000 pies y el horizonte parecía despejado de nubes. Todos sonreíamos y nos acercábamos a los montes de Toledo con optimismo. Al acercarnos a Madrid, tuvimos que subir a 8000 pies, pues comenzaba a haber nubosidad abundante que había que superar. Poco a poco estábamos sobre nubes que impedían ver el terreno. Ante la posibilidad de montañas Paloma decidió subir a 9000 pies. El caso es que conforme avanzaba el vuelo el techo de nubes iba subiendo y nosotros con él un poco más cada vez. Llegamos a subir a 10.500 pies, techo casi límite sin presurización para un adecuado contenido de oxígeno. Paloma no quería subir más, por al fondo veíamos nubes más altas a las que nos dirigíamos. Parecía que, tras ellas, se vislumbraba una claridad. Paloma decidió entrar en nubes y no subir más, esperando todos salir de ellas cuanto antes. Paloma me insistía en el avión equilibrado para mantener una posición estable con el mismo rumbo. Entre nubes es clave la posición del avión sin referencias externas y ambos estábamos súper-tensos. Detrás, Alfonso no percibía la tensión que el vuelo iba alcanzando. Preguntaba, …”Paloma, ¿cuándo salimos de nubes?… Alfonso, calla ahora”… Pasados unos minutos que parecían interminables, de repente aparecieron cristales de hielo en los bordes del parabrisas delantero. Al verlo, Paloma no dudó,…Jose, abajo, abajo…, yo comencé un descenso brusco consciente de que la situación era límite. Si hay hielo en el parabrisas también lo habrá en los planos, lo peor para la sustentación del avión y causa de muchos accidentes. Había que descender a ciegas casi en picado entre nubes para que la temperatura subiera algo y el hielo desapareciera. Por otro lado, no sabíamos exactamente si habíamos pasado ya la sierra de Gredos o podíamos encontrarnos en el descenso a ciegas con uno de sus picos. Alfonso nos veía concentrados y no sabía bien lo que estaba ocurriendo.
“Paloma, estamos bajando, ¿no?… Y que lo digas, le contesté yo”… Ya a unos 7000 pies el hielo parecía desaparecer de los márgenes del parabrisas e hicimos el descenso algo más lento, aunque seguíamos en nubes sin que nada clareara abajo. La tensión persistía y el avión se movía bastante, Paloma repetía, Jose, Jose, el avión estable…bastón y bola…bastón y bola… Era también preciso mantener el rumbo en bajada, lo cual no es tan fácil en esas condiciones, pero afortunadamente, la desviación del rumbo en el descenso fue hacia el oeste, sin que lo percibiéramos en principio, sólo nos percatamos al mirar el GPS. Todo nos hacía pensar que habríamos pasado la sierra y podríamos llegar a un terreno más llano. A 2000 pies avistamos alguna claridad y a 1500 pies, por fin, estábamos por debajo del techo de nubes y con buena visibilidad del terreno. Uf…reconozco que fueron momentos angustiosos.
Ya en claro vuelo visual sobre el terreno teníamos 2 opciones, dirigirnos a Valladolid a repostar o seguir rumbo directo hacia León. Paloma pensó que había que llegar cuanto antes a León, el tiempo estaba malo y podía empeorar. Ya pensaríamos cómo repostaríamos a la vuelta. El vuelo a baja altitud era de una gran belleza y la tensión a bordo había desaparecido.
Alfonso empezó a comprender el peligro por el que habíamos pasado. El sabía que bajábamos rápido, entre nubes, pero no comprendía por qué. Cuando escuchó a Paloma decir…¡ Alfonso calla ahora!… comprendió que algo serio pasaba. Miraba los instrumentos, pero sólo percibía descenso rápido a alta velocidad y con mucho movimiento, luego se relajó y pensó que su premonición se iba a cumplir. ¡El revuelo que se iba a formar en la reunión de cardiólogos!
Seguimos rumbo 318 y pasados 20 minutos llamamos a León torre, quien nos dio instrucciones. Entramos a 1000 pies sobre el terreno en punto Sierra, en Onzonilla. Hicimos circuito y fuimos autorizados a aterrizar por la pista 23. La toma fue buena y en parte recompensaba la tensa algarabía entre nubes. Duración del vuelo 3 horas 10 minutos. Todo había salido genial y estábamos eufóricos.
Aparcamos el avión y taxi al Parador de San Marcos, lugar increíble que siempre me fascinó cuando estuve. Durante el camino en taxi Alfonso no paraba de preguntar y Paloma de responder, poco a poco iba cogiendo la intensidad que no captó bien cuando sucedía. Él iba recitando los titulares de la prensa al día siguiente con amplia sonrisa en los labios, tratando de dar con el más acertado…”El Spirit of Corpal se precipita”… Entre risas llegamos al hotel y descansamos unos minutos para enseguida bajar al comedor, eran las 3 de la tarde. Había cardiólogos de la reunión terminando de almorzar, así como gente de la industria que acudía a la reunión. La verdad es que todos muy amables con nosotros. Se llevaban las manos a la cabeza cuando les contábamos que habíamos venido en avioneta desde Córdoba. Al fin pudimos almorzar tranquilos continuando la conversación sobre el vuelo. Paloma muy contenta por la rápida decisión de bajar a toda castaña para evitar más hielo y muy tensa hasta ver desaparecer el hielo del cristal. Pero la zozobra continuaba porque seguir el descenso entre nubes y con movimiento era difícil y no sabíamos si estábamos cerca del suelo. Mirábamos los instrumentos y de reojo la ventanilla esperando ver terreno. Cuando finalmente lo vimos a 1500 pies, un gran respiro. Alfonso decía que al día siguiente lo iba a contar en la charla. Siempre entre risas terminamos de almorzar y nos fuimos a descansar un rato.
Por la tarde habíamos quedado en el bar del hotel con mi amiga la Dra Laura Trapiello que había venido desde Lucena a la reunión. Laura es una amiga intemporal, llena de inteligencia y sensibilidad que también congeniaba de forma especial con Alfonso y con Paloma. Laura es un ser especial que va de poco por la vida pero que encierra una inteligencia profunda que cuando se manifiesta en palabras y pensamientos resulta clarividente. Esta característica de Laura era lo que a Alfonso y a Paloma le llamaban siempre la atención. Además, hacíamos risas juntos con los comentarios que surgían mientras tomábamos una copa en el bar. Pero había que recomponerse, a las 8 y media había un coctel de bienvenida a la reunión científica en el propio Hostal. Allí estarían todos los colegas junto a la industria intervencionista. Conocida la noticia de que habíamos venido en vuelo de avioneta desde Córdoba, a donde volveríamos al terminar la reunión, todo el mundo quería saludarnos y comentar. Lo cierto es que lo que era piña al principio se fue diluyendo y cada cual se diversificó. Alfonso, que en principio dijo que lo que pasó en el vuelo lo iba a contar, cambió de opinión y decidió no contar nada. Con la gente veterana de la industria, con los que había una relación prolongada en el tiempo, resultaba agradable la conversación relajada. Con alguna de estas personas, como Mari Luz López Carrasco, en todo el trayecto se forjó una relación de amistad, completamente al margen de la comercial. A Mari Luz le pareció fascinante nuestra llegada en avioneta y además estaba expectante ante la presentación de Alfonso y mía al día siguiente. Ella vivió con nosotros todo el trayecto de innovaciones continuas del intervencionismo cardiaco a lo largo de los años y desde su perspectiva comercial también gozaba con los logros. Quería mucho a Alfonso y siempre nos divertíamos juntos en los congresos del mundo. Miles de anécdotas con Mari Luz a lo largo del tiempo, en las que siempre demostraba su categoría personal, su estilo y su clase. Alfonso y yo disfrutábamos con su amistad y allí de nuevo surgían los recuerdos del pasado siempre en un tono de humor que nos hacía reír mucho. Paloma y Laura se diluyeron de la reunión y se retiraron pronto. Alfonso y yo también. Al día siguiente por la mañana íbamos a visitar León y alrededores con un coche alquilado. Por la tarde, sobre las 19 horas era el evento. Habíamos decidido no acudir a nada más en el congreso y tomar el tiempo libre para visitar León. Había que acostarse. Buenas noches, noches.
Al día siguiente desayunamos sobre la 9 y enseguida estábamos en el Hall del hostal donde nos esperaba Laura. En principio, decidimos caminar por León, lo cual es maravilloso. Llegamos a la catedral y todos nos impresionamos con su belleza externa. A Alfonso no le gustaba mucho entrar en los templos, pero a este le forcé a que entrara seguro de que le iba a fascinar. La catedral con sus vidrieras iluminadas por la luz exterior proporcionaba una atmósfera y unas visiones únicas que a todos nos fascinó, pero quizás más a Alfonso por lo inesperado. Al salir contó que había estado en otra dimensión. Tanto le impresionó que quería volver a entrar. No se lo permitimos porque íbamos a recibir el coche alquilado en la puerta del hotel y teníamos que ir deprisa. Ya con el coche en el hotel, Paloma conduciendo, Alfonso a su lado, detrás Laura dirigiendo el camino y yo. Nos dirigimos a las afueras de León en busca de un lugar fascinante. Una carretera nos llevó a un desfiladero sobre el rio Torio. Paramos el coche a un lado y estuvimos paseando y admirando el paisaje, con alguna fotografía.
Después de más demedia hora, volvimos al coche y rumbo a la ciudad para conocerla mejor en coche. Laura nos guio y paramos en un sitio a tomar cerveza. Al poco, al hotel, había que tomar algo y preparar las presentaciones. Yo pedí un sándwich en la habitación y después me centré en la presentación. Alfonso estaba de los nervios, como en muchas otras ocasiones temía al ridículo que además era capaz de narrarlo…cómo iba a suceder…
El caso es que había que ser hábiles en contar la historia de Corpal porque además es una historia bonita. Córdoba y Las Palmas se unen para avanzar juntos en la Medicina del tiempo que nos tocó vivir. La sesión monográfica sobre las aportaciones Corpal tenía su prosopopeya. En una mesa, el presidente de la sección y 2 prebostes más hacían la introducción ceremoniosa y presentaban primero al Dr Medina (Aportaciones Corpal en cardiopatía isquémica) y al terminar me presentaban a mí (Aportaciones Corpal en cardiopatías estructurales). La sala grande estaba a rebosar. En segunda fila Paloma y Laura súper expectantes. La sesión fue grabada por la sociedad científica y publicada en su web, pudiéndose ver en la actualidad en grupo corpal.com. Creo que resultó muy interesante y que la gente siguió con mucha atención las 2 presentaciones. Al final, solo hubo “parabienes” y felicitaciones. Pero nosotros habíamos acabado nuestras obligaciones con el congreso y sólo pensábamos en una buena cena y en preparar la partida al día siguiente.
Laura nos llevó a un sitio fantástico muy cerca de la catedral, donde cenamos muy bien e hicimos muchas risas. Estábamos sentados Alfonso y yo delante de una pared espejo que hizo posible una foto espectacular de Paloma, en la que se ve a los 4 riendo y en franca armonía. La cena transcurrió en una conversación jocosa de todo lo que nos rodeaba y al final Paloma puso un poco de orden para centrarnos en el vuelo de vuelta. Era preciso repostar fuera de León y lo haríamos en un aeroclub cercano, que tenían nuestro combustible. Ya en el hotel, trazamos la ruta y nos fuimos a dormir.
Tras desayunar y despedirnos de colegas, taxi al aeropuerto donde pagamos tasas y plan de vuelo. De León a un aeroclub cercano llamado “Los Oteros”. Había una historia reciente en relación a ese aeródromo privado. Su dueño y presidente del aeroclub era un experto piloto. Desde su pista, había viajado con su mujer y dos hijos a Castellón. En el vuelo de vuelta sufrieron un accidente mortal como consecuencia de ser atacados por buitres estrellados contra el motor del avión. No hubo supervivientes.
Nuestro vuelo fue corto, 15 minutos desde el despegue. Cuando llegamos a “Los Oteros” se palpaba la consternación. Saludamos a los dirigentes en la cafetería del aeródromo y contaron con tristeza lo sucedido. No sabían qué iba a suceder con el aeroclub. Fueron súper atentos, y nos facilitaron el repostaje y el plan de vuelo directo a Córdoba, nuestro LEBA. Con tristeza y agradecimiento nos despedimos y despegamos de “Los Oteros”. Subimos a 6000 pies con rumbo180. En el camino, Alfonso no paraba de hablar sobre el accidente de la familia. Remarcaba lo imprevisto de lo que les iba a matar. En cualquier momento un buitre nos atacaría y al suelo. Entre la odisea entre nubes en el vuelo a León y la historia de “Los Oteros” Alfonso flipaba con lo que había pensado que nos iba a ocurrir, orgulloso de ese flirteo con la muerte. Era muy gracioso cuando explicaba todas estas ideas que le bombardeaban la mente. Contaba su desarrollo, cómo iba a suceder. También daba importancia a la repercusión. El no quería una pequeña reseña en una prensa llena de noticias, por eso le apasionaba la idea de que hubiera sido en el vuelo a la reunión…”El Corpal se precipita”…, la mejor presentación del Corpal ante todos los colegas! …El tiempo era bueno y el paisaje maravilloso.
Cruzamos los montes rumbo sur y pasamos al oeste de Madrid. Una vez superado el radio de su influencia, rumbo 170 directos a Córdoba. Fue un vuelo placentero y bello que duró 3 horas y 16 minutos. Llegamos a LEBA pletóricos y ya hablando del próximo “Spirit of Corpal” anual un mes más tarde, el trayecto que denominaríamos “el ocho”. Alfonso salió pronto para Las Palmas, Paloma y yo, rápida incorporación al trabajo. Pero el mes iba a transcurrir rápido y había que preparar los vuelos. Lo vivido en el vuelo a León creaba aún mayor ilusión en lo que se avecinaba.
Segundo trayecto Córdoba- Burgos (LEBA-LEBG)) 16 de Julio del 2016:
Alfonso llegó el día antes de la partida, justo el tiempo preciso para planificar el vuelo a Burgos y hacer la clásica cena Briefing habitual en el restaurante El Envero, donde nuestro amigo Fernando Villena nos hace la velada siempre agradable. Mi hijo Javier estaba de vacaciones en Sancti Petri y no pudo asistir, como era habitual, pero estaba muy atento, sabía que una de las etapas conllevaría visitarle en su punto de veraneo. Durante la cena conversamos sobre el vuelo a León y sus múltiples anécdotas. Paloma cortó el tema diciendo que por la mañana teníamos otro vuelo y que había que ponerse las pilas. El tiempo sería bueno y la ruta siempre al norte.
El 16 era sábado, madrugamos algo porque el viaje era largo. El avión, de nuevo la ECJLY, había sido revisado el día anterior y Paloma había hecho un pequeño vuelo de prueba. Llegamos al aeropuerto e hicimos el plan de vuelo. La mañana soleada y ya calurosa a esas horas. Cargamos el equipaje y tras revisar el avión y los procedimientos de puesta en marcha, comunicamos y despegamos por la pista 21. Viraje de 180 grados y en ascenso con rumbo 180. Ascendimos a 6500 pies y la vista increíble. La realidad del nuevo vuelo hacía ver el de León como un vuelo del pasado lejano. La forma de abordar los montes de Toledo y la sierra del Guadarrama era completamente distinta, hoy una gran visibilidad nos permitía admirar el paisaje. Bordeamos Madrid al oeste y desde allí virar a rumbo 12 y controlados por Valladolid volar directos a Burgos. Ya en descenso hasta 1000 pies, entramos por el punto Eco en Gravera de Espinosa. De allí, rumbo 328 hasta circuito y toma por la pista 04. Duración del vuelo 2 horas y 40 minutos.
Pasamos los trámites y taxi para un hotel en el centro de Burgos que habíamos reservado. La ciudad preciosa y llena de historia y dignidad, me encanta Burgos. Iba a ser solo una tarde-noche pero había que aprovechar. Con anterioridad, habíamos previsto visitar el museo de la evolución humana. Tanto a Alfonso como a mí nos obsesionaba todo lo relativo a la Evolución de la vida en La Tierra. Aquel maravilloso lugar nos cautivó a los tres y estuvimos varias horas en su interior. La cercanía de Atapuerca ha hecho surgir este magnífico museo del que disfrutamos y sobre el que hablamos toda la jornada. Cenamos en un buen restaurante del centro y caminamos por la ciudad. Me maravilla la plaza del Mio Cid con preciosa escultura del Cid a caballo presidiéndola. Disfrutamos Burgos a idílica temperatura. El vuelo del día siguiente sería corto, de Burgos a Logroño por parajes nunca vistos desde el aire por el Spirit of Corpal. Nos fuimos a dormir felices.
Tercer trayecto Burgos-Logroño (LEBG-LERJ) 17 de Julio del 2016:
Desayunamos juntos sobre las 9:30 y taxi al aeropuerto. Tras tasas y plan de vuelo, directos al avión para repostar. Inspección pre vuelo. Una vez finalizada comunicamos para puesta en marcha con plan de vuelo a Logroño. La pista en servicio era por la que entramos, la 04, lo que nos vino bien para encauzar el rumbo. Ya en el aire, rumbo 331 a 1000 pies hasta punto November en Sotopalacios. De allí en ascenso a 4000 pies sobre el terreno, con rumbo 80. El día era claro y el paisaje maravilloso. Volar por Castilla y La Rioja era algo sublime para nosotros. No solo por su belleza sino también por hacerlo con el Spirit of Corpal, por su iniciativa. El vuelo fue plácido y, en breve, tuvimos que iniciar descenso hasta 1000 pies en La Guardia, punto NW de Logroño. De allí, rumbo 100, en pasillo, hasta punto NW-1, en Viana. Desde ese punto, iniciamos circuito para tomar por la pista 11. Duración del vuelo 40 minutos maravillosos.
Tras los trámites, taxi al hotel cercano al centro de Logroño. En el hotel no había nada que tomar y los tres estábamos con hambre. Decidimos caminar para encontrar un sitio apetecible para tomar algo. Era Domingo y las calles estaban vacías. Encontramos un pequeño restaurante lleno de encanto y atendido maravillosamente por dos educadas señoras, quienes nos aconsejaron. Probamos de todo y al final resultó un almuerzo pantagruélico que nos hizo tratar de suavizarlo, caminando por la ciudad. Queríamos llegar al río y nos fuimos acercando. Alfonso no paraba de preguntar a los transeúntes por el río, cuyo puente estaba cada vez más cercano. El quería seguridad haciéndolo, incluso cuando lo abocábamos, preguntando a un joven que sorprendido le contestó …”¿es broma?…está sobre él”… Y es que los paroxismos que Alfonso tenía, que resultaban difíciles de entender,(íbamos con el GPS de Paloma), tenían siempre un resultado tan cómico que él era el primero en reír. Disfrutamos del río e hicimos fotos.
Después de un breve descanso en el hotel, sobre las 8 de la tarde nos fuimos caminando al centro y conociendo un poco la ciudad. A esa hora el centro estaba muy animado. Nos entusiasmó la calle Laurel, llena de estupendas tascas donde picoteamos y nos relajamos en medio del bullicio. Charlamos sobre la belleza de los vuelos y todos sus pormenores, sobre los que Alfonso no paraba de preguntar a Paloma. Con exquisita paciencia, ella no dejaba de explicar los procedimientos a los que Alfonso añadía ingeniosas bromas sobre las consecuencias de fallos y del acontecer. Hablando sobre aviación estábamos muy a gusto los tres y Alfonso aportaba ingenio y bromas. Paloma, llena de anécdotas, era la jefa, la moderadora que siempre sabía encauzar hasta que Alfonso le hacía estallar de risa. Estuvimos muy a gusto en Logroño. Nos fuimos a dormir algo tarde, señal de que lo pasamos muy bien. Al día siguiente a Castellón.
Cuarto trayecto Logroño- Castellón de la Plana (LERJ-LECN) 18 de Julio del 2016:
Tras el desayuno, taxi al aeropuerto. No nos parecía preciso repostar. Pagamos las tasas e hicimos el plan de vuelo a Castellón, no a su aeropuerto sino a un aeroclub privado (LECN),junto a la costa, cercano a la ciudad. Salimos por la pista 11 y a 1000 pies hacia punto Eco 1 y con rumbo 130 hasta alcanzar El Villar de Arnedo, punto Eco. De allí en ascenso a 5000 pies con rumbo 120. Había algunas nubes dispersas pero la visibilidad del terreno majestuosa preciosos valles y colinas para tener que ascender a 8000 pies y así superar el sistema central y parte de la cordillera ibérica. Preciosas montañas delineando un horizonte espacial a izquierda, derecha y al frente que nos hizo disfrutar del vuelo. Al final de las montañas el terreno bajaba rápido hasta la llanura que llevaba hasta el mar. De manera que iniciamos descenso hasta 1000 pies al llegar al punto November de Castellón, en Cuevas de Vinroma. De allí nos mandaron a punto Eco en Torreblanca y desde este, rumbo sur hasta alcanzar la costa y bordearla. La vista preciosa, pero estábamos inmersos en localizar la pista. Nos guiaba el GPS de Paloma, pero no veíamos la pista a lo lejos. En comunicación con ellos nos dieron autorización para larga final a la pista 17. Paloma con su agudeza la descubrió e iniciamos esa larga final con rumbo 170. La pista, estrecha y relativamente corta. Paloma estaba nerviosa y decidí dejarle la toma. Como siempre que ella pilota, toma perfecta. Tiempo de vuelo una hora y 52 minutos. El aeroclub es muy activo y están bien organizados. También acogía una flotilla contraincendios y uno de sus pilotos conocía a Paloma, su maestra, y nos esperaba en el aeródromo, filmó la toma y luego nos la pasó. Aparcamos el avión y tras los trámites tomamos en la cantina unas cervezas con el piloto de incendios. Nos dio consejos sobre Castellón y hablamos de su trabajo. Dos días antes había trabajado en un incendio en la sierra. Alfonso le preguntaba sin cesar. Nos despedimos, pedimos un taxi y al hotel en el centro de Castellón cercano a la playa.
Nos acomodamos y salimos a tomar algo por un bar de la zona, para volver a descansar. Sobre las 8 de la tarde nos juntamos en el hall para planificar. Alfonso había preguntado en recepción un lugar sobre pescado y marisco. Con esa recomendación nos fuimos caminando hasta dar con él. Fue una cena espléndida durante la que hablamos de la belleza del vuelo de hoy, particularmente el descenso hacia la costa y línea de playa. Final extraordinario. Había que planificar el siguiente día, que íbamos a permanecer en Castellón. Paloma deseaba playa. Nos fuimos a dormir.
Al día siguiente, tras el desayuno nos pusimos en modo playa y pedimos un taxi. Al entrar le preguntamos al taxista que nos aconsejara alguna playa por la costa que luego tuviera fácil regreso en taxi o en autobús. El taxista, muy amable, nos recomendó distintos sitios a diferentes distancias. Nos dijo que mucho turista iba a un club privado pegado a la playa un poco al norte de la ciudad. Nos dirigimos allí y acertamos, de verdad. El lugar era paradisiaco, muy bien puesto en plataforma junto a la playa de piscinas bares y un restaurante al fondo. Tumbonas magníficas con toldo para alquilar y servicio de bar en ellas. Música de fondo marchosa pero bajita que hacía el entorno muy sugestivo para lo que queríamos. Alquilamos 2 tumbonas grandes y una individual y allí nos instalamos. El sitio se llenó y estaba repleto de gente guapa. Tomamos una copa, nos bañamos en las piscinas y en el mar, hicimos “spine up” en la tumbona (foto) y nos reímos mucho en una atmósfera muy agradable. Tomamos una paella y una o dos sangrías en el restaurante y nos tumbamos a sestear. Los tres dormimos algo pero enseguida las copas continuaron. Junto a nuestros pies, una piscina de agua hasta las rodillas que se llenaba de gente bailando. A Alfonso se le antojó y se marcó un baile en la piscina de bajo fondo que fue grabado. Es curioso pero el baile detalla quién es Alfonso Medina. He visto el vídeo mil veces y no me canso de contemplarlo. Fue muy divertido. Aguantamos en el club hasta bien tarde, hasta el punto en que comenzaban a recoger para preparar la sesión nocturna.
Había que irse. Pedimos un taxi pero no había disponibles en esa zona y en esos momentos, había un concierto algo más al norte y todos estaban ocupados. Decidimos salir a ver si pillábamos uno libre pero imposible. Por fin encontramos una parada de Trolebús que nos llevaba al centro. Nos subimos con la ilusión de un niño y disfrutamos el paseo en trole. El conductor nos aconsejó una parada cercana al hotel y hasta allí fuimos caminando. Había sido una jornada muy grata, lo habíamos pasado bien y habíamos bebido bastante. Decidimos no salir a cenar, tomar algo en el hotel y preparar el vuelo del día siguiente. Iba a ser el vuelo más largo, con necesidad de escala para llegar a Badajoz. Trazaríamos la rama descendente del “8” en nuestra trayectoria. Buenas noches Corpal.
Quinto trayecto Castellón de la Plana – Badajoz (LECN-LILLO-LEBZ) 20 de Julio del 2016:
Nos disponíamos a realizar el vuelo más largo del circuito programado. Marchábamos a cruzar “el ocho”programado entre trayectos y llegar a Badajoz. Paloma diseñó el vuelo casi en línea recta, con una parada en Lillo, en la zona noreste de la provincia de Toledo. Está en una planicie y posee un aeródromo activo que, además, daba repostaje para nuestro avión. Tras desayunar en el hotel nos dirigimos Al Aeroclub en taxi. Gente al mando muy amable y facilitadora. Plan de vuelo a Lillo y al avión. La pista en servicio era la misma de la llegada por el mar, con tan precisa toma por Paloma. Pero para salir en la misma dirección había una arboleda próxima al final de la pista que había que manejar. Paloma quiso que yo me ocupara del despegue. En cabecera de pista, avión frenado con motor al máximo para soltar de golpe y favorecer la aceleración. La velocidad de rotación se alcanzó pronto y la elevación sobre los árboles más que suficiente. En contacto radio con Castellón, fuimos autorizados a ascender hasta 6500 pies con rumbo 260. Una vez superadas las cadenas de montañas, el terreno se aplanó y el vuelo se hizo plácido con vistas maravillosas. Teníamos localizado Lillo con el GPS de Paloma y en sus cercanías descendimos a 1000 pies.
Divisamos la ciudad y al sur estaba la pista. Paloma, experta siempre, divisó la pista a la que hicimos circuito entrando por la 65. La pista corta pero menos que Castellón. Buena toma. Tiempo de vuelo una hora y 50 minutos. Al aparcar el avión, se acercaron unos pilotos con el mono puesto que estaban en el retén contra incendios. Como no podía ser de otra forma, conocían a Paloma. Había sido su maestra en el inicio de su profesión. Me encanta contemplar cómo es querida Paloma en el mundo aeronáutico. En una atmósfera hasta hace poco machista, la personalidad de Paloma destaca de forma muy especial y despierta cariño por todos lados. Los amigos de Paloma nos ayudaron con el repostaje y un camión cisterna se acercó a nuestro avión. También con el plan de vuelo a Badajoz. Tras charlotear un rato y estirar las piernas, de nuevo al avión. Misma técnica de despegue que en Castellón, por corta pista y enseguida en ascenso rumbo 250 hasta 5000 pies. El día seguía claro y los cambios paulatinos en la diversidad del paisaje que volábamos resultaba impresionante. Al final, el vuelo se empezaba a sentir largo y las ganas de llegar en aumento. Ya en descenso, entramos por el punto Eco en Montijo a mil pies y tras ser autorizados entramos con viento en cola derecha a la pista 31. En la aproximación, la pista nos parecía inmensa comparada con Castellón y Lillo. Buena toma y al parking asignado. Tiempo de vuelo una hora y 52 minutos. Hacía mucho calor. Tras cerrar el avión caminamos con el equipaje hasta la salida. Taxi a un céntrico hotel en Badajoz. Un sándwich en la cafetería y a descansar con una siesta. La jornada había sido dura.
Tras descanso reparador, Alfonso y yo nos fuimos a dar una vuelta y encontramos una terraza donde tomar una cerveza. Charlamos sobre los vuelos del día, las pistas cortas, el pilotaje, las aproximaciones. Le encantaba la aviación, aunque él decía que nunca sería piloto. Yo le animaba a que lo luchara pero decía que se estrellaría con excesiva facilidad. Que prefería aprender de Paloma y de lo que yo le enseñase. El quería aprender volando con nosotros y hablando de los vuelos, programándolos en el mapa y realizándolos después. Le fascinaba esa rutina. Durante los vuelos iba detrás cotejando con los mapas, mirando los instrumentos y preguntando en cualquier circunstancia. Con el ruido del motor preguntas escuetas pero exigentes…”Paloma, ¿qué está pasando?”… Luego, además, siempre le sacaba chiste a todo lo que sucedía, lo cual nos divertía mucho a Paloma y a mí. Al final de la tarde Paloma se sumó a nosotros a tomar una coca cola. Habíamos reservado en un restaurante de pescado recomendado que además estaba cerca y podíamos ir caminando. Cenamos muy bien y nos divertimos. Programamos el vuelo del día siguiente a Jerez. Allí nos recogería en coche mi hijo Javier y nos llevaría a un hotel en Sancti Petri cerca de donde tiene su casa de verano. Mañana sería la penúltima etapa. Nos fuimos paseando al hotel para dormir.
Sexto trayecto Badajoz-Jerez (LEBZ-LEJR) 21 de Julio del 2016:
Desayunamos en el hotel y taxi para el aeropuerto. Este aeropuerto es militar y tiene horarios para operaciones civiles. Cuando llegamos no estaba operativo por maniobras militares, por lo que tuvimos que esperar a que acabaran. Vimos tomas y despegues de auténticas balas de la aviación. Cuando acabaron hicimos el plan de vuelo a Jerez y nos dirigimos al avión. Tras la inspección externa, se me ocurrió hacer una propuesta. Alfonso se sentaría a la izquierda de Paloma y llevaría el avión cuando Paloma le dijera, yo iría detrás observando, haciendo fotos y comentando cosas con Alfonso y Paloma. Alfonso no quería, al principio, pero al ver que a Paloma le parecía bien aceptó ser en este vuelo el comandante. Despegamos por la pista 13 y al abandonar el circuito en ascenso hasta 5000 pies con rumbo 170. Con él y una altitud estable, Paloma le dejó a Alfonso los mandos y le instruía sobre cómo conservar el rumbo y la altitud. El disfrute de Alfonso fue máximo aunque se le veía tenso. A ratos, quería descansar y le pedía a Paloma que manejara y se volvía hacia mí para hacerme comentarios…”hay que estar con los 5 sentidos…como en los cates”… Enseguida quería volver y procurar mantener el rumbo y sentirse con el avión al mando.
El vuelo fue plácido, controlados por Sevilla aproximación disfrutábamos de nuevo de las vistas aéreas hasta que nos pasaron con Jerez para iniciar aproximación. Tras un …”Alfonso, avión mío”… Paloma inició el descenso. Entramos a 1000 pies en punto Whisky, en Mesas de Asta. En contacto con Jerez torre, iniciamos viento en cola derecha a la pista 20, con perfecta toma de Paloma. Duración del vuelo una hora y 17 minutos. En Jerez nos esperaba en el aeropuerto mi hijo Javier. Como en otras ocasiones aeronáuticas, a Javier le encantaba unirse al grupo, no solo por los lazos afectivos con su maestro y su padre, sino por el espíritu aventurero de los Spirit of Corpal. Le fascinaban las conversaciones sobre los vuelos y sus anécdotas. Resulta que Javier tiene una casita en la playa, en una urbanización de Sancti Petri. Habíamos reservado en un hotel muy cercano a la urbanización, con una entrada a la playa magnífica. Al llegar, breve descanso y enseguida a casa de Javier. Allí nos esperaban su mujer Elena y sus 2 preciosas peques Elena y Marta. Elenita tenía 3 años y Marta 3 meses, un bebe precioso. Elenita, tímida al principio, mostró durante nuestra estancia una increíble fascinación por la visita. Hizo grandes migas con Paloma, jugó e hizo chistes con su abuelo y se sorprendió con el gigante Alfonso que le hablaba y hacía bromas con esa voz tan especial. Hoy, con 8 años, aún recuerda esos días. Pero volviendo a los hechos, era la hora de almorzar y lo hicimos en el chiringuito de la urbanización. Después, un relax sentados en el porche y jardincito de la casa de Javier, charlando sobre los vuelos y sus vicisitudes y respondiendo a todas las cuestiones que Javier hacía. Al atardecer, Elena quedó con las niñas y el resto nos fuimos a otro chiringuito-restaurante en la playa, donde tomaríamos unas copas con la puesta de sol y después cenaríamos. La temperatura era perfecta, Alfonso pletórico, la música adecuada, la compañía inigualable, el sol cayendo, y los gin-tonics creaban, entre todos, una atmósfera medio mágica, muy placentera de la que todos disfrutamos y aún recordamos. Tras ese rato intemporal en plena playa, pasamos al comedor acristalado donde cenamos al anochecer continuando el disfrute.
Tras una dormida reparadora, desayunamos en el hotel. Javier había preparado una jornada de playa agradable. Había reservado unas tumbonas con dosel, bien amplias, junto a un chiringuito de playa donde nos atendían y donde después almorzaríamos. Paloma encantada con el plan, le encanta la playa y le encantó también el sitio. Al borde de una playa magnífica algo aislados de tanto bañista, con música de fondo, resguardados del pleno sol y acompañados de Elena madre y de las peques en grandes camas-tumbonas contiguas que dejaban espacio, estando todos juntos a la vez. Alfonso, reacio en principio a un día de playa, también quedó cautivado de la atmósfera que Javier había preparado. El día trascurrió lleno de armonía y bienestar. Elenita jugó con todos, conectó con Alfonso y Paloma, intercaló baños y durmió siesta a mi lado. Martita bebé también parecía disfrutar. En el transcurso, almuerzo en el restaurante, baños y paseos por la playa. Ya al atardecer, tras ducha en el hotel, nos fuimos a casa de Javier. Acababa de llegar mi hijo Jorge, quien se unió al grupo. Fuimos en coche hasta Conil para cenar en un restaurante de playa bien conocido, algo rústico pero con excelente pescado. Cenamos muy bien. Esa cena representaba casi el final de la gira. Sólo faltaba el vuelo último de Jerez a Córdoba. Alfonso no paraba de hacer reflexiones al respecto y Paloma le reprendía, advirtiéndole que nada estaba terminado. En cualquier caso, la euforia de Alfonso era expresada de una forma tan divertida que siempre cautivaba. Jorge, como todos mis hijos, flipaba con él. Paloma, no digamos. De manera que en una atmósfera muy simpática transcurrió la velada. De vuelta al hotel, reunión rápida para briefing del vuelo de mañana. Había que dormir. Nos vemos mañana en el desayuno.
Séptimo trayecto Jerez- Córdoba (LEJR-LEBA) 23 de Julio del 2016:
Ese día la Meteo era espléndida para volar, aunque con el calor del verano. Desayunamos plácidamente en el hotel, sin prisas. Al terminar, Javier nos recogió en el hotel y nos llevó al aeropuerto. Tras despedirnos de él (Alfonso le abrazó como si no volviera a verle), plan de vuelo, tasas y al avión. Despegamos por la pista 02 y nos dirigimos a 1000 pies hacia Jédula, punto Eco, y de allí en ascenso, rumbo 25. Subimos a 5000 pies en contacto con Sevilla. El vuelo era plácido y las vistas increíbles. Bordeamos muy a la derecha la base aérea de Morón y de allí, directos a Córdoba. Entramos a 1000 pies viento en cola izquierda a la pista 03. La toma fue buena. El tiempo de vuelo 54 minutos. Habíamos terminado el periplo felizmente y los tres estábamos exultantes. Nos despedimos, Paloma tenía que viajar con su madre. Alfonso y yo nos dirigimos en taxi a mi casa. Por delante, toda una tarde-noche para charlar relajados, bañarnos en la piscina, tomar varios Dry Martinis y fantasear, tanto con la nueva experiencia de vuelo vivida como de la profesión, la amistad, el sentido de la vida, las maravillas del universo, su evolución, y de tantos temas que en una conversación fluida siempre surgían cuando estábamos a solas con tiempo por delante.
Fue una tarde extraordinaria que nunca olvidaré. Creo que fue la última vez que una circunstancia así se producía, sin ser conscientes de que su marcha estaba próxima. Acompañé a Alfonso al hotel para coger la habitación y de allí nos fuimos a cenar al restaurante Noor. Quería que Alfonso lo conociera. Se trata de un restaurante especial de comida “Andalusi” de los siglos X al XIV. Tras múltiples investigaciones, el restaurador Paco Morales ofrece menús con sabores increíbles de un tiempo pasado en nuestra tierra. A Alfonso le fascinó, aunque al final se sentía sobrecargado. Comenzaba entonces con sus problemas de hernia de hiato, lo que hizo menor el disfrute. Al hotel Alfonso y yo a casa. Era el fin de la aventura de ese año, 2016.
Al finalizar estos escritos sobre los vuelos anuales Spirit of Corpal, ya han pasado más de 5 años desde aquel vuelo. Spirit of Corpal continuó cada año pero el del 2016 representó el último que Alfonso Medina vivió. Hubo un último vuelo con él y con Paloma a Portimao, un fin de semana, justo un mes antes de su partida. En él, planificamos el Spirit 17 y disfrutamos los tres juntos de los vuelos y de estar en reunión. Los siguientes Spirit, ya sin él, fueron también osados, manteniendo la línea. Éramos conscientes de que Alfonso también venía y ciertamente notábamos su presencia, aunque conllevaran la tristeza de no llevarle, realmente. Por todo ello, aquí se acaban mis narraciones de las distintas aventuras del Spirit of Corpal.
Lo escrito hasta ahora es realmente un homenaje al Dr Alfonso Medina, eminencia científica de la cardiología española y a la vez persona genial y muy especial y sorprendente. Alfonso fue creador conjunto de ese espíritu que unió Las Palmas y Córdoba (Corpal) en el avance cardiológico y en el ámbito científico. De la mano de Paloma y de mí descubrió la aviación. Se enamoró por completo de volar y de hacer realidad su sueño. En el aire se sentía majestuoso. Cuando analizaba el vuelo compartido lo asemejaba a una intervención cardiológica con un paciente. La atención máxima exigida en cada momento, la planificación, la verificación con el plano, las sensaciones del vuelo y la finalización con éxito. Por eso le fascinó tanto compartir ese espíritu en el ámbito de la aviación. Un homenaje al mundo de la aviación privada. En recuerdo del primer vuelo transoceánico en el “Spirit of St Louis”, el Spirit of Corpal significaba identificación con la historia de la aviación junto a ese espíritu médico Corpal, ambos con semejantes valores. Cada año una aventura aeronáutica que a Alfonso siempre le sorprendía que fuera posible llevarla a cabo por nuestros propios medios. Desde que se fue, el espíritu médico Corpal solo subsiste entre ciertas personas, aunque se mantiene impertérrito. Pero la esperanza de nuevos vuelos anuales Spirit of Corpal continúa plena, tanto en Paloma como en Paco y como en mí.
Hasta ahora, 2021, objetivo cumplido. En adelante, Alfonso siempre estará presente en todos los que vengan, pues pervive en nuestras mentes voladoras.
¡¡¡¡Viva Corpal, viva ese sueño, viva ese espíritu!!!!
Fantástico escrito, donde se plasma la amistad y la admiracion de dos grandes genios,,,, yo vivi, sus logros, sus locuras y su amistad,,,, una etapa para no olvidar,.
Manolita guapa, claro que lo vivimos juntos, sólo nuestro recuerdo queda, pero fue fantástico compartirlo. Tu sabías mas Eco que los médicos, a mí me gustaba porque lo aprendimos juntos, pero a otros no gustaba. En cate, atención y participación juntos, descorone común ante acontecimientos como el bisturí cayendo de punta en mi zueco, ay Tejero… Todo en el recuerdo queda, también el sentimiento. Un beso eterno