La fibrilación auricular es una de las patologías más frecuentes y debido al aumento de edad de la población es de esperar un aumento de su incidencia en el futuro. La complicación más importante que puede producir es la embolia sistémica, como resultado del estancamiento de la sangre en la aurícula izquierda y, de forma particular, en la orejuela izquierda o receso apendicular de la aurícula. Una forma de prevención de estos episodios embólicos sería la anticoagulación oral.
Sin embargo, en ocasiones, es difícil guardar el equilibrio entre el riesgo de sangrado producido por la anticoagulación frente al riesgo tromboembólico, y algunos pacientes anticoagulados pueden presentar embolias o sangrados importantes a pesar de la prevención. Aunque los nuevos anticoagulantes orales han mejorado la situación frente a la Warfarina en términos de sangrado, no se ha demostrado aún la mejora en cuanto a los episodios embólicos. En circunstancias especiales, como puede ser la existencia previa de sangrados digestivos, la anticoagulación puede estar contraindicada. Una forma alternativa de abordar este problema es la obliteración de la orejuela izquierda, fuente común de estos coágulos que embolizan. En pacientes intervenidos quirúrgicamente de la válvula mitral, ya los cirujanos excluían la orejuela mediante ligadura para evitar embolias. Sin embargo, desde hace años, la obliteración de la orejuela puede hacerse de forma percutánea mediante un dispositivo que es llevado, mediante punción transeptal, hasta la orejuela, donde una vez adecuadamente posicionado, es liberado para consolidar la obliteración.
Diferentes estudios han demostrado que a los 2 años del implante, los eventos de sangrado o de ictus transitorio son menores que los esperados por los scores de riesgo CHADS2, CHADS2DS2-VASc y HAS-BLED. Tras el procedimiento, es necesario mantener al paciente con un régimen de doble antiagregación 1 mes.
