Entre los grandes avances del intelecto colectivo están las asociaciones y demás acuerdos humanos. Estos acuerdos son un gran fermento evolutivo ya que los seres perciben que los objetivos comunes se alcanzan mejor y antes si organizamos la acción entre varios, entre muchos o entre todos.

Muchos animales también se asocian para cazar o para protegerse, también ellos lo comprenden, pero solo engloban a lo sumo una manada.

Las empresas comunes entre los seres humanos son ilimitadas. Juntos, proyectan los fines y trazan un plan conjunto e individual, plan que está en continua revisión. Aunque no exista amor ni amistad entre las personas, el mutuo beneficio une mucho y la persecución de las metas fomenta el esfuerzo individual en participar en el logro colectivo. Hay en ello algo, poco aún, de renuncia individual, para un logro colectivo.

Las asociaciones
Como digo, la eficacia de hacer algo entre varios potencia los grupos, aunque luchas internas solo obedezcan a reacciones de individualidad, los egos que frenan, los lastres del despego entre seres, las envidias, las imposiciones y las injustas descalificaciones y olvidos de algunos…Tampoco es que sea fácil, pero los seres humanos nos hemos instalado definitivamente en el asociacionismo para todo. Digamos que, aunque perfeccionable, el fermento está consolidado. Aportar y contribuir colectivamente no merma individualidad. De hecho, las asociaciones precisan de liderazgos y los avances importantes son producto en gran parte de los individuos. La humanidad siempre ha gozado de sabios, individuos que alcanzan un alto grado de aportación a lo colectivo e impulsan el progreso. Los grandes sabios y pensadores no solo están en la historia, sino que están en nosotros mismos, porque nos han transmitido su alcance, que ya es común. La incorporación de lo bueno a lo colectivo significa el progreso. El grado que pueda llegar a alcanzar el desarrollo del asociacionismo no es conocido aún pero pienso que estamos en su evolución. De tanto asociarnos, aprendemos a hacerlo cada vez mejor. Pero pudiéramos reflexionar al respecto.
La incorporación de lo bueno a lo colectivo significa el progreso
A mí me impresiona el observar cómo los buenos equipos de fútbol actúan como un todo siendo 11 individuos. El ejemplo puede parecer nimio pero yo creo que no lo es. Hay una meta común que es el gol, un logro claro e inequívoco. Hay una organización y preparación común y hay una comunicación telepática o mental entre los miembros del equipo para la realización de la jugada. La mente de cada individuo maneja su físico y sus movimientos, pero también lo hace con la mente de sus compañeros, para intuir el desmarque, para iniciar jugada. Aunque haya un realizador final que marque, el estado de combinación mental de todos los individuos en conjunto es lo que hace a los equipos grandes. El estado mental, como un todo, es claramente identificable desde el comienzo del partido. Hay equipos que se sienten ganadores y actúan como tal. Otros se sienten perdedores y no pueden disimularlo, quedando solo al acecho de una jugada inesperada que les permita marcar. Marcar, defender, ambas cosas en bloque resultan imprescindibles para ganar. Pero ahí lo grande del deporte. Un grande siempre puede ser derrotado por un equipo inferior y ello solo obedece a una preparación especial para suplir las deficiencias con mayor determinación y cohesión. Si se gana un partido, la moral y la autoestima crecen, favoreciéndose el instinto de la repetición en el próximo partido. Si se ha perdido es preciso recomponerse y prepararse física y mentalmente para ganar la siguiente vez. La filosofía de los deportes de equipo se asemeja mucho al desarrollo de la vida profesional, donde sueñas un equipo ganador en el difícil encuentro del acto médico. Ganar por encima de todo, poniendo todo el equipo la carne en el asador, no confiándose, siendo telepáticos entre todos y permaneciendo con extrema atención hasta haber ganado en cada acto. Cuando se pierde, hay que recomponerse en tiempo récord. No debemos afrontar el siguiente acto sin haber sabido olvidar y eliminar toda influencia de lo acontecido. Enaltecido, hay que salir a ganar. Los buenos equipos lo consiguen y ensayan un proceso colectivo que creo que funciona en todos los campos. Pero todo esto no ha de ser más que una metodología en evolución para formar parte de un tejido de sostén que ha de funcionar cada vez mejor, siempre que se ponga pasión individual y colectiva en el empeño. Cada cual aportando y todos facilitando lo colectivo. Los grados de unión pueden ser insospechados, si se asume el papel de lo que el grupo aporta colectivamente. Una esperanza conjunta de crecer en servicio a los demás. Nuestra pequeñísima pero importante contribución a la sociedad.
Hay una organización y preparación común y hay una comunicación telepática o mental entre los miembros del equipo para la realización de la jugada.
Yo creo que cada vez se asocia más y mejor el ser humano, en busca de logros superiores colectivos. Pero este perfeccionamiento es también una trampa, porque sirve para perfeccionar la imposición y el terror de los locos, el crimen y la impunidad, pequeñas asociaciones de seres que, valiéndose de los logros colectivos de la sociedad y amparándose en su tejido, perfeccionan el terror solo para imponer por cojones sus ideas y matar al enemigo, es decir, los fines de la imposición ya tan retrógrada, y aun activa en nuestros días. De manera que la mejora de algo bueno para la humanidad proporciona también la mejora de lo malo para con ella. Pero en la construcción evolutiva de los órganos y tejidos de los seres vivos, compuestos por millones de colectividades celulares homogéneas y acordes con la función, todo ello a lo largo de los eones del tiempo, debió suceder algo semejante. Algo parecido ocurriría que la evolución ha sabido solventar. Rebeldías celulares contra-función con contenidos caóticos de difícil camino evolutivo, ya que crean destrucción y muerte como bandera, fascismo del más rancio y cobarde, retorcida fabricación de los comportamientos agresivos o asesinos. Nuestro organismo posee ciertas formas de abordar el problema que la evolución le ha proporcionado. Algunos mecanismos biológicos tipo “scavengers” para aislar y resolver la inflamación habrán de desarrollarse en el tejido humano. Quizás aislando el mal asociativo se indujeran actitudes apoptóticas en el terror y la imposición. Es claro que habrá que evolucionar colectivamente. En cualquier caso, también la medicina evolutiva tiene resortes de actuación. “Ubi pus Ibi evacua”, máxima médica de Celsus de incalculable valor, desde entonces hasta nuestros días. Allá donde haya “pus”…evácualo para curar. Si hay un tumor en rebeldía, el intelecto humano usa la extirpación como intento de curación. Y el organismo afectado, junto a los cirujanos, no adoptan posturas éticas para no hacerlo. No piensan que es retorcido  sacrificar células enloquecidas que van a matar al ser. Solo se persigue la continuidad de la vida del organismo enfermo.
 Es claro que habrá que evolucionar colectivamente
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