Habitualmente, cuando charlamos de forma relajada, lo hacemos sobre cosas tangibles, conocidas, opinables, lo que pasa, lo que sentimos, lo superficial y lo banal y hasta en lo profundo podemos filosofar, imaginar y soñar en alto. Hablamos pues de nuestra realidad en el espacio y en el tiempo, justo aquel en el que estamos charlando. Sin embargo, es mucho más difícil hacerlo sobre algo intangible o inimaginable como es el infinito. Siempre fue inabarcable su concepto entre todos los pensadores y científicos. Es difícil definir y entender lo que no tiene límites, por eso ha sido equiparado con Dios por pensadores religiosos.

Si hablamos de números, cualquiera de ellos multiplicado por infinito sigue siendo infinito. Si partimos de cero hacia delante, o hacia detrás (menos 1, menos 2…), nunca llegaríamos a un número final por cualquiera de los lados, siempre hay un número más o un número menos. Si es el espacio, no importa cuán lejos llegues, siempre puedes ir más allá. De manera que en nuestra imaginación y en nuestros sueños pueden aparecer todo tipo de cosas, por muy irreales que parezcan.

Podemos imaginar el volar por nosotros mismos como Súperman, sabiendo que ello no es posible, podemos trasladarnos con el pensamiento y la imaginación a parajes inalcanzables, al manejo de los recuerdos y al anhelo del porvenir. Podemos imaginar cualquier cosa y los buenos escritores nos describen lo imaginado sin que corresponda con la realidad. Pero en cambio, somos incapaces de imaginarnos el infinito. No es posible concebirlo como un todo ya que nunca acaba. El infinito es algo hacia sí mismo, no sale de sí, pero es también algo próximo a la nada, por no poderse concretar, siendo y no siendo a la vez. Es como si habláramos de un jardín sin límites o cercos, por mucho que progreses en él sigue habiendo jardín. Solo podemos decir pues que, si el espacio es infinito y el tiempo también lo es, estamos en un pequeño planeta azul dentro de nuestro gran universo, durante un fugaz tiempo de vida y somos una parte infinitesimal de materia y energía en ese corto tiempo vivido.

Pero nos preguntamos, ¿cómo podemos decir que nuestro universo es infinito si sabemos que  tuvo un comienzo con el Big Bang, hace unos 14000 millones de años?.Si hay un comienzo en el infinito resulta que ya deja de serlo. En una mínima fracción de un segundo, una región del espacio más pequeña que un átomo explosionó como un globo es hinchado hasta un tamaño tan amplio como para acompasar toda la materia y energía surgidas de él durante 14000 millones de años.

Desde entonces, el universo se ha expandido y enfriado y una energía oscura repulsiva hace que su expansión se acelere, eso sí, hasta ese lado del infinito eterno. Justo al comienzo de la expansión, existía una gran uniformidad con todas las partes que compartían idéntica temperatura. Ello explica que las ondas de radio cósmicas que recibimos desde ese instante y desde todas direcciones tengan justo la misma temperatura, independientemente de dónde miremos al cosmos. De manera que en esa fracción de segundo, cuando todo era uniforme, surgió una gran expansión creativa a modo de burbuja que creó el universo conocido. Esa fuente inicial podría ser un modo de creación cósmica de múltiples universos. Hay cosmólogos que así lo aseguran, llamando “Multiverso” al conjunto de ellos.

Pero sigamos, la ciencia en general, aunque no tiene dudas acerca del Big Bang, no se define sobre si antes de ese origen había algo, si el espacio y el tiempo ya antes existían. Basado en las teorías del físico Alan Guth en 1981, el profesor Andrei Linde, físico de partículas (de lo pequeño) y astrofísico (de lo cósmico), ha desarrollado una teoría que ha llamado “TheEternal ChaoticInflation” que es cada vez más aceptada por la ciencia. Todo es lo que es porque antes fue lo que fue. El eminente científico Andrei Linde, de origen ruso y profesor de la Universidad de Stanford, postula que nuestro universo es necesariamente uno más de un sinfín de universos que son creados constantemente y que entre sí están conectados en el espacio y en el tiempo de forma concatenada.

El modelo de “Inflación caótica eterna” que Linde representa es el de una gruesa cobertura de bulbos enramados, cada bulbo un universo diferente, conectado a bulbos ancestrales y descendientes por unos finos tubos. Es decir, los distintos universos estarían constantemente naciendo de forma entrelazada y conectada, sucesivos unos de otros, y además de manera eterna. Según Linde, la fuente generadora de los distintos universos radica en la producción de estados de uniformidad térmica que generan una nueva inflación-explosión. La energía y la materia pueden ser nada por cortos periodos de tiempo. Si estas fluctuaciones cuánticas aparecen por azar en cualquier lugar y en cualquier tiempo, los nuevos universos habrían seguido formándose de forma constante. Como Linde dice, de manera azarosa y concatenada los universos desovan continuamente unos a otros, con sus ancestros universos que se pierden en el tiempo y con los descendientes que a la eternidad sin límites se dirigen. Es decir, el infinito del infinito. El infinito y más allá…

Si constantemente nacen universos, muchos de ellos contendrán vida renovándose así de forma perpetua esa tenue energía temporal. Si esto fuera así, debería haber un infinito número de copias de cada uno de nosotros ahí fuera en el cosmos. La creación de una exacta y particular forma de arreglo y acomodo entre átomos para la formación de un individuo concreto puede, por aplastante probabilidad, repetirse perfectamente en infinitos mundos. Siempre tuve la impresión de que había por ahí otro yo que nunca podría conocer. Quizás habite en otro universo, en el infinito e incluso más allá.

Como Linde dice, de manera azarosa y concatenada los universos desovan continuamente unos a otros, con sus ancestros universos que se pierden en el tiempo y con los descendientes que a la eternidad sin límites se dirigen. Es decir, el infinito del infinito. El infinito y más allá…
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