El anclaje alimenticio y energético. The Evolving Plan

El hecho, incontrovertible, de que la vida solo sepa alimentarse de vida viva o recién muerta, siempre ha sido una característica constante y, en cierto modo, un gran lastre en la evolución, aunque como digo, así la naturaleza lo diseñó. De la lucha por la supervivencia, en la que es lícito matar para sobrevivir, al consumo de vida considerada inferior (..?..) sin miramientos para nutrir y deleitar culinariamente a la vida preponderante, la humanidad. Aunque esto solo sirva para las sociedades avanzadas, todo el alimento de los humanos sigue siendo vida. Es algo que siempre me hizo reflexionar. Es cierto que la vida acaba estableciendo un equilibrio entre las especies para que unas de otras se nutran, sin que ese abastecimiento merme la subsistencia de las demás o de las que preponderan, aunque a punto estamos a veces de contribuir al exterminio. Pero lo cierto es que ahora el ser humano protege las especies en extinción y es responsable, dado su control sobre el planeta, de mantener el equilibrio que la vida exige. Nuestra especie ha de ordenar en lo sucesivo la interrelación entre todas las que habitan la tierra, siendo responsable directa de la evolución de todas ellas en algo común. La vida ha de ser considerada una sola en el planeta, con todas sus partes en equilibrio. Pero menuda tarea. ¿Cómo esto se ha de lograr? No importa qué es lo que los políticos, los que deciden, piensen y actúen, esto se ha de lograr, aunque haya que superar múltiples barreras. La evolución incide en ello.

 Es claro que desde que el ser humano inventó la agricultura, la relación y ordenación con el mundo vegetal es más sencilla, aunque hay tendencias a que se destruya la selva que nos abastece de oxígeno en la atmósfera a todos los seres vivos. Es preciso cortar esa tendencia destructiva y después tratar de ordenar el mundo vegetal para hacerlo feliz. Pero la ordenación de este mundo es más fácil. Necesitamos del mundo vegetal, no ya solo por cuanto nos nutre, nos oxigena y nos deleita con su belleza, sino porque la vida en el planeta sucumbiría en tierra yerma. Desde luego, sí veo al ser humano capaz de controlar la evolución del mundo vegetal, para conservar y ordenar su desarrollo y cultivos. La vida vegetal no se afectaría ni sufriría con ello, porque su existencia está anclada y sólo con su presencia y la nutrición de su sabia disfruta de la vida tomada, la del anclaje. Más problemático sería si tuvieran movimiento. Su anclaje fue una decisión evolutiva de la vida que, aunque parezca errónea por sus limitaciones, debe encerrar miles de vivencias desconocidas que intuyo son placenteras. Al menos, todas demuestran que quieren prolongar su existencia o la de su descendencia, o echando raíces, o atrayendo con su olor y color a aves que diseminen su polen. Toda una vida sin cambiar de lugar, como nosotros, por ahora, respecto al universo. Un entorno sin más cambios que los atmosféricos, algunos de ellos estoy seguro que placenteros, como las caricias de las brisas, la tenue ducha de una lluvia suave o el calor dulce de la primavera. Hasta en esos placeres pudiéramos influir, tratando de acrecentarlos en lo posible mejorando su entorno. Todo el mundo sabe que las plantas y flores embellecen más y dan mejores olores cuando se les trata con la temperatura y humedad ideales y…, con cariño y con música. Qué maravilla que también la aprecien. La reciente irrupción del ser humano parte precisamente de las selvas y los bosques, que fueron previamente nuestro hábitat y refugio. De ahí partió el “homo erectus” en busca de lo desconocido. También el mundo vegetal sabe saborear su existencia y quiere perdurar en el planeta. Hoy día sabemos que existe comunicación en el mundo vegetal. Las plantas hablan entre ellas, no solo por el contacto y el viento e insectos que las acercan sino también por los saprofitos hongos comunes que alertan de los peligros que acechan su especie, como infecciones y plagas. De manera que por qué no pensar que los humanos también podemos conectar con el mundo vegetal y favorecer su bienestar. Nosotros podemos facilitarlo y además seguir utilizándola como pulmón y como manjar. Duro, de nuevo el considerarlo, también para poder nutrirnos y deleitarnos. Pero es claro que el mundo vegetal es vida esencial en el planeta desde casi el origen y nos ha de acompañar a lo largo de los tiempos por venir. La vida vegetal es esqueleto y pulmón del ser en construcción. Sepamos apreciar el valor de su contribución y tratemos de comunicar con ella.

La vida se alimenta de la vida.... viva
La vida se alimenta de la vida.... recién muerta
La vida se alimenta de la vida.... muerta

Al margen de estas consideraciones, sigue resultando un gran obstáculo el anclaje alimentario. Solo comemos vida y eso obliga a matar para comer. Como digo, nada ha cambiado. Si es la vida la que así lo organiza para alcanzar el equilibrio, tampoco nos deberíamos culpar por lo que hacemos, aunque sea precisa una adecuada regulación de la pesca y la matanza. No deja de resultarme trágico, no obstante. Si lo que precisamos para subsistir en nuestra fisiología son unas determinadas cuantías de proteínas, glúcidos y grasas, junto a un conjunto de vitaminas, aminoácidos y demás sustancias, pudieran llegar a producirse sintéticamente para proporcionar el alimento a los seres vivos sin necesidad de matar, pero menuda tarea. De hecho, los astronautas que pasan meses en el espacio no tienen nada que matar en sus reductos para alimentarse, por lo que posible si es en pequeño número de seres humanos. Sin embargo, que gran placer el volver a tierra para poder zamparse un buen solomillo. Esa es la paradoja, que al seguir los caminos de la naturaleza se haya podido descubrir el gran placer de la gastronomía, difícil de abandonar a su evolución más hedonista y placentera. Pero no cabe duda, en el futuro la humanidad viajera tendrá que diseñar una forma química de alimentación para subsistir que no precise de matanzas a bordo. La que permanezca en el planeta acabará mezclando la alimentación tradicional con fases de comida sintética, por viajes o distintas necesidades. Aunque también espero que persista la buena mesa como algo delicioso, artístico, creativo y francamente deleitante para los sentidos, los capaces de evocar en buena compañía. En cualquier caso, es básico obtener el equilibrio que la vida exige para la persistencia de las especies y vigilar que ese equilibrio no se amenace. Única e inexorable vía de evolución.

¿alimentación química?
En el futuro la humanidad viajera tendrá que diseñar una forma química de alimentación para subsistir que no precise de matanzas a bordo

Pero si la alimentación ancla, no digamos nada de las necesidades energéticas que la humanidad precisa hoy día. Además, un mundo energético limpio y bien utilizado puede potenciar y preservar el planeta. El problema es que los actuales modos de generar energía son devastadores y amenazantes. Pueden acabar con la vida en el planeta. Pero yo tengo fe en la Ciencia. Creo que habrá pronto avances en el descubrimiento de un nuevo tipo de aprovechamiento de las energías que el propio Universo posee tan de sobra. Los Físicos lo conseguirán, estoy seguro, energía del Sol en el espacio para almacenarla y administrarla con seguridad y abundancia para todos y sin perjuicio de nada ni nadie. Algo en este sentido ha de suceder. Un gran descubrimiento de la Ciencia va a transformar y modular para bien las necesidades energéticas, estoy seguro de ello. Confío en el ser humano para solucionar este problema. Vendrán nuevas épocas en las que el uso de energías limpias a demanda será rutinario y asequible a todos. Entre otras muchas cosas, ello nos permitiría viajar a otros mundos con mayor facilidad. La energía existente en el sistema solar es inconmensurable y el ser humano pudiera aspirar a extraerla, tanto de la propia estrella como de Asteroides, Planetas y Lunas de nuestro sistema solar. La migración interestelar del ser humano solo depende de la capacidad de extracción energética que lleguemos a poseer, pero ello conllevaría multitud de aspectos nuevos en nuestra evolución como especie.

 La energía existente en el sistema solar es inconmensurable y el ser humano pudiera aspirar a extraerla, tanto de la propia estrella como de Asteroides, Planetas y Lunas de nuestro sistema solar.

En Octubre de 1988, visitando Montreal, entré en una gran Librería y encontré una joya que siempre continuaré releyendo, por lo que cada vez que lo leo es capaz de transmitirme. Su título me cautivó: “Interstellar Migration and the Human Experience”. El libro constituye los “Proceedings” de un Congreso Internacional con ese nombre, que reunió en Los Alamos, California en Mayo de 1983 a un elenco del conocimiento de aquella época. Allí acudieron biólogos, humanistas y filósofos, astrofísicos y cosmólogos, científicos de diferentes ramas y expertos sociales…un gran conjunto de sabios, en definitiva, capaces de aventurar qué conllevaría la migración humana a las estrellas. Para adentrarse en ello se analiza también cómo fue la expansión humana en la conquista de todas las zonas del planeta. En esa expansión existen similitudes con lo que puede haber en cualquier viaje sin retorno, algo que fue decisivo en la Polinesia y en otros territorios intuidos en un tiempo, aunque aún inexplorados cuando lo intentaron. El libro toca con elegancia cada tema y su lectura es capaz de transportarte a escenarios en los que la mentalidad exploratoria de la humanidad nunca ceja ante la dificultad y la adversidad. La progresiva expansión de la humanidad hacia la migración espacial, creará nuevas especies humanas que habrán de adaptarse a los nuevos mundos. De allí partirán sus descendientes con repetidas generaciones en el viaje para seguir explorando lo desconocido, como hacían los navegantes solitarios en la Polinesia. Justo lo que siempre reflejará nuestra especie y las sucesivas, la imperiosa necesidad de explorar. Pero ya estaríamos hablando de sociedades muy evolucionadas, con dominio de la vida en el espacio, tanto en estaciones como durante largos trayectos multi-generacionales a otros mundos. Civilizaciones capaces de obtener del sol, o de los soles de otros sistemas, la energía que regalan, para acondicionar los mundos y para viajar a otros. Se estima que civilizaciones avanzadas controladoras de la energía de las estrellas pudieran domesticarlas hasta el punto de dosificarlas e incluso redirigirlas para un máximo aprovechamiento de la energía que aportan. Aunque estemos hablando de especies humanas dentro cientos de siglos y siglos por venir, la nuestra ya en nuestros días busca incesantemente la forma de obtener energía del sol, almacenarla y dirigirla de una forma segura a todos los puntos del planeta en función de lo que se precise, porque esa sobrante energía será de todos. La investigación, las empresas tecnológicas, e incluso los gobiernos, poseen proyectos al respecto. Parece existir unanimidad en que la energía solar debe tener un receptor en el espacio. Hay discusión sobre el tipo de órbita que el receptor habría de tener. Orbitas más amplias podrían ser más seguras, incluso una estación lunar, pero en cambio dificultarían el intercambio con La Tierra. Orbitas bajas parecen más asequibles, ya que se auguran “ascensores” a las órbitas cercanas que facilitarían todo tipo de transporte bidireccional desde la superficie al Espacio exterior y viceversa, con lo que el paquete energético tendría una más fácil entrada y aplicación. También se baraja un receptor cercano al sol y en su órbita geoestacionaria con La Tierra. Su lejanía con el planeta dificultaría su transporte, aunque su cercanía al sol podría saciar de sobra la cantidad de energía requerida. Otra cuestión sería qué tipos de suministro energético se barajarán en la adquisición. Desde el lumínico, el calor, el fotovoltaico…los Físicos sabrán discernir qué es lo mejor combinando la seguridad con aquello que sea lo más fácilmente asequible. El crecimiento científico en este campo se pre-ve importantísimo, con una gran rentabilidad para el planeta.

Energía solar almacenable
Energía solar almacenable
Energía solar almacenable

En realidad, nos encaminamos a ser una civilización del tipo I, según la escala Kardashev, astrónomo ruso que clasificó las posibles civilizaciones por venir o por descubrir en función del consumo y utilización de la energía que tuvieran. Kardashev comienza por el tipo I, aquella civilización que utiliza toda la energía solar que llega gratis a su planeta. A alcanzar el tipo I nos estamos dirigiendo, aunque aún no lo hemos conseguido. Estamos en la transición del tipo 0 al tipo I. Pero sigamos, según Kardashev, el tipo II utiliza toda la energía que le ofrece su sol. El tipo III, utiliza la energía de una galaxia entera. Se estima que cada tipo de civilización en la graduación Kardashev es de diez a cien mil millones de veces más potente en ganancia energética que el tipo anterior. Dado que existen unos cien mil millones de galaxias en el universo visible, un hipotético tipo IV de Kardashev llegaría a utilizar energías extra-galácticas. Se piensa que al hacerlo se encontraría con la energía oscura, tan abundante en el Cosmos. Una hipotética civilización tipo IV sería incluso capaz de atrapar la energía oscura para poder contrarrestar la inexorable expansión y dispersión perpetua como destino esperable de nuestro Universo. De llegar a conseguirlo, quien dice que no podrían saltar a otros Universos paralelos. Los soñadores cosmológicos así lo vaticinan.

Pero claro, todo eso son sueños y por el momento solo disponemos de proyectos para llegar a ser una civilización tipo I de Kardashev. Llegar a ser capaces de utilizar toda la energía que de forma gratis nos llega del cielo procedente de nuestro gran Sol. El anclaje energético que aún padecemos pudiera tener los días contados. Me encantaría que así fuera.

Energía solar para volar
Energía solar para volar

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