Desde 1987, entablamos una amistad profunda con el Profesor de la Universidad de Washington Tsung O Cheng. Nacido en Shanghai, estudió Medicina en USA, donde ejerció toda su vida médica como cardiólogo y profesor de la Universidad. El Dr Cheng ha publicado más de 1000 artículos científicos y es respetado y querido en todo el mundo, de forma muy particular en China, donde de forma periódica acude a dar conferencias y colaboraciones. En uno de sus viajes, me invitó a acudir con él para visitar en China durante 3 semanas (Octubre del 2002) diferentes Hospitales en Guangzhou, Pekin y Shanghai. La experiencia me resultaba insólita, ya que visitar China y conocer sus Hospitales de la mano de un chino es muy diferente a hacerlo solo y por mi cuenta, ya que sin conocer el idioma y sin contactos poco se puede obtener que no sea puramente turístico. De manera que, por primera vez en mi vida, decidí escribir un diario que me permitiera aprovechar al máximo todas mis impresiones de este viaje a un mundo tan desconocido para mí. Fue un viaje especial y aquí quiero contarlo. Este recuerdo permanece en mí gracias al Dr Cheng.

Viaje a China con el Dr Cheng en el que visitamos diferentes Hospitales en Guangzhou, Pekin y Shanghai

Viaje a China, Octubre de 2002

 

Inicio aquí algo que no sé en qué va a consistir. Emprendo el esperado viaje a China y me propongo ir escribiendo sobre mis impresiones. Voy con la esperanza oculta de encontrar algo que no sé lo que es, quizás por eso trato de escribir para pensar en lo que va pasando y evitar que me pase inadvertido. Estoy en la sala VIP del aeropuerto de Frankfurt. A mi lado, unos argentinos, jóvenes ejecutivos, hablan de negocios, porcentajes y ganancias…, serán de los pocos…El resto es un murmullo en alemán. Comienzo a ver ya caras chinas que probablemente irán en mi vuelo…, altos y finos personajes, estilizados y con ropa oscura, ninguno gordo, rostros muy semejantes para mí…(por el momento). Unos españoles también irrumpen molestando por hacerse notar. Qué encerrará este viaje no lo sé, pero algo siento que me atrae. A veces me cansa la búsqueda, pero definitivamente quiero aprender hasta que muera.

La gente fuma donde estoy como si se lo fueran a prohibir inminentemente y un gran porcentaje habla por sus teléfonos móviles, quizás un último mensaje antes de partir. Una camarera de piel oscura y rasgos orientales recoge sin cesar las mesas que van quedando libres. El movimiento es amplio y la diversidad de rostros me fascina un poco…, cada cual con su historia, sus planes, sus expectativas. Una joven china me mira como preguntándose qué escribo. Sus ojos son pequeños, pero mira fija y siento el rayo de su mirada. Confío en que sea un rayo positivo. Siempre supe que la mirada es receptora y emisora a la vez, pero nunca analicé una mirada oriental. Presiento que voy a un mundo distinto y me siento como si fuera un personaje del futuro que va en un vuelo interplanetario a visitar un lejano planeta. Veamos que nos depara esa nueva dimensión.

Ya estoy en el avión. A mi derecha la ventanilla me muestra el atardecer viniendo acelerado de cola sobre un paisaje cubierto de nubes por abajo. Un tono rosa violáceo marca la linde con el progresivo azul de la atmósfera por arriba. El cambio de colores en el horizonte es marcado y rápido se aleja el avión del atardecer, muy bello. La amplitud es, como siempre desde arriba, espectacular. Sin embargo, a mi izquierda, un cura gordo y algo pestoso me acompaña. Debe ser de una curia importante, pues va con naturalidad en business como si siempre hubiera viajado así. Supongo que irá a cristianizar un poco a los chinitos. He leído que cerca del 70% de la población china es agnóstica, de manera que trabajo tiene pendiente el obeso y rico cura. Por el momento me mira con indiferencia y se ha pegado un buen pedo mirando para otro sitio como si nada. Fuera, la oscuridad se apodera y la ventanilla empieza a reflejar el interior del avión. La cena va a empezar y tendré que apagar. Hasta el momento, nada anormal ha ocurrido en mi viaje. Quizás espero mucho y nada llamativo pasará. Buscar nuevas dimensiones en una vida en la que solo 4 se aprecian no puede consistir en ampliar esas mismas 4, surcando los espacios tridimensionales y creciendo en edad con el paso del tiempo. Descubrir una quinta y sexta podría dar explicación a casi todo, pero eso en vida creo que es algo fortuito y dificilísimo, casi tanto como que te toque la bonoloto sin jugar. Sin embargo yo me empeño en buscarla como si fuera a encontrarla de verdad…¡a Dios querer…¿quién sabe?…! Busquemos en el mundo oriental

La primera sorpresa surgió en el avión y vino precisamente de quien yo pensaba que era un cura…, nada mas lejos de mi impresión, lo cual demuestra cuán equivocadas son a veces nuestras primeras impresiones. Yo pensaba que era un cura porque me pareció verle un cuello de clerigman y porque tenía pinta de ello, pero cuál fue mi sorpresa cuando empezó a hablarme y a contar su historia. Venía de Nueva York, donde vive, había llegado a Frankfurt por la mañana y seguía por la tarde a Pekín. Al parecer ese viaje lo hacía con frecuencia, por eso se le veía tan desenvuelto en el avión. Nada mas llegar se metió en el WC y se cambió (niki y pantalón de chándal), por lo que ya no vi mas su cuello. La toallita húmeda que te dan la tenía constantemente en sus narices, lo que me aterraba por pensar que acabaría contagiándome su catarro, pero hasta en eso estaba yo equivocado. A mi pregunta “are you sick?” se desató a hablar y ya no había quien le parara. La toallita la usaba para humedecerse las mucosas, ya que, según él, la sequedad reinante en los aviones con el aire acondicionado no había otra forma mejor de combatirla. Se trataba de un tasador de diamantes cuya experiencia nadie se atrevía a discutir, según presumía. Su trabajo consistía en tasar el valor de las piedras ante un litigio de compraventa y sus mejores clientes eran los chinos. Hablaba maravillas del país y me vaticinaba enormes descubrimientos en mi viaje, lo cual me animó a seguir hablando. Pero poco a poco fue soltando sus opiniones sobre el mundo actual y ya acabó mi interés por completo. Como no podía ser de otra forma, era un buen judío que aplaudía la política de Sharón y de Bush. No comprendía cómo los europeos eran reticentes a la guerra con Irak, pues para él estaban claras las intenciones de Sadan Husein de atacar Israel con armas de destrucción masiva, léase bomba atómica. Me adelantó que la guerra empezaría en Febrero, se pusiera como se pusiera el resto del mundo. Se reía de la inconsistencia de la política europea y veía en Bush el salvador del planeta. A mi se me ocurrió preguntarle que cómo Bush hijo tenía que acabar lo que Bush padre no quiso hacer al acabar la guerra del golfo. El me respondió con una historia truculenta según la cual nadie supo entonces que Sadan era aliado de USA para mantener el petróleo de Kwait en baja producción, por eso acordó que en su retirada quemara los pozos kwaities con la promesa de dejarle en el poder. Criticaba la indecisión española para acabar con eta y decía que la mejor ciudad española era Marbella. En fin,   acabó aburriéndome tanto que opté por hacerme el dormido hasta que le vi roncando a través de su toallita después de beber como un cosaco. El silencio era mucho mejor a su lado. Una azafata chinita me despertó con el desayuno. Ya estábamos llegando a Beijing…

Otra chinita me recogió en el aeropuerto de Guangzhou. Esta es verdaderamente guapa y simpática. Ella es secretaria del profesor Lin, jefe del departamento de cardiología del Instituto Cardiovascular Guandong. Me llevó al hotel, donde descansé un par de horas y nos recogió a las 6 para llevarnos al Dr Cheng y a mi a un restaurante donde nos esperaban el Dr Lin y parte del equipo. La cena fue agradable y rica. Por primera vez comí con palillos unos manjares difíciles de identificar. Como buen probador que soy, yo no preguntaba pero todo me pareció sabroso. Solo 3 personas hablaban inglés: el Dr Lin, el Dr Chen y la secretaria Lee Lee, además de Tsung O y yo, pero todos observaban muy atentamente mis palabras y mis gestos. Creo que les caí simpático a todos. Imposible calcular la edad de un chino. El profesor Lin me parecía mucho mas joven que yo, hasta que en un momento dado me dijo que tenía una hija de 25 años, médico, que hacía su entrenamiento en Chicago. También por primera vez repartí tarjetas con mi nombre en chino que gustaron cantidad. Después de la cena, a dormir 10 horas con la ayuda de un Valium. El día siguiente iba a ser intenso.

10-X-02 Desayuné a las 8 con Cheng y nos fuimos al hospital. Por la mañana estuvimos viendo casos congénitos realizados por doctoras muy hábiles y preparadas. Vi cómo hacían una Atresia Pulmonar con CIV, un cierre de Ductus con Amplatz y una CIV múltiple…, nada diferente a lo que nosotros hacemos, tecnología parecida y hábitos elegantes. Nada hacía pensar que estábamos en la China comunista. Por la tarde di una charla ante un auditorio de unas 50 personas. Hablé sobre DSS y el Dr Chen (no el nuestro) me traducía al mandarín todo lo que yo iba diciendo. También creo que gustó bastante, pues hubo después un coloquio interesante, sobre todo con las doctoras pediátras. Por la noche acudimos a un restaurant en el hotel Holiday Inn donde después se celebraba una reunión de cardiólogos intervencionistas de diferentes hospitales para discutir sobre complicaciones del intervencionismo. Aunque por supuesto no entendía ni papa, sí veía las angios y sobre todo observaba sin cesar. En un momento dado me pidieron mi opinión sobre algunos casos que presentaron y me explayé con gusto. También todos parecían pendientes de mi y al terminar, a cuál mas simpático. No puedo decir sino que me tratan a cuerpo de rey. Contaría ahora un montón de cosas, pero me siento cansado y me voy a dormir. Este es el problema de los diarios, que no siempre se está con ganas de escribir. Mañana seguiré…

Mañana salgo para Pekín. Me ha encantado Guangzhou. Además de ser una gran ciudad alrededor de un río inmenso, a la orilla del cual está mi hotel, está habitada por seres maravillosos que siempre sonríen y parecen ser felices. Transmiten una serenidad que ya quisiera para mi. Desde la atalaya del piso 23 se divisa un panorama incomparable, tanto de noche como de día. Las cantonesas me parecen preciosas. Son como muñequitas, muy amables todas y con una predisposición favorable hacia lo extranjero. No he visto una persona obesa. Todos son finos y ellas con una cinturita que podría abarcarse con una mano. La gente del hospital me ha tratado como si fuera alguien importante y siempre con respeto y elegancia. Hoy Sábado hemos visitado la ciudad. He conocido 3 museos impresionantes, 2 de arte y 1 de antigüedades y de historia china. Me han gustado mucho. Noto que la gente me observa mucho y cuando miro me sonríen. A la salida de uno de los museos se me acercó una chinita chapurreando inglés (muy poca gente lo habla) con una cámara en la mano. Yo entendí que le hiciera una foto con sus abuelos que allí estaban, pero no, era ella quien quería hacerme una foto con sus abuelos, a quienes me presentó y con los que me fotografió en 3 perspectivas. Al final yo también les pedí que posaran para mi. Cuando salimos pregunté al Dr Chen , quien nos acompañaba y que estuvo observándolo todo, que por qué habían querido fotografiarme con sus abuelos; él me contestó…”because you look special”. Almorzamos en un “revolving restaurant” en el piso 45 de un precioso rascacielos, desde donde hice innumerables fotos. Al final hice alguna que otra compra y me volví para el hotel para descansar y hacer la maleta. No sé que me esperará en Pekín. Solo espero que las buenas vibraciones continúen. Por cierto, en 2 ocasiones he tomado sopa de tiburón. Aparte de estar buenísima, es muy apreciada y cara, pero sobretodo creo que transmite la fuerza, o al menos yo lo he imaginado. Quisiera empaparme de un halo oriental que fortalezca mi espíritu. Quisiera….

Hoy Domingo llegué a Pekín, tremenda ciudad. Dos secretarias del Anzhen Hospital nos esperaban en el aeropuerto. Estas eran simpáticas pero sin el encanto de Lee Lee , preciosa muñeca que nunca olvidaré. Nos llevaron al hotel y nos dieron todo un programa escrito de las actividades de toda la semana que los jefes han preparado. Estas incluyen visitas al centro hospitalario, tertulias con estudiantes, conferencias de Cheng y de mi, recepciones y cenas y, por supuesto, visitas a la ciudad. Mañana visitaremos la Gran Muralla y las tumbas Ming y por la noche tendremos la cena de bienvenida en un famoso restaurante, según Tsung O. El miércoles daré mi conferencia sobre coartación de aorta. El Jueves iremos a la ópera china, me apetece mucho, y el Sábado nos lo reservan para “shoping and sighting”. En fin , un apretado y sugestivo programa. Sin embargo, echo de menos Guangzhou. Creo que han sido unos días inolvidables junto a una gente encantadora. Esta noche cenamos Tsung O y yo en un restaurante cercano al hotel. El nunca quiere salir, prefiere cenar en el hotel, pero le convencí y nos dimos un buen garbeo. El local era aparentemente normal  pero la cena fue exquisita. De repente, mientras cenábamos, se me acercó un niño precioso de unos 8 años con su madre. Con una mirada tierna y cierta timidez se dirigió en inglés a mi para preguntarme mi nombre; según Tsung O quería practicar el inglés y su madre le animó a hacerlo. Le di mi tarjeta, mi mano y un beso. Quedé sorprendido y encantado con su voz tierna y su rostro dulce y expresivo. Me dio las gracias y desapareció de la mano de su madre, también sonriente y agradecida. Cuando se fueron me di cuenta de que era el único extranjero en el restaurante y que mucha gente me observaba. Tsung O me comentaba que mi pelo llamaba mucho la atención. Al salir del restaurante paseamos un rato y por el camino me agradeció que le convenciera para salir. Lo pasamos bien. Mañana empieza de verdad la segunda etapa, ya veremos…

 

Diario de un viaje a China

El Lunes fue un día turístico. Una de las secretarias nos recogió a las 8 en el hotel con un chofer del hospital que han puesto a nuestro servicio y nos dirigimos a la Gran Muralla, a unos 50 Km de Pekín. El tráfico era denso y nos costó llegar, pero mereció la pena. La visita turística a la Gran Muralla comienza en un valle rodeado de montañas donde hay un fortín. De él parte la muralla en 2 direcciones opuestas hacia las empinadas laderas. La muralla no es muy alta, aunque está hecha de piedra sobre escarpados riscos para defender un amplísimo territorio. Por encima de la muralla se circula subiendo escaleras, con la dificultad de que los escalones son de altura desigual según el tamaño de la piedra que usaban para cada uno. No exagero si digo que subimos a una altura de unos 1000 metros escalón tras escalón. Yo creía que me iba a dar algo, pero lo mas tremendo del caso era observar a Tsung O, a sus 75 años, subiendo y subiendo, jadeando pero aguantando; yo le seguía como podía y al final llegamos a lo más alto. Arriba del todo me preocupé al ver el rostro descompuesto de Tsung. Empezó a eructar y se pegó 3 cuescos seguidos, arcadas y movimientos intestinales que podían presagiar cualquier cosa. Afortunadamente se recuperó poco a poco y descansamos un buen rato en la cima. La vista desde allí es impresionante. No es solo la muralla en sí sino la profundidad de las sucesivas montañas y la belleza del valle. Hice bastantes fotos, aunque al final me quedé sin batería. El descenso fue también complicadete por la mencionada desigualdad de los escalones. Yo me ponía delante de Tsung O por si daba un traspiés que no rodara, pero  él no paraba de pedirme paso…”go ahead José, go ahead”…decía sin parar. De ahí nos fuimos a las tumbas Ming, unos mausoleos donde yacen los 17 emperadores de la dinastía Ming, entre el 1300 y el 1600. Solo hay acceso a la tumba del decimotercero, lo cual agradecí porque no me gusta visitar tumbas. Por dentro había montones de objetos encontrados en ellas junto a descripciones muy detalladas de la inusitada crueldad de los emperadores. De ahí creo que viene lo de la tortura china, pues eran exquisitos en torturar antes de matar, lo cual les gustaba hacer siempre que se emborrachaban, bien con los propios siervos o bien con los enemigos capturados. Lo mas bonito de las tumbas es el denominado “camino sacro” que conduce a la entrada, ya que está surcado a ambos lados por enormes estatuas simétricas de piedra que al comienzo son animales (leones, camellos, tigres…) y conforme se acerca a la entrada son guerreros y ministros de la corte. A los lados, frondosa vegetación con enormes árboles (Parquinsonias creo que son) de donde sale una música china suave de violín que crea una atmósfera muy relajante y contribuye a embellecer el camino sagrado. En fin, fue un día bastante completo. Por la noche cenamos con todo el staff del hospital en un famoso restaurante llamado “el pato pekinés”. Por supuesto, comimos pato entre otros manjares.

Hoy Martes hemos pasado el día visitando el hospital. He de decir que me ha gustado bastante menos que el de Guangzhou. Aunque lo construyeron en 1984, el hospital parece muy antiguo y descuidado, con aspecto sucio y con un olor raro. Me ha gustado, sin embargo, pasar visita por la planta de cardiología y la unidad coronaria, ya que me ha dado la oportunidad de observar el funcionamiento, el trato y los mecanismos del hospital. Los enfermitos deliciosos, muy contentos de que su caso lo viera un médico extranjero y con aspecto tierno y asustadizo. Los médicos, un poco clasistas en el trato, distantes con el enfermo y la familia, poderosos y deseosos de complacer al visitante. Me gustó estrechar la mano de muchos enfermitos y observar sus gestos de agradecimiento por nuestro interés. Las salas son de 4 camas y hay evidente hacinamiento. En alguna de ellas había 2 enfermos en la misma cama, algo que recordaba haber oído contar del antiguo hospital de agudos de Córdoba. Curiosamente, tienen un ala del hospital mas tipo hotel para gente rica que lo paga. Muy interesante la experiencia en cualquier caso. Por la tarde asistí a la conferencia de Cheng, otra vez sobre la historia de la valvuloplastia, en la que di mas de una cabezada. Esta noche volveremos a salir en solitario. Mañana será otro día…

Dormí por primera vez bien, pero desperté con un peso en el alma que no sé que es. Me pregunto qué hago aquí, aunque en realidad no es esto. La experiencia sé que es importante para mí pero se me pasó la expectativa de encontrar algo diferente. Todo quedó en Guangzhou. Pekín me vuelve un poco a la realidad. Y no es que mi realidad sea mala, por el contrario, tengo que considerarme afortunado. Pero el alma no da explicaciones a su estado de ánimo, simplemente lo impone. Me gustaría quitarme el peso para respirar hondo y poder seguir mirando el horizonte con ilusión, venga lo que venga…Solo sé que lo que viene cada día influye. Me queda saber qué viene hoy.

Lo que vino no influyó en nada, ya que acaba la jornada como empezó. Por la mañana visitamos lo que pomposamente llaman “The Capital University of Medical Sciences” , es decir, la Facultad de Medicina donde nos recibió el Decano, el Profesor Liang Wannian , el primer buen gordete que veo. Estuvo muy simpático, aunque presumiendo en todo momento de las excelencias de su Facultad. Solo en 2 cosas noto la influencia comunista en China, una es la burocracia increíble que hay para todo, herencia inamovible de los estados totalitarios (luego cuento un ejemplo gracioso) y la otra es la venta sin pudor de las excelencias del sistema propio, que presentan como el mejor. El gordo Decano era un ejemplo viviente que me recordaba los tiempos del franquismo, cuando una embajada extranjera visitaba el Hospital La Paz, siendo yo residente,  y a la que los entonces dirigentes le presentaban ante mis ojos atónitos las maravillas del sistema español. Este Decano no hubiera desentonado allí, pensaba. Lo cierto es que nos enseñó la Facultad, interrumpió alguna clase para mostrarnos lo atentos que estaban los alumnos, nos acompañó a visitar la biblioteca y nos ofreció un té. Tenía un cuello corto que le subía hasta la cara y se le veía caminar con dificultad  por tener que ir cruzando con cada paso sus gordas y cortas piernas, pero el hombre estuvo bien simpático y nos dedicó un buen rato. Por la tarde volvimos al Hospital, no sin dificultad por el intenso tráfico, donde almorzamos, para después mantener un “Chat” con una selección de alumnos que hablaban inglés. Esto fue lo mas interesante. Sentados alrededor de una mesa ovalada Tsung O y yo departimos mas de hora y media con jóvenes muy educados que, tras superar unos minutos de timidez, preguntaron sin parar respetuosamente montones de cosas. La conversación fue muy agradable y versó sobre aspectos concretos de medicina, consejos que pedían sobre su formación, programas de estudios en España y USA y hasta de fútbol. Yo les enseñé mi carnet del Córdoba y ellos me hicieron preguntas sobre el Real Madrid y qué me había parecido la derrota de España ante Corea en el último mundial…, yo les contesté que “unfear”. Hubo una chica que hizo una pregunta muy especial para mí, ya que es algo con lo que siempre he tenido que bregar. Preguntaba cómo manejar el hecho de querer ser médico con el sufrimiento enorme que le producía el ver morir a la gente…., qué tenía que hacer para sufrir menos y superar con mas facilidad ese trance tan frecuente en medicina. Tsung O contestó rápidamente que tenía que hacerse médico precisamente para evitar muchas muertes, pero a mí me pareció infantil la respuesta y le hablé de lo que ese problema ha representado para mí en 30 años de profesión. Solo le di un consejo, que lo aceptara como un sufrimiento inevitable porque está asociado al hecho de ser médico, que yo solo superaba el dolor durmiendo, pero que no podía evitar sufrir por cada una de las muertes en las que me he visto involucrado médicamente, muchas de las cuales me han hecho sentirme responsable, de alguna manera, y todas me hicieron aprender de los errores. Lo cierto es que Tsung O estuvo genial moderando y el chateo resultó de lo mas agradable. Al final, una chica se me acercó para decirme que después de la conversación había decidido que sería cardiólogo y que se sentía muy agradecida. A mi me hizo recordar que algo parecido yo debí sentir al conocer al Dr Zarco de estudiante. Al acabar, de nuevo a sumergirse en el traficazo y al hotel, donde he pasado el resto de la tarde escribiendo este diario y preparando la charla de mañana. El peso me sigue y no puedo evitar su presión, solo quiero dormir de nuevo, como solución para paliarla…., como cuando llegan los sufrimientos médicos…, quizás mañana despierte mejor. Buenas noches, noches.

El Jueves no escribí nada, no tenía ganas. Lo cierto es que hoy Viernes tampoco, pero me esfuerzo para no olvidarme de los detalles. Ayer por la mañana fuimos a la casa del Profesor Wu, de 93 años, padre de la cirugía cardiaca en China y presidente del Instituto Cardiovascular del Anzhen Hospital. El día de antes había estado en su despacho del hospital, que aún le reservan aunque está retirado, y en él había un montón de fotos  suyas, desde los años 40 hasta los últimos de la década de los 90, que me interesaron mucho. El Profesor Wu se formó en St Louis y pasó cerca de 10 años en USA trabajando. Después volvió a China donde comenzó la cirugía cardiaca con una intervención para cierre de ductus en un adulto. Viajó por todo el mundo y contribuyó enormemente al progreso de la medicina en China. En los años 80 fundó el instituto y consiguió la construcción del nuevo hospital Anzhen. Es venerado por todo el mundo médico y muy respetado por las autoridades del partido. Pensé que su casa iba a ser especial de alguna manera, pero me equivoqué. Vive en una casita pequeña, en un bajo que da a un patio de vecinos, muy modesta pero decorada con gusto. El Profesor Wu camina con dificultad pero continua teniendo un cerebro privilegiado. Nos recibió con su mujer, de 80 y tantos años, nos ofreció un té y departió con nosotros por un buen rato, nos regaló su último libro (en mandarín) sobre sus memorias médicas titulado “Mis 70 años de médico” y nos hicimos al final unas fotos con él. Me fascinó el Profesor Wu. Ambos hablan un perfecto inglés y la conversación resultó muy interesante. El conocía de antes a Cheng, por lo que habló mucho con él, aunque en inglés para que yo entendiera, pero también me habló de España, donde había estado en varias ocasiones y decía que le encantaba, y también habló de medicina que fue su gran pasión de siempre. Hablando de su edad decía que había estado bien activo hasta los 85 y marcaba esa edad como un punto de inflexión. A partir de entonces, decía, las piernas le flaqueaban, las rodillas se le doblaban y temía caerse, por lo que dejó de operar…No creo que yo ni nadie podamos aguantar tanto si llegara a esa edad. Pero, como decía, lo que aún no le fallaba era la cabeza que la tiene muy bien colocada. Con toda serenidad esperaba el final de sus días y, sin embargo, mostraba una gran preocupación por el rumbo del planeta. Hablaba de la necesidad de alcanzar la paz que, según él llegaría seguro, aunque aún la veía lejos, y veía el mundo completamente “crazy” , en un momento de la historia de la humanidad que resultaba difícil implantar la racionalidad en los gobernantes. Me encantó el Profesor Wu y comprendo el respeto que todos aquí le profesan. Me gustaría parecerme a él, sobre todo en su trayectoria médica, en su humanidad y en su clarividencia. Hombres como el resultan muy necesarios en nuestros días y es llamativo que, cercano el final de su vida, su mayor preocupación sea el rumbo de la humanidad.

Después de esta interesante visita volvimos al hospital, donde tras almorzar di mi conferencia sobre coartación de aorta. Como en Guangzhou, una doctora me iba traduciendo mientras yo iba hablando. Al final, una lluvia de preguntas mostró el interés que la charla despertó y el Dr Wu Zhaosu, director del hospital y vicepresidente del instituto, me entregó un diploma y un regalo y nos hicieron unas fotos. Por la tarde descansé en el hotel.

 

Visita a un hospital en China con el DR Cheng

El Viernes 18 fue un día turístico. Por la mañana visitamos la famosa plaza de Tiananmen y el Museo del Palacio y por la tarde el Templo del Cielo. La plaza es enorme, al parecer la plaza mas grande del mundo, y es famosa por 2 hechos históricos. El primero fue la proclamación por Mao de la república popular y del fin del poder imperial desde uno de los balcones del palacio que da a la plaza; en su fachada cuelga hoy un gran retrato de Mao. El segundo, la matanza tremenda, que yo recuerdo perfectamente, tras la muerte de Mao de estudiantes que se manifestaban allí pacíficamente, pidiendo una apertura al mundo y un mayor grado de libertad; aquella matanza creo que sirvió para cambiar, lenta pero progresivamente, el rumbo que los dirigentes chinos dieron a partir de entonces. La China abierta de hoy, con un comunismo que admite el mercado libre, debe probablemente el cambio a aquella manifestación y a aquellos cientos de muertos. Como digo, la plaza es preciosa, tiene una gran amplitud pero estaba llena de turistas, mayoritariamente chinos de otras provincias, según Tsung O, y algún que otro extranjero como yo. Hicimos fotos y paseamos por ella. El Museo del Palacio fue una decepción. El sitio es precioso pero apenas se puede visitar el interior y solo son vistas externas. Para ver por dentro hay que asomarse haciendo cola a unas ventanas que apenas dejan ver un interior oscuro donde los emperadores vivían, comían, dormían…, todo con una multitud de turistas chinitos, todos ellos interesadísimos en mirar el interior. Entre los diferentes edificios del palacio, enormes espacios ajardinados con vistas muy bonitas y un gran colorido. Desgraciadamente, llovía lo que hizo la visita mas penosa. Por la noche estuvimos en la ópera. Nada parecido a lo que yo me imaginaba. Para llegar hasta ella recorrimos la ciudad durante mas de una hora con un inmenso tráfico que desesperaba. Grandes avenidas repletas de coches y, a los lados, enormes edificios bien separados, grandes bloques de bella y moderna arquitectura probablemente muy recientes la gran mayoría. Por fin llegamos a una zona donde no había grandes edificios. No sé por qué yo me esperaba un palacio de la ópera, pero la entrada era irrelevante. Por dentro, el espacio no era muy grande. No había butacas sino mesas con sillas alrededor, todas ellas orientadas hacia el escenario, de tal manera que los de delante de la mesa dan la espalda a los de detrás y los lados. Encima de las mesas, cosas para picar (trozos de sandía, dulcecillos) y té, para ir degustando durante la representación. Precioso colorido en el escenario, con adornos chinos y, a un lado, una orquesta de instrumentos primitivos que tocaban una música oriental muy repetitiva y algo estridente a mi parecer. La ópera china no es la representación de una historia cantada, sino que son los actores los que cuentan la historia, y lo hacen cantando y bailando mientras la música repetitiva no para. Son como cuentos cantados que relatan la búsqueda de unas yerbas mágicas para curar a la madre vieja de una chinita cantora o la búsqueda de un caballo imperial perdido…Los actores masculinos, verdaderos atletas que no solo bailan sino que hacen acrobacias. Las actrices, preciosas muñequitas emperifolladas con voces divinas que compiten con la estridencia musical. El espectáculo me encantó y me sorprendió y además comí sandía y tomé té mientras disfrutaba.

Hoy sábado hemos estado en el Palacio de Verano por la mañana y por la tarde de compras. El Palacio de Verano es como el de invierno pero con muchos mas jardines y un lago precioso que es surcado por embarcaciones engalanadas que parecen pequeñas pagodas. De nuevo, plenitud absoluta de turistas chinos que apenas dejan ver nada. Comimos en un restaurante junto al lago, con una vista preciosa. Empiezo a estar hasta el gorro de la comida china y sueño con el Churrasco. Mañana temprano salimos hacia Shanghai , última etapa del viaje, ya sin grandes expectativas pero deseando conocer la ciudad de Tsung O, por lo que he oído, una de las ciudades mas espectaculares de oriente. Veremos como será el tercer y último acto…

Ya estoy en Shanghai, la ciudad mas bonita de las tres que he conocido. Tiene 13 millones de habitantes, la surcan 2 ríos enormes y tiene unos edificios y avenidas preciosas, muy iluminada por la noche, lo que le da una prestancia especial. Nos recogieron en el aeropuerto el profesor Wang Bin Yao y el jefe de cateterismo, el Dr Liu Jian-Ping. Todos me dan su tarjeta y a todos le doy yo la mía con mi nombre en chino. Creo que fue una gran idea imprimirla porque todos lo agradecen mucho. Les llama mucho la atención la longitud de mi nombre y que esté escrito en chino, pero todos lo pronuncian repetidas veces y correctamente. Nos llevaron al Hotel, el Grand You You Hotel, un lujoso edificio de confortables habitaciones. Desde el piso 26 tengo una magnífica vista de la ciudad. Descansamos un rato y cenamos a las 6 en el propio hotel con ellos y un tercero, cuyo nombre no recuerdo, gordito, muy simpático y con cara de niño. Después nos llevaron a un paseo nocturno en barco por el río que me encantó. Estaba lloviznando, aunque había una muy buena temperatura. Las nubes estaban bajas y pasaban rápido, mezclándose con los picos de los edificios iluminados, lo que hacía parecer que estaban ardiendo por las cúspides. Hice fotos, ya me quedan pocas, pero Tsung O no para de hacerme con su cámara y promete mandármelas todas. Cuando yo le hago unas con la mía digital, siempre acude rápido a que le enseñe el resultado inmediato y emite un gruñidillo risueño de satisfacción, pidiéndome que también le envíe las mías por internet.

Dormí bien, pero madrugamos como cada día, desayunando juntos a las 7. Por la mañana visitamos el Ren Ji Hospital. Primero nos recibió un antiguo profesor de Tsung O, el Dr Yi Shan Wang quien nos llevó a visitar al director del hospital, el Profesor Gang Huang. Nos recibió primero su secretaria, una joven estilosa y elegante, con buen tipo, fea pero interesante, con ojos muy achinados naturalmente pero bizca, lo que le hacía quizás mas atractiva, por ilógico que parezca. Nos introdujo a un salón donde nos esperaba el Profesor Huang quien nos ofreció un té, como siempre, y departió con nosotros. Me maravilla la hospitalidad de los chinos. Agradeció efusivamente la visita y ponderó las virtudes médicas que Tsung O me había atribuido en una carta personal. Después, fuimos al laboratorio donde el Dr Liu Jian-Ping nos recibió efusivo, con un cartel grande en la puerta dándonos la bienvenida (nos hicimos fotos con el cartel) y asistimos a un cate de coronarias normales; luego nos enseñó unos casos y discutimos sobre ellos. Por la tarde dimos las conferencias. Primero Tsung O les dejó a todos exhaustos, con una larga charla sobre “Acronyms in Cardilogy”, aunque a mi me encantó. Después me tocó a mi hablar sobre “Complex ASD occlusion”. Creo que conseguí mantenerlos despiertos y traté de ser breve, aunque como digo, todas las charlas son traducidas diapo a diapo. Después nos llevaron a cenar a un hotel. Pensaba que iba a ser una cena privada, pero cuál fue mi sorpresa cuando me encontré una cena del hospital (administradores, médicos enfermeras y secretarias). Nos sentaron en una mesa redonda rodeada de otras muchas con toda la gente mirando hacia nosotros y sonriendo. La bizca estaba sentada enfrente de mi y sonreía también continuamente. Un cuarteto de cuerda tocaba música clásica que nadie, mas que yo, parecía apreciar. Durante la cena, mucha gente se levantaba, venía a brindar con vino y se iba a otra mesa a brindar. Tsung O hacía como que bebía pero solo mojaba sus labios, pero yo bebía y bebía. Con cada visita, yo me levantaba, brindaba y decía en alto…”salud y forza al canut”…ellos me decían…”that means cheers?” yo decía que sí. La música y el vino me envolvían y todo me parecía irreal. Las comidas en China están siempre organizadas de una forma curiosa. El centro de la mesa tiene una plataforma  que puede ir girando sobre un eje central, donde se van poniendo todos los platos antes de que dé tiempo a iniciarlos. Lo cierto es que la plataforma va siendo girada por unos y otros para acceder a pillar de aquí y de allá. Por el aspecto nunca sabes lo que comes, aunque en general todo está bueno, si bien yo nunca pregunto. Con el vino flotando, yo iba girando y girando la plancha para trincar un nuevo plato que habían puesto sobre la mesa. Cuando al final conseguí hacerme con un buen trozo y me lo llevaba a la boca con los palillos, mi colega de la izquierda me susurró…”It is turtle”.. Creí que me daba algo, porque aunque soy un probador de cosas, aquello parecía demasiado y además la tortuga estaba asquerosa y tuve que hacer un esfuerzo para tragarla. Pero la noche no paraba de dar sorpresas. A los postres, paró la música y el director cogió el micrófono para hablar. Iba llamando a gente que iba a sacar unos papelillos de una bolsa y anunciaban un número. Como si de un óscar se tratara, la persona agraciada acudía entre aplausos, recogía el premio y decía unas palabritas que, afortunadamente, eran “chino” para mí. De repente, el director anunció (según me tradujeron) que Tsung O y yo teníamos que ir a sacar de la bolsa lo que iban a ser los primeros premios. Con cierta vergüenza, pero arropado por Tsung O, acudí a sacar el numerito, el cual dije en inglés. Después, Tsung O sacó el 64, pero nadie salía a recoger su premio…Un cierto desconcierto surgió, pero de repente todo quedó aclarado. Mi colega de la izquierda acudió corriendo con un papel en la mano que, según decía, estaba debajo de mi plato…¡me había tocado el segundo premio!…, una preciosa porcelana con música incorporada que espero llevar intacta a casa. Rompieron los aplausos y tuve que dar unas palabritas de agradecimiento por tanta hospitalidad. De vuelta en el hotel le preguntaba a Tsung O si creía que todo estaba preparado, pero el aseguraba que no, que yo era un “lucky man”. En fin, me vine a la habitación y me puse a escribir con la borrachera….., quizás se note algo. Mañana me leeré, buenas noches, noches.

El Martes visitamos el Hospital Infantil, un hospital nuevo, inaugurado en 1998, con una magnífica estructura, muy moderno en todos sus diseños y muy activo. Aunque es un hospital pediátrico general, está muy orientado a las enfermedades cardiovasculares. La cirugía es muy activa, como digo, hacen mas de 1000 intervenciones al año y tienen 3 quirófanos dedicados a CCV. La cardiología está también muy bien. Asistí a un cierre de ductus con Amplatz y a una angioplastia en coartación, con un resultado regular el de esta última. Nos atendió muy bien el Dr Concha de aquí, el Dr Jinfaen Liu, amabilísimo y como Manolito Concha…, me lo recordó. El jefe de cardiología se formó en Lyon, y estuve hablando con él en francés. Hacen también bastante, porque reciben niños de todo el país. Mañana es el último día, esto se acaba, tengo ganas de volver, pero tengo que decir que China es un país fabuloso, nada de lo que yo pensaba. Tiene un desarrollo económico fabuloso, con un crecimiento anual sostenido del 7.7%, y eso se nota enormemente. Creo que tiene un futuro bárbaro y sé que lo veremos en los próximos años. La gente es encantadora y se la ve disfrutando con el progreso. Han entrado de lleno en el mercado y yo creo que la política les da igual. Están interesados por todo lo extranjero y son conscientes de su poderío, no les asusta competir. Muy pocos hablan inglés, aunque se les ve un interés en practicar lo poco que saben. En definitiva un gran país.

Se acabó. Estoy ya en el avión de vuelta, vía Frankfurt. Una pena por un lado, una alegría por otro. Ayer, mi último día, creo que fue especial. Por la mañana visitamos el antiguo hospital Ren Ji, lo que ellos llaman “the western part”, un hospital viejísimo situado en pleno centro de Shanghai. Es gracioso, porque cuando llegamos mas me parecía un mercadillo que un hospital. Unos guardias dan acceso a una entrada de un gran patio, lleno de gente y de puestecillos, ambulancias y otros menesteres, por el que se llega a urgencias, única vía de acceso al hospital. La entrada por urgencias es tenebrosa. Montones de camillas agarradas a palos de goteros, infinidad de familiares rodeando y vigilando los palos, guardias que vigilan y gente con bata sucia que pasa corriendo. Con los ascensores pasa como en Reina Sofía, gente que va para abajo que pulsa para ir “pa” arriba y sube, junto a gente que va “pa arriba” y no le importa bajar con tal de coger el ascensor. Dentro de su desmadre, me gustó el hospital. Visité la unidad coronaria, donde una doctora nos presentaba los casos y nos pedía opinión con buen inglés (yo creo que quería practicar), y la sala de cateterismo, donde hacían un paciente coronario al que iban a practicar un IVUS (Endosonic). En urgencias presencié un gran cabreo de un familiar con los médicos….(imposible pronunciarse), aunque en general, a la gente se la ve como la nuestra, agradecida y resignada al dolor y la enfermedad. Como he dicho antes, a los médicos se les ve poderosos, mandan mucho y no tienen una administración obstaculizante, pero se les ve buenos profesionales y humanistas. Desde luego conmigo encantadores y no tengo palabras para definir cómo yo me he sentido ante tanta amabilidad, respeto, hospitalidad y admiración. En ningún sitio me han tratado así, y esto ha sido general en las 3 ciudades. Quizás el Dr Cheng les habló de mi de una forma irreal y ellos pensaron que yo era un personaje de la medicina. Quizás es que son de verdad así de hospitalarios. Quizás es que he vivido un sueño de respeto general al cual no estoy acostumbrado. En cualquier caso, me voy muy agradecido. Después del hospital nos fuimos caminando a una céntrica calle peatonal donde hicimos alguna compra y luego nos fuimos a almorzar al piso noveno de unos grandes almacenes junto a una gran plaza, donde teníamos una vista impresionante. Al terminar, fuimos caminando a un museo que me cautivó, justo al lado de la gran plaza. El museo es el “Museo de Shanghai”, una joya moderna y extraordinariamente organizada y pensada, sobre historia y arte chino. En todo momento nos acompañó el Dr Jin, un fellow en cardiología y un encanto de persona. El museo necesita 2 ó 3 dias para ser visitado, pero nos lo recorrimos en 3-4 horas. Es impresionante hablar de una historia sobre el siglo 21 antes de Cristo…¿ cómo pueden saber tanto sobre esa época?… o, ¿cómo nosotros sabemos tan poco de lo que pasaba en Europa en aquel entonces?. Me encantó la parte del museo dedicado a la cerámica y al bronce, a la caligrafía china y a la pintura de todas las épocas o dinastías. El museo me dio una nueva dimensión del paso de la historia. Creo que a veces nos cegamos con lo nuestro tan tontamente que no comprendemos que hay mucho mas en la vida del planeta. El localismo es, no solo ciego, sino diminutivo y paletil. Me encanta sentirme planetario y, tengo que decir que, durante la visita al museo me sentí chino auténtico y creí haber vivido la historia de cada dinastía. Me pareció comprender su cultura y hasta el tonillo de su lengua me resultaba ya familiar, tanto que a veces me sorprendía a mí mismo imitando el tonillo en un idioma chino inventado, sonriendo como ellos lo hacen y hablándome en chino al espejo…., benditos chinos!

Después del museo, cuando yo creía que iba a descansar en el hotel, nos llevaron a cenar a un restaurante cercano. Al terminar, nos tenían preparado una sorpresa de despedida. Nos llevaron a un teatro inmenso, moderno y repleto, para ver una representación increíble…¡acróbatas!, algo sensacional, sobre todo si consideramos que lo presenciamos desde la fila 4 y centrados (las entradas las habían sacado con mucha antelación para poder elegir el sitio). Era como asistir al mejor circo desde el mejor sitio. Tanto el Dr Jin como el Profesor Guang nos estuvieron acompañando en todo momento. Parecía que no existían ni el tiempo ni las obligaciones para ellos. Todo se centraba en nosotros. Lo cierto es que disfruté con el espectáculo, de alto nivel, aunque estaba cansado de cojones y no veía el momento de volver al hotel para hacer la maleta, cosa que me preocupaba. Salimos tarde de la representación, sobre las 9 de la noche. Cuando ya soñaba con tumbarme en la cama de la habitación al coger el taxi, el Dr Jin dio una última vuelta de tuerca. Había que ver el Shanghai iluminado de los grandes edificios. Aunque en principio me desesperaba, luego lo agradecí enormemente, ya que fuimos a un sitio maravilloso. Por un lado el río y tras él, el viejo Shanghai iluminado, por otro, el nuevo y vertiginoso Shanghai, también superiluminado, con grandes rascacielos bellos y puntiagudos, con líneas modernas o futuristas, construidos todos en los últimos 5-10 años y expresivos todos de un poderío económico del que se sienten orgullosos. El rostro del Dr Jin  reflejaba ese orgullo sano y medio infantil, gozando al verme gozar.

Finalmente al hotel, qué gusto!…, descansé hice la maleta, me acosté y, cuando acordé, ya era de día, desayuno a las 7, para no variar, check-out y al aeropuerto internacional, también supernuevo y futurista, muy cómodo y funcional. Ya en el avión hago balance. Me ha gustado mucho el viaje. No soy un personaje del futuro ni he visitado otro planeta. He tenido el gusto de conocer, creo que de forma privilegiada, una parte del nuestro no bien conocida y, probablemente, no bien entendida por una egocéntrica cultura occidental que, como unos pocos catalanes y vascos, llevan al límite, solo se miran su ombligo. Es mucho lo que occidente pierde no mirando al oriente (mas que en términos económicos o de poderío militar). Creo que oriente tiene una visión del mundo y la vida que no debemos desperdiciar, porque creo que ilustra enormemente y prepara mejor para el futuro, tanto individual como planetario. No en balde tanta historia china. No en balde tanto conocimiento, tanta tradición…..He aprendido a amar a los chinitos, y me arrepiento de no haberlo hecho antes. ¡Viva la China de Mao!…, que ha hecho posible una evolución de este tipo…¡Vivan los chinitos y chinitas, con su finura, sus cinturitas y sus sonrisas casi permanentes!…Mas nos vale aprender de ellos, porque en breve serán los dominantes del planeta. Por su sonrisa oteo que nos irá mejor que con la dominancia yanki, ya en el ocaso…, ya temerosa…, ya vacilante…, corto y petulante imperio, nada comparable con cualquiera de las dinastías chinas imperiales. Adiós Guangzhou, Beijing y Shanghai, gracias por vuestra acogida, gracias por ser una parte tan importante del planeta y gracias por hacérmelo ver. Creo que ello modifica al alza mi visión del mundo. Con China y oriente, aún todo puede tener solución. En cualquier caso, me gusta volver a mi Córdoba querida, donde, de poder ser, se dormitaría en vida como en ningún sitio en el mundo, quizás por encerrar entre sus muros todas las esencias planetarias. Córdoba ajena al mundo y viviendo callada en él quiere decir Córdoba displicente porque ya lo sabe todo. Lo de hoy en nuestros días no tiene importancia y, como los chinos, no importa ser secundarios en una etapa banal cuando el cielo ya se alcanzó….¡Dejad a algunos catalanes y vascos pelear por la tercera regional!…así, no saldrán nunca de ella…Deberían ir a China, saldrían ganando…¡Adiós!

Disfrutando de China, Dr Suárez y Dr Cheng

Personajes de esta historia

         Tsung O Cheng: El mas importante de todos. El que ha propiciado todo. Con su rostro como bandera y su cerebro como estandarte, el Dr Cheng circula por el mundo con elegancia marcada, sabiendo estar, sin hablar mas de la cuenta pero diciendo las cosas con absoluta claridad. A saber lo que les escribió de mí a los chinitos para cómo me han tratado. Pero es que, desde Washington escribió a la embajada española en USA para hacerles llegar la noticia de que el Profesor Suárez de Lezo, de Córdoba, iba a visitar China invitado por diferentes hospitales. Justo al acabar mi conferencia en Pekín se me acercó una secretaria para decirme que me habían llamado de la embajada española, que llamara a un número preguntando por  Miss Cristina. Yo creí morir, porque si me llamaban de la embajada es que algo había ocurrido. Al verme preocupado, Tsung O me tranquilizó contándome su carta y dando su explicación a la llamada. En efecto, hablé con Miss Cristina quien me contó que habían recibido la noticia de mi estancia desde la embajada española en Washington y que el Sr embajador me recibiría el día siguiente a las 11. Yo, naturalmente, me disculpé y no acudí a la cita, pero la historia me hizo ver qué concepto tiene Cheng de mi. Tiene gracia que desayunábamos siempre juntos y no mediábamos palabra, él comía siempre cantidad. Cuando yo le preguntaba algo siempre contestaba con inteligencia  y de forma telegráfica. No se puede ser mas sucinto y mas concreto. En una ocasión le pregunté: “how do you explain that chinese people know so well what happened during the 21th century BC and the occidental world know almost nothing about their same own period?”…el contestó : “I don`t know”…yo insistí: “you dont know about the first or the second question”…el volvió a contestar: “I dont know both”…Este es mi “Chungo”. Cuanto mas le conozco mas le respeto y admiro. Me fascinaba verle subir la gran muralla. Me hizo madrugar cada día, aunque el dormitaba a ratos. El siempre quiere aprender y dice escribir medicina como método mas eficaz de aprendizaje. Su coraje en seguir adelante me hace pensar en el Profesor Wu, el viejito que aguantó hasta los 85 operando. El es recto y honrado, no hace concesiones, pero cuando tiene oportunidad elogia y ensalza. No le gusta pensar en el por qué de las cosas, siempre las acata y siempre sale bien cuando responde…”I dont know”…Contabiliza sus aprendizajes y no para de escribir en su libretilla sus pensamientos mas inesperados. De repente, saca su libretilla y escribe un comentario, luego la guarda y sigue como si nada. En uno de los vuelos le miré de reojo mientras escribía y solo pude leer el final de una frase que decía…”but Suarez did not”…Nunca sabré a que se refería, pero mi Chungo es cariñoso y yo le aprecio. Aprendo de él y es un ejemplo a seguir…¡Go ahead Dr Cheng!

           Profesor Lin: (Guangzhou) Fue el primer gran profesor que conocí, jefe de Lily, muy educado y tremendamente chinito y misterioso. Tenía una risita pérfida, inspiradora de temor…en “el loto azul” encajaría. Cuando le veía reir rítmicamente temía que fuera una señal para darme una bebida empozoñada. Pero lo cierto es que nadie me envenenaba y el era muy simpático y organizado. Chino listo, amable y hospitalario. Nos obsequió con la cena de bienvenida y un almuerzo simpático, con LiLi al lado, que estuvo muy bueno. Al final nos hicimos unas fotos. Nos invitó a estancia hotelera, incluido extras, y pagó el billete a Pekín de Cheng y de mi. El Profesor Lin, todo un caballero…

           Lily: (Guangzhou) Su nombre lo he escrito de diversas maneras en este escrito, pero ella se firma Lily, así es que así la llamaré a partir de ahora. Lo cierto es que fue la primera persona que conocí, nada mas llegar a Guangzhou. Ella apareció de repente, después de 10 minutos de desconcierto al comprobar que nadie me estaba esperando. Su sonrisa y un cartel que decía Prof Suarez me tranquilizaron. Ella parecía seda del comportamiento. Sus gestos, sus movimientos, sus actitudes…, eran armónicas, hablaban de ella y de su belleza. En total, no estuvimos mas de 4 horas juntos, pero Lily me encantó y con ella conecté telepáticamente. Las conversaciones entre ambos parecían el guión de una película, pues siempre fueron inteligentes y, como si hubieran estado pensadas. Todo con ella estaba envuelto en un halo mágico. No mas de 4 horas de relación, pero la recordaré.

             Dr Chen: (Guangzhou) Este doctor me recordaba físicamente al “japonés”, nuestro Dr Lopez Miranda, pero en realidad se le veía mucho mas listo y preparado médicamente. Nos trató con suma amabilidad y durante una tarde estuvimos en su laboratorio haciendo casos de intervencionismo. El me preguntaba continuamente mi opinión, incluso me decía en los casos difíciles…”I need your support”…, pero lo cierto es que se le veía muy puesto y rápido trabajando. Hice muchas fotos del laboratorio y de su gente en  esa tarde. Guardo de él un buen recuerdo y me gustaría profundizar en su relación. El Dr Chen viaja bastante y espero encontrarle en los congresos y cursos. Quizás le invitaría con gusto a un próximo curso Corpal.

             Professor Wu Zhaosu: (Beijing) Auténtico jefazo del Anzhen Hospital. Nos atendió de maravilla. Cenamos con él y su gente una noche en “el pato pekinés”, nos mostró el hospital al día siguiente, pasando visita con nosotros, presentándonos a la gente y pidiendo a los médicos de los distintos servicios que nos atendieran. Moderó y presentó nuestras conferencias y, al final, nos entregó un diploma y nos hicieron fotos con él. Sonrisa permanente, piel estirada, dientes pequeños y separados, muy amable con todos, no solo con nosotros, y a la vez muy autoritario y respetado.

             Professor Wu Yingkai:) (Beijing) Ya hablé suficientemente sobre la visita que hicimos a la casa del profesor Wu, pionero de la cirugía cardiaca en China y respetado presidente del Anzhen Hospital. Solo puedo repetir que me encantó conocer a tal personaje, lleno de cultura, sensibilidad y medicina, auténtico médico en su forma de ser que invita a seguir su dedicación y entrega. También repito que me gustaría ser como él, difícil trayectoria a seguir…

           Ding Mingying : (Beijing) Ella es una de las “feitas” secretarias del Anzhen Hospital  que se encargaron de recogernos en el aeropuerto, hacer de guias llevándonos a sitios como la gran muralla, la plaza de Tiannanmen o la ciudad prohibida. Simpática, mas con Cheng que conmigo, hablaba poco inglés y en los trayectos no paraba de hablar en chino con “Chungo”, lo que me permitía desconectarme con facilidad y sumergirme en mis pensamientos. Al final me dio su tarjeta y me pidió que le enviara todas las fotos que le había hecho con Cheng…, lo haré en breve.

             Professor Wang Bin Yao: (Shanghai) Director del departamento de Cardiología. Exquisitamente amable, nos recogió en el aeropuerto y nos atendió en todo momento con elegancia. Delgado, con rostro siempre sonriente y dientes superiores salientes, parecía deslizarse con rapidez al caminar y no tocar el suelo. Especialmente cariñoso con Cheng (son amigos desde hace años), el Dr Bin Yao posee un gran equipo profesional y lo exhibe con orgullo. Se mueve entre 2 hospitales de un mismo centro, la parte nueva (oriental) y la parte vieja (occidental). Surgía cuando menos se le esperaba y, en todo momento parecía saber qué hacíamos y de donde veníamos. Fue muy grato conocerle.

             Dr Liu Jian-Ping: (Shanghai) Pequeño, medio calvo y con cara y alma de niño, el Dr Jian-Ping es un autentico encanto. El dirige el laboratorio de cateterismo y en todo momento estuvo con nosotros, salvo cuando le llamaron para urgencias en el Lab. Ante cualquier caso que surgía siempre me preguntaba mi opinión. Era algo repetitivo y tenía un inglés rudimentario, pero fue delicioso conocerle y estar con él. Nunca olvidaré el recibimiento que nos hizo en el Lab, con una pancarta anunciando nuestra llegada y con la sonrisa de todos juntos y uniformados en la puerta.

             Dr Jin Shuxuan: (Shanghai) Fué el fellow que nos asignaron para cuidar de nosotros, traernos y llevarnos por todos sitios en Shanghai. Muy joven, siempre trataba de agradarnos y, hasta el final, estuvo pendiente de todas nuestras necesidades e inquietudes. La última noche nos llevó orgulloso a que viéramos y fotografiáramos el Shanghai nocturno desde la orilla del río. Me llevó al aeropuerto donde le hice, junto con Cheng, la última foto. Nada mas llegar a Córdoba me encontré con un e-mail del Dr Jin muy cariñoso y respetuoso. Me encantaría que viniera por Córdoba y poder demostrarle mi agradecimiento.

             Professor Gang Huang: (Shanghai) Director del hospital, joven y elegante. Nos recibió con mucha amabilidad y nos habló con orgullo de su hospital. Una noche presidía y participaba en una cena del hospital de la que hablaba anteriormente. El rifó y repartió regalos y, en mangas de camisa, se le veía disfrutar de su gente y de su hospital.

             Professor Yi Shan Wang: (Shanghai) Fué profesor de Cheng cuando fué estudiante en Shanghai. Con un inglés perfecto, nos estuvo acompañando y agasajando en todo momento, incluso acudió con nosotros al espectáculo de acrobacia, con el que se le vió disfrutar como un niño. Mayorzuelo, pero muy elegante y educado. Fue un placer conocerle.

             Professor Chang-Zhi Chen: (Shanghai) Cirujano cardiovascular pediátrico muy ilustrado y competente. Le conocí en la cena-party y al día siguiente nos enseñó su departamento y nos aportó estadísticas de sus resultados. Sus quirófanos nuevos eran superactivos y entramos en varios de ellos mientras operaban, en uno de ellos era una doctora la cirujana cardiovascular. Su centro de referencia recibe niños de todas partes. Sus buenos resultados y la perfecta organización justificaban plenamente el orgullo con el que nos mostraba todo.

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