La integración de toda la vida viva en el planeta es una quimera, una esperanza y un objetivo que más tarde que pronto se ha de producir. Creo que, sin sentirlo, en ello estamos porque la vida avanza implacable, habiendo descubierto la consciencia la especie humana. Su aportación puede favorecer, de una forma ordenada, la ansiada integración. Pero si la humanidad viva se une, por qué no integrar de la forma que sea la unión con la que ya dejó de vivir y con la que lo hará en el futuro. ¿Quién puede asegurar que no es posible integrar en nuestro mundo las vivencias de generaciones y generaciones que habitaron La Tierra en el pasado? ¿Qué nos separa de ellas cuando simplemente somos su continuidad? La vida progresa en ambos perfiles, espacio y tiempo.
Evocaciones y recuerdos:
Desgraciadamente, no podemos viajar en el tiempo, por el momento, pero disponemos de una historia escrita y contada junto a lo intuido interiormente, que a su vez es propiciado por nuestros genes. De forma inconsciente, nuestra identificación con el tiempo que ya hemos podido vivir como persona hasta el momento hace que podamos imaginar algo parecido con el tiempo vivido por otros que ya no están. De hecho, las vivencias intensas y los recuerdos son reproducibles en nuestra mente. Nuestro cerebro posee un mecanismo de lenguaje entre los 2 hemisferios que permite reproducir las vivencias pasadas. Las evocaciones de momentos vividos pueden ser tan intensas que resultan como un viaje en el tiempo a nuestro pasado. El amor, la música y el olfato son los instrumentos más evocadores. No hay duda, la evocación nos lleva a una conexión con nuestro pasado, una forma de viaje temporal muy interesante en el que es preciso profundizar. Sin poder cambiar nada, revivir nuestros episodios placenteros nos colma el alma y, si se trata de evocar momentos de incertidumbre y de pesadumbre, con la perspectiva actual, también nos puede ayudar a entender aquel entonces y el por qué de nuestras decisiones poco conscientes. Es decir, que lo vivido enseña mucho en la vida y revivir lo vivido enseña a encontrarse con uno mismo. Evocar es revivir y un tipo primario de conexión o viaje temporal.
En la evocación y en el recuerdo también entran los seres queridos que ya marcharon. ¿Cómo llega a ser esa comunicación con nuestros seres queridos que ya se fueron pero que tan dentro nuestro quedaron? Es claro que comunicación con ellos existe, yo al menos lo percibo, pero estamos obligados a profundizar también en ese tipo de conexión, pues es algo muy especial que nos mantiene conectados, ya sea en sueños o en plena vigilia. Yo les hablo y me parece escuchar sus respuestas. La conversación continúa. Confieso que invoco a mi padre en las grandes finales del Real Madrid, nuestro equipo de siempre. El era muy Madridista y nos lo inculcó durante las primeras copas de Europa que el Madrid ganó, exaltándose y exaltándonos a través de la retransmisión por la radio. Puedo asegurar que en ocasiones acude y llega a transmitir su magia ganadora. Siempre que lo hace, yo noto su presencia porque es él quien la hace notar, y tengo testigos de ello. Otras veces, en cambio, le invoco y parece estar ocupado, no acude…puede llegarle a aburrir lo mundano del asunto. La conversación continúa sin duda, en este y en otros temas, también con mi madre y con otros grandes amigos que se fueron. Con ellos, podemos adentrarnos en esos mundos intemporales en los que la comunicación se hace real por unos instantes. Si siguen vivos en nuestras mentes, cómo no va a ser posible establecer con ellos algún grado de comunicación. Pueden surgir en el sueño o incluso en nuestro pensamiento activo. Nuestra identificación con ellos y con el tiempo que vivieron parece que es posible en nuestra imaginación y esta siempre crea escenarios de comunicación.
Y si a la evocación unimos la imaginación, por qué no incluir a nuestros antepasados, tanto cercanos como lejanos en el tiempo. Quizás el sueño de alcanzarlo exige un ejercicio de conexión con otras épocas que podríamos explorar. Al leer y saber de ellos uno pudiera meterse en los entresijos de sus historias y vivencias y ¿qué no daríamos por vivir un cara a cara intemporal con cualquiera de ellos, aunque en una ensoñación fuera? Pensar y profundizar en una época permiten un cierto grado de compenetración con ella. Además, también sin darnos cuenta, nuestros genes transportan la información de todo lo sucedido.
Historia y documentación:
Y vuelvo a decir, con la percepción de lo ya vivido en nuestro tiempo como persona, cómo no tratar de integrarse en otro periodo pasado que, de alguna forma determinó lo que hoy somos. Es como si una célula de nuestro organismo vivo hoy, con nuestra edad, pudiera comunicarse con otra nuestra que ya vivió en otra etapa previa de nuestra propia vida, aunque ya no esté. Ambas poseen la misma identidad pero estuvieron formando parte de un ser con distintas circunstancias, experiencias, atmósferas e influencias y, sobre todo, edades. Es la identidad la que las unifica y es a su través como se comunican. Pero no nos engañemos, la comunicación con el pasado está solo basado en lo que nuestra mente sepa indagar y reproducir. Con los seres queridos que se fueron es quizás más real, pero para los estudiosos de la Historia su grado de identificación con las épocas les lleva a entenderlas y revivirlas.
Si todo lo que ha sido está en nuestro cerebro por qué no analizar sus épocas para asimilar todo lo sucedido, lo bueno y también lo malo para evitar repetirlo. Pero si no partimos de un punto en el que no juzgamos el pasado común, cómo vamos a tratar de conectar mentalmente sin prejuicios con cada época, con cada tiempo de humanos vivos que ya no están. Repito, un canal amable de conexión inter-temporal que nos permitiera al menos imaginar. Parte del pasado se ha ido recopilando poco a poco y cada vez archivamos más y mejor. El pasado queda con ello parcialmente documentado de alguna manera. Y es la preservación de la documentación lo que enriquece la Historia. Y ella enlaza con su continuidad, que es el presente. Es apoyándonos en ella lo que debiera permitirnos escudriñar cómo esa conexión pudiera suceder. De hecho, sin saberlo, todas las épocas y etapas de la vida están en nuestro interior transmitido por los genes del espíritu, aquellos que nos identifican como familia, paisanos, amigos y, en definitiva, ciudadanía y especie… Pero ¿cómo tratar de participar en toda la Historia de la humanidad sin, por ejemplo, tomar partido por alguna de las opciones de cada momento?… Ni modificamos ni participamos en ese tiempo, solo lo observamos, para aprender. Una cosa es leer la Historia como un relato de lo que pasó y otra llegar a sentir las vivencias de cada época. Algo intuitivamente hay que permite que el que profundiza en una determinada etapa de la Historia pueda identificarse con ella y entender mejor las claves de aquel momento. El pasado queda con ello documentado para, a su futuro, poder observar y esclarecer sin enjuiciamiento alguno, para así aprender lo que en verdad somos.
Pero pensemos. Este grado de documentación de la vida de las personas ha cambiado radicalmente. Conservo pocas fotos de mi infancia y adolescencia, algo normal entre los de mi quinta… pero también algo incomparable con la inmensa documentación que poseemos y guardamos sobre nuestros pequeños, desde el nacimiento, incluso desde antes. A partir de ahora, la tecnología nos lleva a un mundo en el que la vida de cada persona puede ser documentada con vídeos, imágenes, textos, comportamientos y preferencias a lo largo de su existencia. Al morir, sus familiares y simpatizantes tendrían la oportunidad de pervivir su pasado, pudiendo comunicar con hologramas que nos lo mostrarían y con el que pudiéramos tener una conversación. Con toda la información acumulada sobre su vida, las máquinas sabrían elaborar cómo serían sus respuestas, con lo que las presencias visuales y anímicas con ese ser ya desaparecido podrán practicarse en el futuro. Su imagen, su voz y sus gestos y expresiones serían así reproducibles y la conversación adquiriría realismo. En definitiva, las máquinas crearán las realidades virtuales que nosotros le pidamos, entre ellas, la conexión con el pasado y sus seres. En función de la cantidad de información de cada vida, más clara será la comunicación. Así ocurre con la Historia. Cuantos más documentos tengamos mejor será la información sobre la época. Pero lo que ocurre es que en la actualidad todo queda documentado, se quiera o no, por lo que nos espera un futuro lleno de información sobre su propio pasado. Más trabajo para los historiadores, porque será difícil discernir entre tanta información para catalogar y describir una época con casi infinita documentación, pero a nivel individual qué maravilloso sería la conexión virtual con los seres queridos que se fueron. Lo que nuestra mente es capaz de conectar llevado a una realidad virtual visual y comunicativa que sería muy gratificante para muchísimas personas.
Viajes en el tiempo:
Lo cierto es que uno se interesa por lo que pasó y piensa cómo sería su inclusión en una sociedad del pasado o del futuro si a través del tiempo pudiéramos caminar. Debería existir un canal por el que comunicar la humanidad de forma intemporal. Y no para interferir en la historia de cada tiempo sino, por el contrario, para asumirla e interpretarla como si la hubiéramos vivido, repito, nuestros genes la transportan. ¿Qué sería de cualquiera de nosotros si bruscamente se viera transportado al pasado o al futuro? Aunque en relación al pasado tuviéramos información histórica de lo que entonces ocurriría, cómo adaptarse a las circunstancias del momento, cómo verse privados de los avances, utensilios y conocimientos actuales en un mundo extraño para nosotros y relacionarse con personas de otro tiempo, de costumbres diferentes y ajenas a lo que uno sabe que pasará. Si el viaje es al futuro, qué podríamos hacer al vernos en un tiempo con tecnología avanzada que ni manejamos ni entendemos, relacionándonos con seres muy superiores a nuestro status actual que nos pueden contemplar como primates muy primitivos.
Al igual que aspiramos a la conquista del espacio los seres humanos también aspiramos a viajar en el tiempo. Todo lo que existió, existe o existirá está en algún lugar del espacio-tiempo. Ya Albert Einstein en 1905 y 1916 describió la deformación del espacio-tiempo ejercida por la gravedad. Cuanto mayor la fuerza gravitacional mayor su deformación. Cuanto más intensa la velocidad o más intensa es la gravedad, mayor es la curvatura del tiempo. Los científicos creen que si se dieran condiciones de esa dimensión sería teóricamente posible viajar en el tiempo. Físicos de la Universidad de Harvard han demostrado que pueden existir túneles en el espacio-tiempo curvo que conectan dos lugares distantes del universo a través de los cuales se podría viajar en poco tiempo. Se define que la materia, una nave espacial por ejemplo, podría viajar de un punto a otro del universo a través de un camino muy corto. Por otro lado, también la posibilidad de viajar a otro tiempo a través de los agujeros de gusano, también conocidos como puentes Einstein-Rosen. Sobre estas suposiciones, los científicos han usado distorsiones en el tiempo espacial para pensar posibles formas de funcionamiento de las máquinas del tiempo. La humanidad quisiera elaborar una máquina del tiempo, para viajar a su través. Si seres muy evolucionados de un futuro muy lejano dieran con “la tecla” y pudieran visitar nuestro tiempo y nuestro mundo, ¿cómo se nos mostrarían? … o quizás no lo hicieran, pero ¿cuál sería el objeto de su viaje en el tiempo? … ¿orientar y dar consejos?… ¿simplemente observar?… Quisiera pensar que, si el destino no puede modificarse mediante viajes en el tiempo, el hecho de que el futuro nos visite, aunque sea turísticamente, no podrá ser más que beneficioso. Primero porque quiere decir que sobrevivimos como especie hasta llegar a ellos y segundo porque seguro que el propósito será iluminar en algún aspecto. Sin influir en el acontecer, generar tendencias que lo faciliten. Un poco de ayuda por favor, seres del futuro que nos visitáis!!!
Pero veamos cómo sería a la inversa. Imaginemos que se da con “la tecla” en nuestros días y podemos viajar al pasado. Habría que encontrar una máquina que nos rodeara y nos contuviera. La idea de visitar otra época sería solo posible creando en el interior de la máquina campos de materia que configuran un espacio-tiempo lo suficientemente curvo para posibilitar el salto en el tiempo. Si se consigue un alto grado de deformación del espacio-tiempo, visitar el pasado pudiera llegar a ser posible. Una vez que esto hubiera sucedido, nos gustaría pensar que pudiéramos seleccionar una historia de entre toda la suma de historias posibles y no solo las que nos gustaría visitar. Pero difícil que el bucle espacio-tiempo pueda seleccionar una etapa concreta de la Historia, por lo que aunque lográramos llegar a cualquiera de ellas, regresar a nuestros días también sería igualmente difícil. Por todo ello, pudiéramos vagar por múltiples historias del tiempo de forma errante si no pudiéramos regresar al presente, nuestro verdadero hogar. Dormir y vivir en otro tiempo puede ser más difícil de lo que en principio parece. Cuando de jovenzuelo viví en otros países avanzados, al principio me desesperaba la incomunicación pero con el tiempo desapareció y me integré, no sin esfuerzo por mi parte. Aunque realmente para mí esos viajes eran más bien hacia un futuro muy cercano a mi vuelta, imagino que viajar en el tiempo atrás pudiera depararnos semejantes sensaciones. La adaptación de vivir en otro tiempo conllevaría muchas circunstancias inimaginables. Por ejemplo, ¿quién nos dice que no podemos caer en una época de guerras teniendo que tomar partido por un bando? La máquina siempre preparada y a punto, por si hay que salir por pies. No es cierto que cualquier tiempo pasado fue mejor y tampoco que pueda haber interferencias en lo que sucede, por lo que nuestras visitas al pasado solo serían observacionales. A modo de corresponsales en el extranjero obtendríamos información de la época lo que, si lográramos regresar, podría mejorar nuestra comprensión de la Historia y nuestra integración con ella. Cualquier historia fuera de nuestro tiempo está plena de información que a Ciencias como la Arqueología y las propias Históricas podrían enriquecer los viajes en el tiempo.
La vida es un fluir en el que el pensamiento está inmerso. Si nuestro pensamiento llega a conversar con el de otro tiempo, ese fluir sería menos turbulento que el intercambio caótico coetáneo, sería más rico, más sabio, más consciente de ser la consecuencia del pasado, ambos contactos inmersos en el mismo fluir. Conectar en el tiempo y abrir un canal de comunicación entre las épocas enriquecería mucho la vida. La Naturaleza de la propia vida seguirá luchando hasta alcanzar la integración temporal. Como al principio decía, la vida progresa en 4 dimensiones, tres de ellas son espaciales y una solo en el tiempo…
Entrada anterior: La integración planetaria
Entrada siguiente: Epílogo