Si el objetivo de la Naturaleza, a través del “Evolving plan”, es unir a todos los seres vivos del planeta para constituir un nuevo ser común superior, bien compleja parece ser la evolución hasta llegar a ese logro. Empezando por el ser humano a escala biológica, (que ha de ser el que consiga aunar todo el mundo animal y vegetal con nosotros mismos), nuestros comportamientos colectivos, aunque han avanzado mucho en capacidad asociativa, siguen anclados en estadios animales, de manada. Al fin y al cabo eso somos. Por otro lado, cada individualidad es en sí tan genuina y tan complicada que dificulta la tendencia a las unidades celulares con fines de progreso en el plan. En nuestro cuerpo, los tejidos celulares crean órganos con funciones muy superiores a su estructura. A eso deberíamos de aspirar. Órganos con funciones. Al analizar la situación actual, me gustaría hablar de los comportamientos, tanto en masa como en cada individuo, ya que son ellos los que nos conducen. El progreso, en ambos tipos de comportamiento, es necesario pero, si cabe, más aún en el colectivo.
Nuestros comportamientos colectivos son pobres y muy estancados. Los que son nuevos, y que las tecnologías propician, son simples y repetitivos. Aunque ofrecen posibilidad de avances, hasta el momento nada modifican. En general, los comportamientos son simples y cómodos, fáciles de adoptar por una mayoría masificada. También fácil de manejar por algunos. Eso hace que haya eruditos de su estudio que, al analizarla son capaces de manejar las tendencias en masa y los estados de opinión. El manejo de los estados de opinión resulta preocupante.
Hay comportamientos de época que quedan arrinconados, otros que sirven para entender la historia y asumirla y otros que perduran en el estancamiento, como si el tiempo no pasara, con planteamientos caducos que resurgen una y otra vez, a pesar de sus repetidos fracasos históricos. Al cambiar las generaciones siempre hay “granos” de las nuevas que quieren volver a testar lo que la historia ya sentenció como inútil. De ahí que los comportamientos se estanquen e incluso retrocedan.
El tiempo modula, no es lo mismo hoy que hace 30 años, algo que yo viví. El caso es que contemplar, en ese corto tiempo, el cambio en los comportamientos, conceptos y enfoques de vivir colectivamente, hace pensar que sus cortos avances están sujetos a la evolución del pensamiento, algo aún más inmerso en el ámbito de lo que la Naturaleza es. De manera que los comportamientos colectivos navegan en un proceloso mar sin rumbo observable. Múltiples opciones pero solo la posibilidad de analizarlo históricamente, aunque parezca que no escarmentamos de los sucesos del pasado.
A la observancia de estos hechos se dedican los sociólogos, extraños eruditos del que hacer de los demás a los que parecen mirar con la distancia con la que observamos el comportamiento de otros animales, es decir, con superioridad, y creyéndose además ajenos y al margen de las tendencias y vaivenes mismos en sus deducciones. Parecen observadores e interpretes, casi narradores, de los movimientos y comportamientos de la masa social. Con sus encuestas, en ocasiones “cocinadas”, vaticinan que grupo ganará las elecciones, qué se opina mayoritariamente de una cosa y de la otra, qué explicación tiene seguir rumbos adversos…todo ello desde “la barrera”… ellos nunca se contaminan con lo que pasa. Pero es cierto, los sociólogos conocen bien y han sabido clasificar y explicar el por qué de los comportamientos masivos humanos cuando se van sucediendo.
Por otro lado, ciencia sencilla por su cortedad. Siempre me causó asombro el comprobar la terrible paradoja entre la complejidad del cerebro en cada identidad y lo vulgar y repetitivo de nuestros comportamientos comunes. ¿Cómo es posible que siendo tan diversos y tan complejos se pueda clasificar tan fácilmente nuestra conducta?. ¿Cómo es posible que las reacciones ante lo sorpresivo, ya sea bueno o ya sea malo, sean siempre las mismas entre los seres?. ¿Por qué es todo tan repetitivo en los comportamientos?. ¿Por qué son tan cortos y tan manidos cuando la riqueza del intelecto hace intuir tanta creatividad y diversidad en el comportamiento, como lo hay en el arte y en el pensamiento?. ¿Por qué hemos de seguir con el estigma animal que homogeniza el que hacer de la manada?. ¿Por qué no hacer del intelecto el creador del comportamiento colectivo?
Creo que si hubiese estudiado y practicado la sociología me sentiría frustrado por estas consideraciones. No me gusta cuando les oigo hablar y explicar los movimientos de la masa. Dicen ser sociólogos los que analizan los estados de opinión. También dicen serlo los que, manejando la información, tratan de influir en ella. Da pavor el observar cómo se maneja el estado de opinión, cómo las masas caen en las trampas de los que manejan el perfil diseñado sociológicamente. Cómo la propaganda cala en amplios sectores sin que el análisis crítico le afecte. Una sociedad libre aprende a defender su independencia, pero los expertos sociólogos saben cómo hacer atractivas ciertas propuestas para que, incluso ineptos como Donald Trump, lleguen al poder justo en la sociedad más evolucionada.
Las redes sociales son positivas en lo que respecta a comunicación entre seres, pero también son utilizadas para difamar en el anonimato y para el empleo del mal en su uso. Cuidado hemos de tener, así como prudencia y honestidad en lo que publicamos de nosotros mismos. Un mundo comunicativo se abre, pero por el momento, no ha alterado el mundo de nuestros comportamientos, porque, entre otras cosas, predomina la utilización maleva del comunicar. De noticias falsas a la mala intención desde el anonimato.
De manera que la sociología no solo explica lo pasado, sino que se postula para supuestamente diseñar el futuro interesado. Prefiero mil veces la antropología del pensamiento humano para explicar los comportamientos sociales.
En nuestro ámbito, no podemos llamar sociólogos a Ortega y a Caro Baroja pero sí me parecen clarividentes observadores de los comportamientos humanos en los momentos de la historia que les tocó vivir, aunque también de forma intemporal porque lo hicieron tanto estudiando su evolución histórica como adelantándose a lo que iba a venir. Ambos dieron mucha luz a la sociedad. Sin embargo, en el momento actual tiene que ocurrir algo que modifique el curso de la historia, algo que aún no sabemos lo que es. Me encantaría pensar que el ser humano llega a alcanzar tal grado de percepción universal, que es capaz de diferenciarse para actuar en consecuencia, utilizando nuevos y consecuentes comportamientos en consonancia con un rico mundo interior y un bien analizado mundo exterior, en el que ya es fácil coincidir. Sería maravilloso no precisar de los análisis sociológicos, señal de coherencia social. Sería extraordinario que los comportamientos humanos, por ser en cada individuo genuinos, no pudieran clasificarse ni ser objeto de estudio.
Si los comportamientos llegaran a ser el método de la acción humana, también cabría sentirlos homogéneos, aunque individualizados, como producto de la razón personal. La común identidad intercelular.
Por otro lado, el comportamiento individual de tanto sabio que en el mundo ha sido llega a progresar a tal punto que puede empezar a influir en lo colectivo. Su impronta se alarga en el tiempo y de todos ellos nos beneficiamos. Parecen representar las células madre de un tejido en construcción al que tanto beneficio aportan. Las personas mostramos un comportamiento a lo largo de nuestra vida que trata de ser coherente. Pero la mente es compleja y cada ser desarrolla un grado diferente de respuestas al acontecer de su vida. Bajo mi punto de vista, las Ciencias que estudian la mente humana son mucho más complejas, porque su análisis se individualiza, encontrándose con la enorme complejidad del intelecto. Aunque complicada en sí, la mente humana sigue en general patrones de normalidad que todo el mundo acepta como la forma adecuada y educada del comportamiento individual. Pero la anormalidad también existe entre nuestros congéneres. Incluso cada uno de nosotros podemos vernos al margen por vernos diferentes. Y es que, realmente en todos nosotros está la razón y el bien y también están el mundo caótico y el mal.
Todo ello con una aparente normalidad social, se opte por lo que sea. Ser coherente en la vida es hacer predominar lo primero, hacer posible que la entrega al bien de los demás esté siempre por encima de las apetencias personales. No serlo es anteponer siempre el yo, los demás me la “soplan”…. Quiera uno o no, la opción que se tome se consolida con el tiempo, y hasta se autoafirma. El que ha matado a alguien siempre está listo para repetir. El que continuamente hace “putadas” a los demás, hasta adquiere un cierto placer al hacerlo. El mentiroso es experto en fingir, aunque a veces se pilla los dedos. La maldad es lista y maneja resortes que los demás no poseemos ni sabemos manejar. Igualmente, la opción primera también se consolida a lo largo de sus vidas. El que se entrega a los demás, es que de verdad se entrega, no hay más trayecto. Por todo esto, la opción tomada desde pronto en la vida es la que determina los comportamientos individuales, ya sean honestos o deshonestos, ya sean libres o no.
Huir de la individualidad egocéntrica en pos de fortalecer lo colectivo es la tendencia que ha de perseguir el pensamiento. Luchar honestamente contra la maldad, desprestigiarla, llegar a ignorarla, aislarla y hacer disminuir su capacidad maleva, dejarles al descubierto. Nuestras células madre en el organismo generan continuamente actitudes de cohesión en las células generadas. Algo parecido debiera aplicarse en nuestros comportamientos individuales a lo largo de nuestras vidas.
Pero claro, ¿quién es normal y quién anormal? La Psicología y la Psiquiatría fueron siempre para mí Ciencias inabordables, como el Universo es, como toda la Ciencia Médica en sí. Y es que el análisis no se hace desde la distancia y la simple observancia, como el sociólogo hace, sino con contacto humano y afán por entender para ayudar a las mentes o almas que tienen un mal. Admiro a mis amigos colegas y a todos los profesionales que a eso dedican su vida. Ser Médico del alma es de una extraordinaria complejidad porque, aunque se ayude de fármacos como otros médicos hacemos, solo la empatía con el profesional alivia el alma atormentada y conseguir eso en cada individuo enfermo colma la dificultad del quehacer médico. Si nos paramos a pensar, todos estamos “locos”, cada uno en lo suyo puede llevar dolencias en el alma, aún mostrando comportamientos considerados como normales. Al ser cada cual genuino, no existe la normalidad entre los seres, por lo que la anormalidad ha de ser también genuina y ¿quién lucha contra ello?.
Además, ciertas alteraciones orgánicas del sistema nervioso también alteran la conducta, con lo que el Sunami que el Psiquiatra aborda se hace descomunal. Yo creo que para la mente enferma que pide ayuda también es difícil la conexión empática con el profesional, ya que, al ser otra persona, no puede evitarse el verle ajeno y lejano a su alma enferma e incomprendida. “No te doy facilidades para entrar en ella”,… aunque sea para ayudar. El sentimiento de rechazo al que pretende ayudar debe ser común, por lo que el grado de dificultad sigue aumentando. Las Neurociencias crecieron mucho y se siguen descubriendo anomalías orgánicas y genéticas en pacientes con alteraciones del comportamiento o enfermedad mental.
Reconocidas como enfermedades psiquiátricas hay muchas, algunas terribles como la esquizofrenia, otras también complejas como la bipolaridad, muy comunes. Junto a eso, psicopatías, neurosis y depresión. Qué curioso observar que grandes genios que tanto aportaron tenían algo de esquizoides y/o bipolaridad. Tengo y he tenido amigos geniales que algo de ambas tenían. Quizás lo peor es el caracter auto-lesivo que ese comportamiento conlleva, lo que sé que hace sufrir mucho, pero repito, no es infrecuente encontrar ciertas alteraciones mentales en los genios.
Por otro lado, todo cuerpo enfermo tiene también dolencia en el alma, no se puede o es muy difícil de separar. En el que anida una enfermedad orgánica, también su alma se debilita. Si el cuerpo cura, también el alma sana, incluso crece al curar. Pero estar malito del alma, a solas, también es frecuente y puede considerarse normal. La vida de las personas cruza sus etapas asumiendo todo lo que en ellas va ocurriendo, por lo que cualquiera de ellas puede, tanto enaltecer la alegría de vivir como hundir su esperanza y su anhelo. La historia personal también influye en el comportamiento de cada persona, lo que explica que pueda haber almas atormentadas y enfermas junto a otras serenas que no se dejan influir por lo que sucede. Tan normal es una cosa como la otra en los extremos, pero en todos los demás grados intermedios también existe la salud y la enfermedad en la mente de cada cual y además puede tener cura o puede que no.
Ha de ser muy bonito, pero también muy duro, el trabajo profesional de un Psiquiatra. Siempre lo pensé. Al ser también un humano y genuino ser, con comportamientos considerados como normales, ha de indagar y penetrar en la mente de otros considerados enfermos para ayudarles. Y ello ha de hacerlo precisamente desde fuera de su ser, que no entra en consideración pero que sí está ahí actuando para aliviar y confortar. Y es que como todo buen médico, ha de salir de sí mismo para ayudar. Nada de lo que pase en su vida puede influir en la entrega. Desde aquí mi admiración y mi aplauso a los que apaciguan almas atormentadas.
En definitiva, la evolución del comportamiento humano ha llegado muy lejos a nivel individual, lo que contribuye a lo colectivo cada vez más, pero en realidad se ve muy anclada a nivel social. Son los comportamientos colectivos los que más han de progresar. Difícil saber qué caminos emprender. Difícil también para cada individualidad el contribuir, hombro a hombro, a que los estados de opinión sean libres y no tan fácilmente manejables, garantía de evolución favorable y coherente con el saber. Es precisamente desde la libertad individual como se crea ese escudo para ignorar los estados de opinión dirigidos por intereses grupales, intereses espúrios. Es ser independiente para que pueda progresar lo global. No dejarse influir. Un avance colectivo que podría modificar para mejorar y ampliar nuestros comportamientos sociales. El intelecto común lo demanda. Fuera manejadores del estado de opinión!!! La opinión es nuestra, propia y ajena a los influjos. Solo hay que dejarla brotar en libertad y consciencia.
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Sensacional,es usted un genio,por su profesión como por la gran sabiduría que emana de su mente y aplicada en sus letras pulsadas por esos dedos cuidados por el Altísimo,siendo seguramente un enviado por Ėl.
Me quedo después de su gran reflexión conque desgraciadamente el ser humano es malo por naturaleza, cambia a su antojo sus modales,sus instintos,sus sentimientos…Dice bién en manada,buscando motivos inexistentes,controvér-sias encontradas y unos ideales difíciles de digerir para la casi la totalidad de la sociedad ,contagiando como un virus a toda mente que se deja llevar e influir por farsantes, mequetrefes sin escrúpulos cuyo humo que predican no traen nada más que holocaustos y destrucción.Eso si salvaguardando sólo sus propios intereses.Algo falla en nuestra sociedad y espero y deseo que no sea tarde para evitar la desaparición del ser humano.
Necesitamos valores,respeto,amor al prójimo…y más cosas,¿verdad?. Enhorabuena Dr.
Gracias Gaspar por sus palabras. Me gusta reflexionar sobre el intelecto humano y lo veo inmerso en un plan de la Naturaleza que busca aunar la vida en el planeta. Creo que será preciso que comprendamos el plan y lo favorezcamos…pero me temo que un largo camino nos espera. De nuevo, gracias por sus consideraciones. Siempre habrá esperanza en una adecuada evolución.
Un abrazo