Pero el desarrollo del sistema nervioso es paralelo al sistema cardiovascular, gran construcción de ingeniería biológica para la comunicación y distribución de nutrientes, oxígeno y mensajes entre todas y cada una de las células constitutivas del ser. Aparece la especialización celular isoforma y se produce la separación y conexión entre las circulaciones pulmonar y sistémica.

El corazón de los seres se constituye en el órgano energético más pertinaz en su empeño cíclicamente repetitivo, adaptándose a las necesidades y entregándose generosamente a la pervivencia del ser hasta el último instante de su vida. Nada de cuestionamientos individuales en esa empresa, la acción colectiva de todas las células especializadas de un órgano no admite inhibiciones particulares en la entrega a un cuerpo común. La acción colectiva celular ha triunfado escandalosamente en la evolución de la vida. Se han formado los órganos individuales especializados, con funciones específicas para el ser y su expansión en el camino de su vida. La fidelidad en el empeño colectivo es algo que a mí siempre me ha impresionado. Son células individuales que forman un órgano individual con funciones para mantener a un ser individual, un solo ser. ¿Cabe más grado de acuerdo?.

Pero sigamos hablando del camino de la vida y de cómo progresó. La organización definitiva del corazón, desde el primitivo tubo cardiaco a la separación entre una circulación sistémica y otra pulmonar se produjo hace entre 350 y 300 millones de años, al tiempo en que la separación entre el pez teleost y los anfibios ocurrió. Con ello, los vertebrados encontraron el modo de hacer más eficiente una fuente de energía metabólica en el oxígeno, que inunda los alvéolos y enriquece el intercambio gaseoso con la circulación pulmonar, para distribuir  oxígeno a todo el cuerpo. El corazón del pez teleost tiene solo 2 cavidades (atrio y ventrículo), conectadas por una válvula aurículo-ventricular, mientras que el corazón del anfibio evoluciona a 3 cámaras, 2 atrios y 1 ventrículo. En los reptiles, un mamelón muscular surge del apex ventricular y crece hacia su base, para conseguir definitivamente la separación entre el flujo de sangre oxigenada de aquella menos oxigenada, la de retorno, en la que ya el oxígeno ha sido extraído por los tejidos. El mamelón septal es pequeño en las tortugas, con lo que una mezcla considerable se sigue produciendo, pero en las serpientes es mayor, haciendo más eficiente la separación. Los pájaros y los mamíferos han completado la separación septal entre las 2 aurículas y los 2 ventrículos, una división completa entre las 2 circulaciones que hace alcanzar la máxima eficiencia en la distribución metabólica del oxígeno. Un gran logro energético que hace perfeccionar el funcionamiento y desarrollo de los seres vivos. Con ello, todas las células del organismo de un mamífero quedan conectadas en el consumo de oxígeno y, aprovechando la continua arribada de sangre rica, recibir continuos mensajeros proteicos que hacen más eficiente la unanimidad. La importancia de tal logro de la naturaleza queda patente en aquellos pacientes congénitos en los que la septación es defectuosa.

La habilidad para reemplazar eficazmente los miocitos o células cardiacas que se van perdiendo desapareció con la llegada de los animales de sangre caliente. Al contrario que los moluscos, artrópodos y anfibios, los mamíferos no pueden generar un número significativo de nuevos miocitos ventriculares si hay un proceso acelerado de pérdidas. Este retroceso evolutivo se ha constituido en una lacra solo muy recientemente, con la aparición del homo sapiens sapiens y la única adquisición de las sociedades del llamado primer mundo de satisfacer e incluso exceder las necesidades calóricas de cada día. Con ello surgieron enfermedades en los seres vivos en las que se compromete la oxigenación cardíaca y, con ello, la pérdida del equilibrio regenerativo tras muerte celular. Recientes estudios han identificado islotes de células mononucleares indiferenciadas en el miocardio humano mediante la expresión de uno o más marcadores de superficie (c-kit y sca-1) que indican capacidad precursora. Por tanto, la capacidad regenerativa de órganos vitales como el corazón y el cerebro no parece estar perdida del todo, sino adormecida o disminuida. Si la capacidad regenerativa de ciertos órganos vuelve a recuperarse o no en el ser humano es un tema actual de intensa investigación.

El sistema cardiovascular
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